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martes, 17 de diciembre de 2013

EL HOMBRE ELEFANTE (The elephant man, Davyd Lynch, 1980): Una historia sobre la dignidad del ser humano.

El hombre elefante (The elephanth man) es una película dirigida por David Lynch en 1980 y que nos cuenta la historia real de Joseph Merrick (en la película John Merrick), magnificamente interpretado por John Hurt y basado en el libro del que fue su descubridor y protector el doctor Frederick Treves (interpretado en la película por Anthony Hopkins): The elephant man and other reminiscences. La obra se basa también en el libro del antropólogo Ashley Montagu: The Elephant Man: A Study in Human Dignity. Película de un fuerte contenido dramático que es enfatizado por el blanco y negro con el que fue rodada y que refuerza el lóbrego ambiente del Londres Victoriano en el que transcurrio la vida y el horror de John Merrick. Recuerdo la fuerte impresión que causó en mi esta película cuando la ví poco después de volver del servicio militar - y no evoco este recuerdo como simple anécdota - y la emoción que me causaba su personaje en lo que es ahora el objeto de mi reflexión: el hombre elefante como lo opuesto al concepto de lo siniestro, su relación con la dignidad del ser humano a la vez que nos pone también en contacto con la inhumanidad y finalmente aquello que nos dice Miguel Alcíbar acerca de esta película y su protagonista:

Jekyll y Hyde no representan la cara luminosa y la cara oscura del ser humano, como tantas veces se ha dicho. Por el contrario, ambos habitan lo oscuro porque ambos anhelan, desde el refinamiento uno y la bestialidad el otro,comprender la intrincada naturaleza humana. Son metáforas de un mismo anhelo. Merrick, que sin ser un arquetipo, como sí lo son los personajes de Stevenson, sino un resplandeciente espíritu encerrado en una grotesca cárcel de carne degradada, por gracia del celuloide se ha convertido en la terrible metáfora de la soledad humana. En algún recóndito sentido, todos somos Merrick, todos somos una sombra de nosotros mismos, un claroscuro de deseos, miserias y sueños. [1]

David Lynch (1980) durante el rodaje de The elephant man
I. SOBRE LO SINIESTRO Y EL RESPLANDOR DE UN ESPÍRITU.

 La película de David Lynch nos cuenta la historia de Joseph Merrick, un ser humano que  nació con una extremadamente rara enfermedad hoy conocida como el síndrome de Proteus (en referencia al dios griego Proteus que podía cambiar de forma, aunque también se especuló con la fibromatosis) y que implica un crecimiento excesivo de la piel y un desarrollo anormal de los huesos, normalmente acompañados de tumores en más de la mitad del cuerpo. Merrick constituye una de los escasos casos conocidos de esta enfermedad, a parte de ser un caso severo pues tenía afectado una gran parte de su cuerpo: anormal curvatura de la columna vertebral, tumores fibrosos en el 90% del cuerpo, macrocéfalo, bronquitis crónica, protuberancias óseas y el brazo derecho completamente atrofiado. Frederick Treves, el doctor al cual debemos el conocimiento de su caso, lo halló en lo que en las ferias de aquellos días se conocía como exhibición de fenómenos (freaks). El descubrimiento de Merrick por parte de Treves viene acompañado por la conocida escena en la que éste le contempla por primera vez y en la que su mirada refleja el encuentro que se da entre lo terrible con lo compasivo y que une a través de esta mirada al espectador con su protagonista: el hombre elefante.

Frederick Treves (Anthony Hopkins) la primera vez que contempla a John Merrick
Treves convence a su "propietario", el señor Bytes (Freddie Jones), para que lo deje ir al hospital donde el trabaja para examinarlo... Posteriormente hace la presentación y análisis clínico de su hallazgo ante la comunidad científica. Treves, ante las lesiones de Merrick imagina que éste es "un imbécil, un completo idiota" en el sentido de que está convencido de que sus capacidades mentales estan muy disminuídas.

