La película Delitos y faltas (Crimes and Misdemeanours, 1989) es una película de Woody Allen que constituye para mí un cierto punto y a parte. Realizada entre películas más bien de corte serio como Septiembre, Otra mujer o Alice constituye una película más perturbadora de lo que parece, y en la que lo serio y el humor alcanzan un profundo equilibrio en el que precisamente se sustenta el significado más profundo de la película. Equidistante del humor un tanto bufón de películas como Toma tu dinero y corre, El dormilón, La última noche de Boris Grushenko o Bananas, así como de la bergmaniana Interiores, o de ese humor más trágico de Annie Hall o Manhattan, Delitos y faltas constituye una reflexión de calibre sobre la condición humana con tintes más Nietzscheanos (es inevitable la referencia a obras como el Anticristo o Así habló Zarathustra). Hay en ella también influencias de Bergman (utilizó para esta pelicula a Sven Nyvquist, el fotógrafo que colaboró en un gran número de sus películas), así como de Dostoyevsky (Crimen y castigo) y, sin duda, constituye una de las películas más interesantes de Allen.
Delitos y faltas se construye sobre dos historias paralelas. La de Judah Rosenthal (interpretado por un excelente Martin Landau, protagonista de las conocidas series de finales de los sesenta y de los setenta Misión imposible y Espacio 1999), un afamado oftalmólogo y la de Cliff Stern (interpretado por el propio Woody Allen), un realizador de documentales con buenas finalidades pero de escasa repercusión y éxito y cuyas vidas se cruzarán hacia el final de la película a través del rabino Ben (interpretado por Sam Waterston – Los gritos del silencio -), paciente y amigo del primero y cuñado del segundo. Veamos en primer lugar ambas historias por separado y de que manera utiliza Allen la seriedad para la primera y el humor para la segunda, así como los personajes relacionados con ellos.
1. LA HISTORIA DE JUDAH ROSHENTAL Y LO SERIO: EL DELITO.
Martin Landau como Judah |
Tú no te enteras de los que pasa en el mundo. Estás aquí sentado con tus cuatro acres y tus amigos ricos, y ahí afuera, en el mundo real es todo muy distinto […] y yo no soy tan fino como para tratar de no ver la realidad. Nunca he podido estar al margen de las cosas…
Tú nunca has servido para hacer de duro. No te gusta ensuciarte las manos, pero por lo visto esa mujer existe y el problema no se va a esfumar.
Jack es como su propio lado más sombrío, el señor Hyde al que se opone Ben, el rabino que le pide que confíe en la posibilidad de perdón y reparación. En una escena impactante en donde presa de sus dudas acerca de si seguir con el plan de Jack, Ben aparece como su conciencia moral y le dice:
A veces cuando hay verdadero amor y verdadero reconocimiento de una falta puede haber también perdón […] Tendrás que confesar la falta y esperar comprensión. Yo no podría seguir viviendo sino creyera de todo corazón en una estructura moral con significado real y en la misericordia y en cierta clase de poder superior, si no no habría base que nos guíe la vida. Y te conozco lo suficiente como para saber que también hay en ti un átomo de este sentimiento.
Pero Judah no confía en el perdón de su mujer y ve todo su mundo burgués derrumbarse por esa “debilidad” de haberse dejado seducir por Dolores, una histérica emocionalmente necesitada y desequilibrada, tal y como la define que le pone inevitablemente en contacto con “el mundo real”:
Ben: ¡Es una vida humana! ¿Crees que dios no lo ve?
Judah: Dios es un lujo que yo no puedo permitirme.
Ben: Ahora hablas como tu hermano Jack.
Judah: Jack vive en el mundo real. Tú vives en el mundo de los cielos. Yo logré librarme del mundo real pero, de repente me ha alcanzado.
Ben: Tienes una aventura con ella por placer y luego, cuando ya tienes bastante, quieres barrerla debajo de la alfombra.
