Recuerda el día del sábado para santificarlo. Seis días trabajarás y harás todos tus trabajos, pero el día séptimo es día de descanso para Yahvé, tú Dios. No harás ningún trabajo, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu sierva, ni tu ganado, ni el forastero que habita en tu ciudad. (Éxodo, 20, 8-10)
Decálogo 3 nos plantea una curiosa historia que transcurre durante la nochebuena y en la que nuestro protagonista, Janusz (Daniel Olbrishky), un taxista que aparece disfrazado de Santa Claus para pasar la noche con su familia, será apartado de ella para ayudar a una ex-amante, Ewa (Maria Pakulnis) a encontrar a su esposo Edward. Dice el catecismo de la Iglesia Católica al respecto:
Los cristianos deben santificar también el domingo dedicando a su familia el tiempo y los cuidados difíciles de prestar los otros días de la semana. (En par. 2186)
Deben dar todos un ejemplo público de oración, de respeto y alegría, y defender sus tradiciones como una congribución preciosa a la vida espiritual humana. (En par. 2187)
Obviamente Janusz, con su decisión de ayudar a su ex-amante, todo y asistir a la misa del Gallo como buen cristiano, se aparta del espíritu de la nochebuena, fiesta de precepto de naturaleza esencialmente familiar y religiosa, al poner una excusa - el robo de su taxi - para poder ayudarla.
Janusz y Ewa, protagonistas de Decálogo 3. |
Para el comentario de la película vamos a dividir su trama en dos partes, cada una de ellas para dar cuenta de lo que, según mi comprensión, pretende transmitirnos la película.
I. PRIMERA PARTE: RESENTIMIENTO, ENVIDIA Y CULPA.
Hay noches en las que el porvenir queda abolido, en las que de todos sus instantes solo susbsiste aquel en el que elegiremos dejar de ser (E. M. Cioran) [1]
- La trama.
Este episodio de la serie merece una descripción de la trama antes de entrar en su análisis, precisamente para una mejor comprensión de éste. Como en todas las películas de Kieslowski el elemento simbólico tiene su importancia. Vemos así como, y después de la escena de Janusz disfrazado de Santa Claus (cruzándose, como es habitual en otros decálogos en Kieslowski, con el padre protagonista de Decálogo 1) repartiendo regalos para toda su familia, se nos muestra a una joven (Ewa) que visita a su tía en un asilo... Mientras la otra gente del asilo está celebrando la Nochebuena, la tía está sola en su habitación durmiendo. Ewa se acerca para dejarle sobre su mesa un regalo. La tía despierta y la reconoce si bien con algunas deficiencias debido a alguna enfermedad senil... Tras unas pocas palabras vuelve a dormirse... La evasión de una realidad marcada por la soledad y los recuerdos confusos en el tiempo. Probablemente una imagen del miedo de la propia Ewa proyectada al futuro y que aclararemos en este comentario...
Otro elemento presente en toda la película es la nieve, las calles nevadas, gélidas, húmedas y vacías... como la propia soledad que siente Ewa.
Ewa con su tía |
Ewa: ¿Por qué no vamos al hotel los dos y nos metemos en la cama? Así podrás llamarle y darle el número de la habitación.
Janusz: No, no fui yo quién le llamo aquella vez.
Ewa: Querías que acabáramos y volver a casa. A tu hogar, dulce hogar.
Janusz: Yo no le llamé...
Ewa: Fue él quien me lo dijo... Es cierto, no diste tu nombre...
Janusz: Ewa, en serio, no fui yo quien le llamó, debes creerme.
Ewa: Hacemos buena pareja. De acuerdo, olvidémoslo.
Aquí descubrimos que se reveló su condición de amantes y que parece que Ewa le culpa de haberlo hecho él para liberarse de ella y poder volver a su tranquilidad hogareña, si bien él lo niega.
Luego la lleva al hospital de guardia y allí al mostrarles el cadáver - pues el hombre ya ha fallecido, volvemos a tener un nuevo momento de tensión. Ewa reacciona como si fuera Edward... pero cuando se quedan solos le dice que no lo tape, que no es Edward y le dice entonces lo siguiente:
No hace falta que lo cubras. No se trata de él... Aunque me gustaría que lo fuese. O que lo fueses tú. Cuantas veces habré imaginado vuestras caras aplastadas por los neumáticos de un camión. Una vez soñé contigo. Tenías el cuello roto y la lengua completamente fuera. Cuando te vi me eché a reír. Me pregunté a quien hizo daño este de aquí - refiriéndose al cadáver - que se va a regocijar con lo que le ha pasado.