La llegada de John Merrick (John Hurt) y la vestiduras que le cubren a su llegada a la recepción del hospital.
Merrick vuelve al hospital tras una paliza propinada por Bytes en una de sus habituales borracheras y es aquí donde Treves sospecha que Merrick le comprende, que quiere comunicarle algo... Poco a poco Treves se gana su confianza y así Merrick reconoce que le entiende y luego logra que pronuncie las primeras palabras... Poco a poco Merrick va revelando una personalidad basicamente bondadosa, de una extrema sensibilidad y belleza, así como una inteligencia superior a la normal. Poco a poco Merrick accede a un mundo de cuidado y de respeto donde de repente se le protege. Treves, quien le esconde en una habitación del hospital empieza a contar con la ayuda de la enfermera jefe (Wendy Hiller) y de su director, el doctor Kart Gomm (Sir John Gielgud). Es con este último con quien descubren que Merrick no sólo puede hablar sino que sabe leer y escribir (en la escena de la narración del salmo 20 de la Biblia). Frente a ellos tenemos a sus explotadores como Bytes, quien reclama su propiedad, su negocio, o Sony, el guardian nocturno (Michael Elphick) quien haciendo negocio de ello cuela a gente por la noche para mostrarlo.

Imágenes del verdadero Joseph Merrick, quien contaba 21 años cuando Treves le descubrió y
de la extrema deformidad provocada por su enfermedad.
Treves le lleva un día a su casa y le presenta a su mujer Anne (Hannah Gordon) y juntos toman el té... En la presentación Merrick se emociona profundamente: "Es que yo no estoy acostumbrado a ser tratado tan bien por una mujer tan hermosa" dice sollozando. Su sensibilidad se despliega cuando al mostrar el retrato que conserva de su madre dice:

Yo debí ser una gran decepción para ella [...] si pudiera encontrarla y ella pudiera mirarme con amor queridos amigos, aquí y ahora quizá me amaría tal como soy... Yo me he esforzado mucho por ser bueno...

Veamos esta escena tan impactante:


También Merrick descubre su exquisita sensibilidad ante la actriz de teatro que se interesa por conocerle. Mrs. Kendall (Anne Bancroft) le regala una foto suya y un libro: Romeo y Julieta. En una lectura mútua del libro, una emocionada Mrs. Kendall aprecia el corazón sutíl que vive en el interior de un cuerpo hecho cárcel: "¡Oh señor Merrick. Usted no es el hombre elefante... Usted es Romeo", dice tras darle un beso.

- El hombre elefante: el reverso de lo siniestro.

La historia de Joseph Merrick se nos muestra justamente como el reverso de aquello que Freud nos mostró en su análisis de lo siniestro (Umheimlich). Para no alargarme transcribo una parte de lo que comenté al respecto en la entrada dedicada a la película IT acerca de este concepto:

Freud vincula aquellas manifestaciones que siendo de naturaleza espantosa o angustiante, no obstante se relacionan con lo extremadamente cercano, lo familiar. Lo siniestro surge cuando aquello que debería estar oculto se manifiesta, o en términos psicológicos cuando aquello que está reprimido de repente se hace presente con toda su carga de angustia y espanto.

El hombre elefante se nos muestra con toda su "naturaleza espantosa o angustiante" para mostrarnos no obstante toda su bondad, toda su inocencia... toda su sensibilidad oculta en un cuerpo aparentemente siniestro. De él no surge ninguna maldad, ningún horror, surge simplemente una exquisita sensibilidad, una profunda bondad e inocencia, su absoluta falta de rencor después de haber sufrido una vida de penalidades para la mayoría de nosotros inimaginables. Como grita Merrick en una escena de la película, grita que a pesar de su cuerpo él es un hombre, un ser humano: "¡Noooooo...! ¡Yo... Yo no soy ningún monstruo! ¡No soy un animal! ¡Soy un ser humano! ¡Soy un hombre!". Un grito que cala hasta el último recoveco de nuestra alma invocando la dignidad incuestionable, y sin embargo tan cuestionada, de todo ser humano. Como decía Miguel Alcíbar... En algún recóndito sentido todos somos Merrick.

- El resplandor de un espíritu.