Judah: No hay otra solución que la de Jack Ben, aprieto un botón y ya puedo volver a dormir por las noches.
Ben: ¿Podrás dormir con eso? ¿Eso eres tú realmente?
Judah: No voy a permitir que esa neurótica me destruya.
Ben: La Ley Judha, sin ley todo son tinieblas.
Judah: ¡Hablas como mi padre! ¿Pero de qué sirve la ley si me impide recibir justicia? Es justo lo que me está haciendo… ¿Es esto lo que yo merezco?
Y así procede a pedirle a Jack que busque al individuo que acabará con la vida de Dolores. El resto de la película evoluciona desde su sentimiento de culpa hasta, como bien dice al final, su “racionalización”. En la magistral escena final donde se encuentran por única vez Judah y Cliff, el primero, en una especie de confesión velada bajo el argumento de una posible película, le dice:
Todo el mundo lleva sobre su conciencia actos terribles. ¿Qué esperabas que hiciera, ir a entregarse? La vida real es así, En la vida real lo racionalizamos y lo rechazamos o no podríamos seguir viviendo.
Y aquí, desde luego, hay que entender racionalización como la manipulación desde la razón para justificarse, para explicarse aquello que se necesita oír para dar cuenta de las acciones realizadas… Se trata de la racionalización como mecanismo de defensa orientado a evitar la censura, el sentimiento de culpa. Judha, desde luego, lo utiliza convenciéndose a sí mismo de la solidez de sus argumentos: “¡Hablas como mi padre! ¿Pero de qué sirve la ley si me impide recibir justicia? Es justo lo que me está haciendo… ¿Es esto lo que yo merezco?”.
La escena acaba con un Judha partiendo felizmente con su mujer y hablando de cómo será la boda de su hija…
2. LA HISTORIA DE CLIFF STERN Y EL HUMOR: LAS FALTAS.
Woody Allen como Cliff |
Cliff es un realizador de documentales de escasa repercusión cuya mujer (Wendy, Joanna Gleason) es la hermana del rabino Ben y de Lester (Alan Alda), contrariamente a él un productor de gran éxito y multimillonario de series y culebrones de gran consumo al que desprecia profundamente. Sin embargo, pronto se observa cierta inconsistencia en Cliff, puesto que no tarda en verse en su desprecio no sólo un desprecio ideológico sino que también la envidia de su éxito (algo que su mujer ya observa). Si bien en Jack podemos ver la sombra de Judha, en Lester podemos ver el yo ideal – como proyección social – de Cliff. Debido a sus problemas económicos Cliff se ve, en el colmo de las propuestas, a aceptar un trabajo de Lester que trata de rodar un documental apologético de él mismo para un programa de mentes creativas. En el desarrollo de éste conoce a Halley Reed (Mia Farrow) de quien se enamora, a la vez que pone de relieve la crisis de su matrimonio con Wendy. Halley de repente entra en la vida de Cliff como la posibilidad de reconocimiento. Lo significativo de Cliff es su definición permanentemente en contraposición a Lester. Esto es significativo en sí mismo y característico del mecanismo de defensa de la proyección: el desprecio y ridiculización que Cliff prodiga constantemente a Lester no es más que la proyección del desprecio y ridículo que siente por sí mismo, la proyección de su propia desvalorización en su opuesto. No es de extrañar que Allen ponga en boca de Cliff la siguiente expresión acerca de Lester: “Le quiero como a un hermano. Como Caín a Abel.”. Sin embargo, justamente Lester también desea a Halley, lo cual aun acentúa más la actitud de inconsistencia de Cliff.
El momento clave de todo este despropósito aparece en el momento en el que Cliff le pasa a Lester los primeros rodajes del documental que ya lleva grabados: una mofa de Lester. Obviamente es despedido. Falta a su compromiso y se queda sin el dinero. Al mismo tiempo declara su amor a Halley quien, no obstante, le dice que parte hacia Londres por motivos de trabajo pero también como su necesidad de tomar perspectiva.