Después de ver la película sentía a Merrick como un alma gemela de Gregor Samsa, el trágico protagonista de La metamorfosis de Kafka. El hombre elefante de Merrick, como el insecto repulsivo en el que Gregor Samsa se ha transformado una mañana al despertar asumen su condición con una dramática resignación... Viven la vida como un "horror cotidiano"... Sin embargo, su persistencia, su resistencia parece ser un testimonio de que más alla de las formas habita un ser que sufre y goza como  nosotros... Su propia persistencia parece ser en ocasiones una provocación al falso mundo de las "buenas imágenes" sobre las que se oculta el condicionamiento de la dignidad del ser humano. John Merrick deviene el resplandor de un espíritu oculto en la oscuridad de las formas, un resplandor de luz en "la noche del mundo". La famosa maqueta que Merrick construyó nos daría testimonio de ello... Más allá del mundo de las apariencias habita un ser sensible del que surge la belleza y la delicadeza en ese reverso de lo siniestro en el que el hombre elefante se constituye.


La maqueta que John Merrick construyó en su estancia en el hospital.
En un mundo donde la construcción de la imagen nos determina tanto, Merrick es la antimagen que en realidad se oculta tras ella y no como la sombra sino como un más alla de ella... La oscuridad que transmite toda la película de Lynch es un justo reverso de la oscuridad que hoy en día se oculta bajo las buenas imágenes que somos impelidos a tener para conservar una supuesta dignidad de ser.  La "buena imagen" que hoy construímos oculta el Merrick sufriente que tras ella se halla, el ser indigno que nos habita. Merrick grita, GRITA la incuestionable dignidad por ser simplemente un ser humano, más allá de logros y resultados, de razas, castas o géneros, de cunas y casas, más allá de jerarquias y autoridades, más allá de cualquier condicionante a la que la dignidad es consciente o inconscientemente sometida y mancillada y a la que tan acostumbrada nos tiene el dominio de lo que Jung llamó la psique colectiva como vimos en la anterior entrada dedicada a la película de Bergman Persona. Y la lección de Joseph Merrick, la gran lección es que el ofrece respeto donde sufrió humillación, sensibilidad donde sufrió crueldad sin límite, bondad donde tan sólo sufrió la maldad y la crudeza del ser humano, comprensión donde él tan sólo recibió violencia, rechazo, desconfianza y abuso.


II. SOBRE LO HUMANO Y LO INHUMANO.

En Visión de paralaje Slavoj Zizek hace una interesante reflexión sobre "lo inhumano":

... "no es humano" no es lo mismo que "es inhumano". "No es humano" significa simplemente que es algo exterior a la humanidad, animal o divino, mientras que "es inhumano" significa algo claramente diferente: el hecho de que no es humano ni inhumano sino que está marcado por un terrorífico exceso que, a pesar de que niega lo que entendemos por "humanidad", es inherente al ser humano. [2]

Es decir que lo inhumano forma parte del ser humano... El hombre es capaz de inhumanidad porque esta reside en su esencia. Sus terroríficos excesos son obvios como se demuestra a lo largo de la historia tanto en los planos sociales como más individuales... Desde esta perspectiva y, una vez más, el hombre elefante, Joseph Merrick, nos retorna al reverso de lo inhumano. Dentro de la misma reflexión de lo inhumano, Zizek nos ofrece la siguiente observación sobre Gregor Samsa:

En la metamorfosis de Kafka, Grete, la hermana de Gregorio Samsa, nombra a su hermano transformado en insecto como un monstruo: la palabra alemana usada es, ein Untier, un no amimal, en estricta simetria con inhumano. Lo que obtenemos aquí es lo opuesto de lo inhumano, el animal, que aunque siga siendo un animal, no es realmente animal: el exceso sobre lo animal en animal, el núcleo traumático de la animalidad, todo eso solo puede emerger "como tal" en un humano que se ha transformado en animal. [3]

"Lo inhumano" en el hombre tiene su representación en el mito del licántropo, el hombre-lobo, al cual ya dediqué una entrada en este blog [4]. El exceso brutal y cruel, esencialmente violento, que surge de la aparente "humanidad" y que como exceso no surge sólo como un animal sino como un animal esencialmente violento y poseído por la pulsión de destruir. Recordemos que Lacan nos mostró que la agresividad humana, para diferenciarla de la animal, surge "de un modo de identificación que llamamos narcisista", una agresividad que se relaciona no con lo instintivo puramente sino con la "presión agresiva" que se relaciona con motivaciones más personales y profundas que nada tienen que ver con la dimensión biológica del instinto en el mundo animal.