Finalmente, en la fiesta final nos enteramos de que Wendy se separa de Cliff, a la vez que en la misma fiesta Lester aparece con Halley presentándola como su novia para su consternación. En un momento en el que ambos se encuentran a solas Halley le dice:
Halley: El no es como tú crees… Es maravilloso, es tierno y cariñoso y romántico…
Cliff: Y un triunfador, eso es lo que es… Es rico y tiene éxito
Halley: Ten mejor opinión de mi ¿quieres?
Cliff: Siempre tuve una excelente opinión de ti, hasta hoy. Mira... antes nos reíamos de ese hombre, de sus programas tontos, de su modo de hablar.
Halley: Es un encanto
Cliff: Mi peor temor hecho realidad.
Halley le devuelve entonces una carta de amor que le escribió diciéndole que no es su destinataria adecuada, manifestándose entonces una de las mayores inconsistencias de Cliff: la carta es en gran parte una copia de otra de James Joyce. Cliff no puede confiar ni en las palabras que surgen desde sí mismo, y éste es su auténtico drama.
Luego se produce el encuentro entre Judha y Cliff. Hay un momento en el que Cliff, tras oír la historia de Judah - “ahora esta libre del todo. Su vida ha vuelto por completo a la normalidad. Vuelve a su mundo protegido de riqueza y privilegios” - le dice que entonces “sus peores angustias se cumplen”. Es muy interesante observar esa expresión de las peores angustias (o temores) que se cumplen en función de su propio caso o del de Judah. En el primero, es la elección de Halley sobre Lester la que deriva en la peor angustia de Cliff en tanto lo que significa para él mismo. Sigue inevitablemente poniendo el énfasis en lo exitoso de Lester, en una Halley que cae seducida por su dinero y por ser un tipo triunfador, no pone, en ningún momento, la consciencia en su inconsistencia propia y las actitudes, las faltas, que eso le lleva a cometer. En la segunda, la peor angustia se refiere a tener que vivir con el sentimiento de culpa por el atroz asesinato cometido. Sin embargo Judah ya ha racionalizado su historia, y como bien dice: “La gente arrastra consigo sus pecados, o puede que tenga un mal momento… pero pasa pronto y con el tiempo todo se olvida”.
3. LA RELACIÓN ESPECULAR ENTRE JUDHA Y CLIFF: DELITOS Y FALTAS.
No pasa desapercibida la relación especular entre Judah, que comete un asesinato (crimes, crimen, delito grave) y Cliff autor de faltas (Misdemeanours, falta, delito menos grave), es decir faltas entendidas en el sentido de poca gravedad, de pecadillos o pequeñas fechorías. Y, no obstante, es Judah quien, por lo menos a priori, conserva todo su mundo sin mella a pesar del grave delito cometido, mientras que Cliff, a pesar de sus faltas de poca monta, parece recibir un castigo mucho mayor: pierde a su mujer, pierde a Halley y se queda sin trabajo y sin documental. Parece que Woody Allen nos pone ante la tesitura de un Universo sin justicia y sin ley, absolutamente indiferente:
Lo que digo realmente, y lo digo con toda claridad, sin ningún mensaje esotérico de por medio, es que tenemos que aceptar que vivimos en un universo sin Dios y que la vida carece de sentido y que a menudo es una experiencia terrible, brutal y sin esperanza, y que las relaciones amorosas son durísimas, y que aun así tenemos que encontrar la manera, no sólo de hacer frente, sino de llevar una vida decente y moral. [1]
No obstante, creo que esta lectura es esencialmente insuficiente. Más allá de los evidentes silencio de dios bergmaniano o de la nietzscheana muerte de dios creo que uno de los temas fundamentales que aquí se nos plantea es la diferencia entre la conciencia inmoral (Judah) y la inconsciencia moral (Cliff). Judah sabe lo que ha hecho, sabe las fuerzas que le dirigen en cada momento y sabe incluso de la falsedad de su racionalización… Judah puede elegir en todo momento. Cliff, sin embargo, vive inconsciente de las fuerzas que le determinan y sus decisiones son tomadas sobre un fundamento absolutamente inconsciente: Lester es el espejo de su propia proyección. La acción de Cliff se dirige finalmente hacia sí mismo, si bien de manera inconsciente, y esa acción inconsciente si parece, trágicamente, llevar a Cliff a su propia perdición. Es quizá por eso que Woody Allen aplica el humor a su historia, finalmente la más trágica, pues como dice Lester al principio de la película: lo cómico es tragedia más tiempo. Ese recurso es habitualmente aplicado por Allen en muchos de sus películas y adopta, por ejemplo, la típica forma de un comentario jocoso en una situación trágica, como por ejemplo el siguiente fragmento extraído de La última noche de Boris Grushenko:
Como me metí en este trance nunca lo sabré. Es realmente increíble… seré ejecutado por un crimen que jamás cometí. Claro que… ¿No va toda la humanidad en el mismo bote? ¿No es toda la humanidad ejecutada al fin por un crimen que no cometió? La diferencia es que todos los hombres van… finalmente. Pero yo iré a las seis de la madrugada de mañana. ¡Tenía que ir a las cinco! pero tengo un abogado listo… consiguió indulgencia.
Parecería que el mensaje de Allen tiene que ver con la conciencia… Como que lo trágico se refiere a lo inconsciente, como que desde esa perspectiva el destino parece ineludible, mientras que desde la conciencia, esta nos expone a lo circunstancial, a lo contingente, a que los delitos se descubran o no en función de los distintos elementos que deben darse, o no, para su desvelamiento. Judah escapa porque en su acción entra en juego la decisión consciente, Cliff cae de pleno en el mundo real precisamente porque decide inconscientemente tropezándose literalmente con las consecuencias de su visión mediocre y fracasada sobre sí mismo.
En todo caso, la historia de Cliff, como también la de Dolores, la amante de Judah, nos habla de la agresividad y la violencia cotidiana que transcurre en esos flujos de actitudes, comportamientos y decisiones ejecutadas desde lo inconsciente.
4. SOBRE LOS PERSONAJES DEL RABINO BEN Y EL PROFESOR LEVY: EL SILENCIO DE DIOS Y EL UNIVERSO INDIFERENTE.
Sam Wasterton como el Rabino Ben |
Ben, el amigo y paciente de Judah y cuñado de Cliff, es un rabino que se erige en la voz de la estructura moral trascendente: la moral que deviene de dios. Sin embargo, aquello en lo que pone acento la película es que esa tragedia que se registra en el ser humano individual proveniente de sus faltas determinadas inconscientemente, no parece encontrar una justa respuesta en las faltas, delitos y horrores determinados conscientemente o colectivamente: el tan traído silencio de Dios. ¿Por qué Dios no responde a las atrocidades que son causadas por el ser humano? ¿Por qué en ocasiones, y no siempre, llega la justicia cuando la atrocidad ya se ha perpetrado? Benedicto XVI pronunció un discurso similar en el año 2006 en el campo de concentración de Auschwitz:
Tomar la palabra en este lugar de horror, de acumulación de crímenes contra Dios y contra el hombre que no tiene parangón en la historia, es casi imposible; y es particularmente difícil y deprimente para un cristiano, para un Papa que proviene de Alemania. En un lugar como este se queda uno sin palabras; en el fondo sólo se puede guardar un silencio de estupor, un silencio que es un grito interior dirigido a Dios: ¿Por qué, Señor, callaste? ¿Por qué toleraste todo esto? [3]
Sea como sea el holocausto judío, el salvaje esclavismo al que fueron sometidos los africanos (se han propuesto 60 millones de secuestrados, de los cuales 24 millones fueron a parar a América, 12 millones a Asia y 7 millones a Europa, mientras que los 17 millones restantes fallecerían en las travesías), el reciente genocidio en Ruanda, las pestes negras de la edad media, y un largo y largo y largo etcétera no ponen de relieve el silencio de dios en el holocausto sino el silencio de dios a lo largo de todas las atrocidades históricas cometidas… incluidas las cometidas en su nombre.