En el caso de Joseph Merrick asistimos justamente a lo contrario... Su aspecto aparentemente inhumano, su "monstruosidad" (un no animal que tampoco es reconocido como hombre, una anomalía al fín) revela esencialmente su humanidad cuestionando una vez más la falsedad de las formas, de las imágenes... De la apariencia esencialmente humana de Lawrence Talbot surge la violencia del hombre-lobo, como de la apariencia humana de Irena surge la mujer-pantera. Contrariamente a ello, de la apariencia monstruosa de Joseph Merrick surgen lo valores esencialmente relacionados con la humanidad: respeto, sensibilidad, comprensión, belleza... dignidad y ompasión. Es el grito de Merrick cuando una masa humana le persigue y le acorrala  cuando un niño le arranca la capucha con la que disimula su rostro y que parece interpelar quien es aquí quien, quien el ser humano, quién el monstruo...

¡Yo no soy ningún monstruo! ¡No soy un animal! ¡Soy un ser humano! ¡Soy un hombre!
Ashley Montagu nos dice en su estudio sobre El hombre elefante:

El lamentable sufrimiento de Merrick se acompañó de una angustia sin alivio por sus cada vez más agravadas deformidades físicas e hizo de su vida una carga de penas. Agravado por la dificilmente soportable aflicción, con pocas excepciones, por la constante humillación y frustración a la que fue sometido por el mundo en que vivía. Que surgiera de esta interminable cadena de dolor y tormento un alma tan amable y sensible, un gran espíritu, agranda nuestra comprensión de la naturaleza de la naturaleza humana. [5]

Las humillaciones a Joseph Merrick cuando fue secuestrado por Bytes...
Es inevitable no sentir en ese momento el ser oculto que nos habita gritando con él... ¡Ese que también soy, ese oculto que vive en mi es también digno! Es en ese sentido que en la oscuridad de nuestro mundo interno todos somos Merrick. Más allá de la sombra mora una alma dañada, humillada y solitaria cuyo máximo dolor es no reconocerla nosotros mismos negándola a través de las imágenes de la apariencia y del reconocimiento que condiciona, insistiendo en que la dignidad está condicionada y que esta condición es la que nos la otorga o nos la quita. Joseph Merrick eligió vivir porque eligió mantener la dignidad de su ser. Volvemos a Ashley Montagu:

El habría podido, en cualquier momento, cortar el fino hilo del que colgaba su vida. Pero decidió vivir. No importa cuantos golpes pudiera tener reservado el destino para él, Merrick estaba resuelto a seguir adelante. Fue como si se hubiera dicho a sí mismo, "Sufro, por lo tanto soy. Y soy lo que soy porque sufro". Fue, creemos, una decisión consciente a la cual él había llegado bastante pronto en su vida, para vivir su vida con la dignidad de un hombre, para mantenerse levantado tan erecto como podía, y mientras la luz de la llama ardiente que ardía dentro de él parpadeara, mantendría la fe en sí mismo. [6]

Sólo desde este texto es comprensible el final dramatizado de la película en el que se supone que Merrick murió al decidir acostarse como un ser humano  - contaba por entonces veintisiete años -, y que ello no fue más que una afirmación de su humanidad.

III. EL PODER DEL AMOR.

                                                                                  Hay un antiguo refrán del oriente antiguo 
                                                                                  que dice que como  Dios no podía  llegar 
                                                                                  a todas partes creó por ello a las madres.

Una de las cosas que llamó la atención sobre la historia de Joseph Merrick es precisamente esa determinación que le llevó mantener esa fe en sí mismo a pesar de tanto sufrimiento y de tanta humillación y trato denigrante. Justamente la película no da una respuesta clara acerca de este tema. La película no nos aclara mucho el papel que jugó la madre de Joseph de quien sólo sabemos en la escena inicial, por lo foto que muestra Joseph y por la escena final de la película, cuando tras su muerte aparece su imagen mientras su voz en off, acompañada del Adagio para cuerdas de Samuel Barber, dice: "Nada, nada morirá jamas. La corriente sigue su curso, el viento sopla, la nube vuela ligera, el corazón palpita... Nada morirá."