Martin S. Bergmann como L. Levy |
Hay otro personaje, el profesor Louis Levy (interpretado en la realidad por el profesor de psicología clínica de la Universidad de Nueva York, Martin S. Bergmann), protagonista del documental de Cliff que nos trasmite en sus breves apariciones una visión distinta. Personaje definido como vitalista situa al ser humano enfrentado a un universo indiferente. Al sentimiento religioso de Ben cuando dice: “Yo no podría seguir viviendo sino creyera de todo corazón en una estructura moral con significado real y en la misericordia y en cierta clase de poder superior, si no no habría base que nos guíe la vida” Levy le respondería:
Pero debemos recordar siempre que nosotros cuando nacemos necesitamos mucho amor para convencernos de que hay que seguir viviendo y una vez conseguido ese amor suele durarnos. Pero no olvidemos que el universo es un lugar muy frío. Somos nosotros que lo revestimos con nuestros sentimientos y, desde luego, en ciertas condiciones nos parece que todo esto ya no vale la pena.
No deja de ser curioso el destino de ambos personajes: Ben, el rabino, se vuelve ciego y el profesor Lévy con todo su vitalismo se suicida. Efectivamente, Ben enceguece pues es la única manera con la que puede seguir manteniendo sus creencias puesto que la realidad no las sostiene. Como suelen decir en ocasiones los cristianos: los designios del señor son inescrutables. Cosas así son el único sostén del silencio de dios. Dice al respecto de esta película Daniel Gerber en su brillante comentario:
La realidad organizada por las creencias no puede ser aceptada más que al precio de una total ceguera. Así, para seguir creyendo, Ben debe estar ciego… [4]
Por el otro lado el profesor Levy, con su inesperado suicidio, parece indicar que la frialdad y la indiferencia del universo puede, en ocasiones, con el amor, un amor que no dura siempre y con el que no sólo revestimos el universo (odio, agresividad, desesperación, sufrimiento también lo revisten), para convencernos de seguir viviendo. Siguiendo una vez más a Daniel Gerber, Levy se opone a Ben pues…
… recuerda esta limitación de la divinidad cuando habla de lo imprevisible de los acontecimientos: precisamente porque no hay garante universal, porque no hay garantías últimas, es decir, otro que pudiera darnos plena seguridad, vivimos siempre confrontados a la violencia de lo imprevisible.
Quizá por eso el cristianismo tuvo que recurrir a la vieja escatología para premiar a los “buenos” y castigar a los “malos” después de la muerte con la promesa del cielo y la amenaza del infierno. La justicia de dios no se realiza en este mundo sino en el otro… Algo parecido ocurre con la rencarnación. El ser humano, desde siempre, huye de la tiranía del azar, de la violencia de lo imprevisible porque ese enfrentamiento con la falta de sentido se torna insoportable para la existencia humana. Levy abunda en un mensaje no siempre suficiente pero que parece único y que un pensador radical como Slavoj Zizek recoge en su obra en unas palabras que siempre me han impactado por lo reales que las siento:
… lo esencial de la afirmación de que incluso si llegara a tener todo el conocimiento, sin amor no sería nada, no es meramente que con amor, sea algo. Con amor, también soy nada, si así puede decirse, una nada humildemente consciente de sí, una nada que se enriquece por paradoja por el conocimiento mismo de su carencia. Sólo un ser menesteroso, vulnerable es capaz de amor: el misterio final del amor es así que la falta de completitud es en cierto sentido más alta que la completitud. Por un lado, sólo un ser imperfecto, menesteroso, ama: amamos porque no sabemos todo.[5]
Pero el acceso a ese tipo de amor es el trabajo de toda una vida y, como le ocurre a Louis levy, a veces eso no da la fuerza suficiente para continuar.