"Nada, nada morirá jamas. La corriente sigue su curso, el viento sopla,
la nube vuela ligera, el corazón palpita...  Nada morirá." 
El final de la película nos vuelven a recordar los versos de Withman que citamos en la entrada dedicada a "Todas las mañanas del  mundo", el retorno a lo eterno femenino:

                                     A tu portal vengo muerte,
                                     quiero penetrar en tus dominios soberanos, oscuros, ilimitados,
                                     llegar a los recuerdos de mi madre, a la identidad divina, a la
                                     maternidad [7]


También son inevitables, y concuerdan con el espíritu de los versos de Withman, los de Goethe sobre el eterno femenino en el acto final de la la segunda parte de su Fausto:

                                     Contemplad la mirada redendora,
                                     piadosos arrepentidos,
                                     que en vuestra bienaventuranza
                                     os transformó en su gracia.
                                     Todo espíritu superior
                                      pronto estará a tu servicio.
                                     ¡Virgen, madre, reina,
                                     diosa, se clemente!

                                     Todo lo efímero
                                     es solo alegoría

                                     Lo inasequible
                                     tornase ahí suceso;
                                     lo inefable
                                     ahí está consumado;
                                     lo eterno femenino
                                     nos encumbra. [8]

El inicio de la película se fundamenta en la explicación de Joseph Merrick en un pequeño opúsculo que escribió acerca de su vida y en el que nos narra:

Vine al mundo el 5 de Agosto de 1980. Nací en Lee Street, Wharf Street, Leicester. La deformidad que ahora exhibo fue causada al ser sustada mi madre por un elefante. Mi madre caminaba por la calle cuando pasó junto a ella un desfile de animales, y por desgracia fue empujada y cayó bajo las patas de un elefante, cosa que le dió un susto muy grande. Al ocurrir esto en época de embarazo, fue la causa de mi deformidad. [9]

Las investigaciones de Ashley Montagu ponen la resiliencia que Joseph Merrick mostró hasta su muerte, precisamente en el papel que parece que jugó su madre, Mary Jane Merrick, rectificando así varios errores que al respecto cometió Frederick Treves en su trabajo sobre El hombre elefante. Hasta que falleció de una bronconeumonía un 19 de mayo1873, Mary Jane Merrick dispensó un gran amor y un gran cuidado a Joseph, a la vez que le enseñó a leer y a escribir. Tenía once años cuando ella falleció y desde los cinco años empezó a manifestar los primeros síntomas de su terrible enfermedad. Con la muerte de su madre, a la que siempre recordó con cariño y amor y a la que consideró siempre una buena madre, empezó el tormento de Joseph, quien quedó al cuidado de su padre, Joseph Rockley Merrick - al que siempre le reprochó que no le quiso como un hijo -. No obstante, a partir del matrimonio de éste con una mujer casada y con dos hijos que jamás le aceptaron, empezaron las vejaciones, maltratos y abusos en su familia que le llevaron a los diecisiete años a abandonar su hogar y así iniciar una vida en que tras breves períodos de calma, el maltrato y la humillación, a parte del dolor y las limitaciones provocadas por su enfermedad, fueron constituyendo el tormento que ya persiguió definitivamente su vida. Ashley Montagu destaca y reivindica el papel de Mary Jane como  madre cuando nos dice:

Entendemos por amor la habilidad de comunicar al otro, mediante actos demostrativos, la profunda implicación en su bienestar, así como ofrecer todo el apoyo, socorro, estimulación y ánimo para un sano crecimiento y desarrollo; de manera que siempre se puedan apoyar en uno para su crecimiento; de que nunca se cometerá la traición suprema de abandonarlos cuando necesitan ayuda; de que siempre estarás allí para responder sus necesidades; de que les apoyarás en a sentirse plenos enriqueciéndolos y alentándolos a darse cuenta de las potencialidades que hay en ellos para llegar a ser seres humanos que puedan amar a los otros, que vivirán como si vivir y amar fueran una, amando a los otros más que a sí mismos.

Debe quedar claro que esta descripción del amor es precisamente lo que una madre amorosa realiza para su hijo desde su nacimiento, incluso antes y en adelante. [10]

Davyd Lynch y John Hurt durante el rodaje.