5. NOSTALGIA E IDEALIZACIÓN.
En un momento del film el profesor Levy hace el siguiente comentario:
Comprenderán que lo que pretendemos en realidad al enamorarnos es una paradoja muy extraña. La paradoja consiste en que al enamorarnos estamos buscando el rencuentro con todas o algunas de las personas que quisimos de pequeños. Por otro lado le pedimos a nuestros seres amados que corrijan todos los errores que aquellos lejanos padres o hermanos cometieron con nosotros, así que ese amor contiene en sí una contradicción: la de volver al pasado y la de deshacer el pasado.
¿Y no es acaso eso lo que se observa en la relación de Cliff con su sobrina? Se trata de una relación imposible y que, precisamente por imposible deviene en satisfactoria. En ella se encuentran presente y pasado, hombre y niña, la pizza y el viejo cine en el que ven viejas películas que nos recuerdan ese presente hecho de nostalgias imposibles, la paradoja de volver al pasado y la de deshacerlo, de nostalgias como las que evoca la letra de Lucía, la canción de Joan Manel Serrat que dice:
No hay nada más bello que lo que nunca he tenido
nada más amado que lo que perdí
perdóname sí hoy busco en la arena
esa luna llena que arañaba el mar
Esa misma paradoja de Levy es la que está implícita en estos versos de la canción: “No hay nada más bello que lo que nunca he tenido, nada más amado que lo que perdí”, a la que puede oponérsele otro de Joaquín Sabina, la de su canción Con la frente marchita y que dice: “No hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió”, y que como dice Daniel Gerber:
Es la nostalgia por un pasado idealizado, evocado sobre todo por medio de la pista sonora que nos lleva a esa visión romántica con canciones de Cole Porter, Irving Berlin, Noel Coward y otros, que produce también otro contrapunto: el pasado presente. El mundo árido y desagradable del presente nos hace añorar el mundo del pasado […] También la nostalgia se hace presente en el culto por las viejas películas y el viejo cine de Greenwich Village, que es como el pequeño oasis en medio de una sórdida realidad. [5]
Y así Cliff y su sobrina devienen en esa relación satisfactoria porque ejemplifica y porque la trasciende al platonizarla, el famoso aforismo lacaniano: no hay relación sexual. Aforismo que hay que entender en el sentido de la asimetría que relaciona al hombre con la mujer no transformándolos precisamente en complementarios: cuando se trata de varones y mujeres, sea cual fuere la naturaleza, modalidad e intensidad de un encuentro sexual no será como el encastre de las dos piezas de un rompecabezas de dos piezas. Siempre habrá algo que sobre o que falte, algún elemento tercero estorbando la unión sin interferencias. [6]
Sorprende una película que en una hora y veintisiete minutos aborde tantos temas y de una manera tan profunda. Conciencia, justicia y felicidad; tragedia e inconsciencia, religión y sinsentido, moral y amoralidad, nostalgia e idealización. En fin… una gran película.
_______________
[1] Eric Lax. Conversaciones con Woody Allen. Editorial Lumen
[3] Gerber, Daniel. El psicoanálisis en el malestar de la cultura. Editorial Lazos
[4] Zizek, Slavoj. El frágil absoluto. Editorial Pre-textos, nro. 579
[5] Ver nota 3
Excelente comentario. Me quedo con las reflexiones sobre el amor y también constato la esterilidad de buscar sentido a lo que sucede, como si todo tuviera que tenerlo y viviéramos en un mundo justo, con un dios que vela por nosotros. Aceptar lo que es y lo que ha sido, sin más, sin pelearse ni intentar cambiarlo debe dar una libertad increíble.
ResponderEliminarGracias, Jaume.