IV. UNA REFLEXIÓN MODERNA SOBRE EL TEMA: DISTRICT 9 - Neill Blomkamp, 2009 -

Una película reciente, de ciencia ficción, aborda brillantemente el tema de la dignidad. Se trata de la película de ciencia ficción Distric 9 del sudafricano Neill Blomkamp. Metáfora del reciente pasado de Sudáfrica y su política del appartheid, la película nos muestra una nave extraterrestre que se posó sobre Johannesburg y que, para sopresa de todos, trajo unos visitantes insectoides del todo inesperados. Privados probablemente de sus principales jefes que debían unificar la colonia, los aliens viven en un estado total de abandono y miseria, a pesar de la tecnología que la nave muestra y de las complejas armas que con ellos llegaron. La película, a través de esta hábil propuesta, nos presenta temas habituales:

- El brutal appartheid del geto (district 9) al que son sometidos los aliens y que hace buena la idea de la "hipocresía multicultural" mostrándonos con claridad que donde acaba el folclore y empiezan las diferencias molestas, la tolerancia multiculturalista se acaba para dar lugar a la represión más infame y violenta. El problema de los campos de refugiados y el homo sacer de Giorgio Agamben en clave de ciencia ficción.

- El interés del complejo político-financiero-militar por experimentar con las armas que han llegado con los aliens y la brutal utilización de los alienígenas como "conejillos de indias" en el más puro estilo de campo de concentración nazi..

- Todo el contrabando organizado alrededor del tráfico de armas y de comida para los aliens (que enloquecen por latas de comida para gatos).

Cristopher, uno de los alienígenas de Distric 9
Sin embargo, lo interesante de la historia es la trágica aventura a la que su protagonista es lanzado. Wikus Van de Merwe (Sharlto Copley) es el responsable de campo de la MNU y está al mando del desahucio de los alienígenas, que van a ser reubicados en el Distrito 10 (situado muy lejos de Johannesburgo). Debido a la ingestión involuntaria de un líquido alienígena, Wikus (casado con la hija del presidente de la MNU - Multi-national-united -, empresa privada que gestiona el control de los alienígenas como tapadera de su auténtico  interés: explotar el armamento alienígena con fines económicos - sólo operable con ADN alienígena -), enferma repentinamente y empieza su calvario al empezar a transformarse su cuerpo humano en el de un alien...

La transformación de Wikus en alien.
De ser un funcionario felizmente casado, Wikus, pasa a ser perseguido por todos, por los humanos que le rechazan como un monstruo y por la MNU - con su suegro a la cabeza - y los traficantes porque con su transformación Wikus puede ahora accionar las armas alienígenas. Poco a poco asiste con horror a la realidad que se oculta tras la MNU. A través de su trágica aventura, un desesperado Wikus sufre el mismo dolor y humillación, el abuso al que los aliens son sometidos... Observamos en Wikus el horror y la desesperación que va de lo humano a lo inhumano, a lo mostruoso y al sufrimiento de su núcleo humano en un repulsivo - para los humanos - y rechazado cuerpo alienígena...

El final de la película nos muestra a un Wikus ya totalmente transformado y que entre escombros metálicos construye una flor metálica para su mujer... Una vez más, y como vimos en el hombre elefante, de lo monstruoso y siniestro surge el amor, lo bondadoso... De lo inhumano lo humano.

Wikus totalmente transformado, construye una flor metálica para su mujer.
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[1] Alcíbar, Miguel. El hombre elefante. Revista Frame de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Sevilla. Número 7: http://fama2.us.es/fco/frame/frame7/
[2] Zizek, Slavoj. Visión de paralaje. Fondo de cultura económico, pág. 31
[3] Ídem anterior, pág. 32
[4] Pulsa aquí para ver la entrada: El licántropo y la naturaleza de la violencia.
[5] Montagu, Ashley. The elephant man. A study in human dignity. Arcadian House, pág. 90. La traducción de los párrafos que se citan de esta obra es mía.
[6] Ídem anterior, pág. 100.
[7] Withman, Walt. Hojas de hierba.
[8] Goethe, Johann Wolfgang. Fausto. Parte II. Acto V. Debolsillo Ediciones.
[9] Merrick, Joseph. Autobiografía de Joseph Carey Merrick, en La verdadera historia del hombre elefante, Howell, Michael y Ford, Peter, Noger, pág. 225
[10] Ver nota 5, págs. 79 y 80