Patricia
Pues, en relación a tu comentario, a mí me gustaría compartir algo que escribió un antiguo criminal de guerra nazi a su mujer, desde la prisión en la que estaba confinado, y a que a mí me remite a lo que comentas sobre la diferencia entre conciencia inmoral y la inconsciencia moral, al silencio de dios, al "No hay relación sexual" y a la nostalgia del pasado:
ResponderEliminar"No reconocimos la felicidad que poseíamos. Ahora está destruida. Lo que existe está siempre amenazado por el peligro. Sólo lo pasado permanece invariable. Aunque nunca vuelva a nosotros aquella felicidad que nos pertenecía, seguirá con nosotros la felicidad pasada". (Del libro "Tú llevas mi nombre" de Norbert y Stephan Lebert. Ed.Planeta)
Y ahí está el asunto. En un mundo donde resuena estruendosamente el silencio de dios y la violencia de lo imprevisible, a veces la nostalgia del pasado es una de las pocas maneras que tenemos de soportarlo.
Muy bueno, Jaume. Tan perturbadores tus comentarios como la película misma.
Ana
Me gustaría responderos un poco con las palabras (voz en off) de Louis Levy que acompañan la escena final de la pelicula:
ResponderEliminar"Todos nos enfrentamos en la vida a decisiones angustiosas. Algunas son a gran escala. La mayoría de las elecciones son sobre asuntos banales, pero nos definimos a nosotros mismos según las decisiones que hemos tomado. En realidad somos la suma total de nuestras decisiones. Las cosas suceden tan imprevisiblemente, tan injustamente… La felicidad humana no parece haber sido incluida en el proyecto de la creación. Somos solo nosotros con nuestra capacidad para amar quienes damos sentido al Universo indiferente y, sin embargo, la mayoría de los seres humanos parecen tener la habilidad de seguir intentándolo y encontrar la felicidad en las cosas sencillas como su familia, su trabajo y en la esperanza de que las futuras generaciones puedan comprenderlo mejor."
Recuerda un poco un texto de Jung quién, hacia el final de su vida, dice:
"Estoy contento de que ni vida haya transcurrido así. Fue una vida rica y me ha aportado muchas cosas. ¿Cómo hubiera podido esperar tanto? Fueron cosas puramente inesperadas las que sucedieron. Mucho hubiera podido ser quizá de otro modo, si yo mismo hubiera sido otro. Pero fue como debía ser; pues es por ello que soy como soy. Mucho ha surgido intencionadamente y no siempre fue ventajoso para mí. Sin embargo, la mayoría de las cosas se han desarrollado naturalmente y por la intervención del destino. Me arrepiento de muchas tonterías que han sido causadas por mi obstinación, pero si no hubiera sido por ellas no hubiera alcanzado mi objetivo. Así pues, estoy desilusionado y no estoy desilusionado. Estoy desilusionado de los hombres y de mí mismo. He aprendido cosas maravillosas de los hombres y yo mismo he logrado realizar más de lo que me esperaba. No puedo formarme un juicio definitivo por que el fenómeno de la vida y el fenómeno del hombre son demasiado grandes. Cuanto más avanzaba en edad menos me comprendía, o reconocía o sabía de mi.
De mi estoy asombrado, desilusionado, contento. Estoy triste, abatido, entusiasmado. Yo soy todo esto también y no puedo sacar la suma. No estoy en condiciones de comprobar un valor o una imperfección definitivos, no tengo juicio alguno sobre la vida ni sobre mí. De nada estoy seguro del todo. No tengo convicciçonn alguna definitiva. Sólo se que nací y existo y de ma la dsensación de que soy llevado. Existo sobre la base de algo que no conozco. Pese a toda la inseguridad, siento una solidez en lo existente y una continuidad de mi ser."
Un abrazo
"Sólo se que nací y existo y me da la sensación de que soy llevado. Existo sobre la base de algo que no conozco. Pese a toda la inseguridad, siento una solidez en lo existente y una continuidad de mi ser."
ResponderEliminarGracias... en un día como hoy de mucha incertidumbre estas palabras y el comentario en general me llegan directamente al corazón.
Patricia
Increíble. Gracias por compartir esto.
ResponderEliminarGraias por tu comentario. Un saludo!
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