Ewa expresa su resentimiento a ambos hombres, por Edward y Janusz. Al salir del hospital Janusz conduce muy rápido y son parados en un túnel por la policía quienes creen que son los ladrones del coche (pues la mujer de Janusz ha puesto la denuncia). Al demostrar Janusz que es el propietario y al decir Ewa que lo han encontrado les dejan ir y entonces encontramos un tercer momento de tensión...
Janusz: Tienes razón respecto a que conduje demasiado rápido
Ewa: Podrías haber estrellado el coche y habernos matado a los dos. ¿Quieres que lo volvamos a hacer?
Janusz: ¿Quieres?
Ewa: - asiente en silencio -
Janusz: Ponte el cinturón.
Ewa: - niega en silencio -
Janusz arranca entonces bruscamente y encara el coche a toda velocidad contra un tren que va por el lateral del túnel... Lo enfrenta y observamos como Ewa asiste ello sin mover ni un músculo, sin pestañear... Aparece entonces "el ángel del destino" (el personaje que ya hemos ido viendo en los otros episodios) y justo unos metros antes del choque Janusz desvía el coche.
Unos metros antes del choque |
Tras ese momento deciden ir a casa de Ewa... Al llegar ésta le dice que antes de subir se espere por si Edward estuviera... que aguarde a una señal suya si no está. Observamos entonces algo que ya es muy sospechoso. Aunque la mesa está puesta para dos luego coloca en el cuarto de baño un cepillo, una maquinilla de afeitar y una brocha que humedece en agua. Se hace obvio para el espectador que algo no cuadra con la historia de Edward. Confirma que algo no va cuando además Ewa llama al servicio de urgencias para avisar que un tal Edward Garus está desvanecido en una parada de autobús... Luego avisa a Janusz para que suba. Es aquí donde la historia de lo que ocurrió entre ambos se va clarificando:
Janusz: En serio que no fui to quien hizo aquella llamada hace tres años... Aquello me importaba. Tú eras importante. Si realmente quieres saberlo... Yo te quería. Y estaba deseando cambiarlo todo. Cuando nos vestimos y él estaba allí de pie, dándonos la espalda ni tan siquiera me miraste. Te cogí la mano y me la rechazaste. Fue entonces cuando dijo que podías elegir o quedarte o irte con él. Y fuiste tras él sin decir palabra.
Ewa: Si, así fue como ocurrió... Pero Edward puso otra condición más. Podía volver con él siempre que no nos volviésemos a ver.
Janusz: Si, y tú dijiste que no tenías intención de volverme a ver. Y yo dije que de acuerdo.
Ewa: Así es como fue... Dame la mano.
Pero Ewa sigue entonces con el resentimiento:
Ewa: Sin amor... Incomprendido. Tienes razón. Fue por mi culpa. Pero parece que has salido bien del paso. ¿No? Eres el mismo que eras antes. ¿No es cierto? Te las arreglaste para que todo volviera a funcionar de nuevo. Eres simpático, agradable, cuidadoso... Y nunca te olvidas de recoger la colada.
Janusz: ¡Suéltame! - dejándole la mano -
Ewa: ¡Con mucho gusto, apesta a gasolina!
Janusz va a lavarse las manos y Ewa, desde detrás de la puerta sigue...
Ewa: ¿¡Has pensado alguna vez en que ocurrió cuando dejamos aquel hotel!? ¿¡En cómo me sentía!? ¿Cómo me sentía cuando daban alguna película romántica en TV y el me miraba a mí en vez de mirar la tele? ¡No volvimos a hacer el amor desde aquella noche!
¿Has pensado alguna vez lo que ocurrió cuando dejamos aquel hotel? |
Cuando Janusz sale del lavabo, Ewa dice que le ha mentido con lo que ha dicho, que Edward y ella son una pareja normal. Parece entonces que van a despedirse... Le da un beso en una mejilla, luego en la otra, y justo cuando va a besarla en los labios llaman a la puerta. Parece que Edward ha llegado (siempre tan oportuno - dice ella -). Pero no, son unos niños cantando villancicos... Se da entonces una tierna imagen donde ambos les miran abrazados... como una feliz pareja por unos instantes. Luego Ewa le recuerda para lo que están aquí, seguir buscando a Edward.
Como una feliz pareja por unos instantes... |
- Sobre el resentimiento y la envidia.
Observamos, hasta este momento, algunos aspectos que tenemos que destacar:
a) Su resentimiento con Janusz por un motivo que este niega: haber sido el quien denunciara su relación a Edward (probablemente una pequeña paranoia para no asumir el miedo que la llevó a elegir a Edward y sus condiciones)
b) Un incierto deseo de muerte manifestado en la escena del túnel.
c) La asunción de su culpa en relación a su separación de Janusz y elección de continuar con Edward pero que rápidamente es desviada a su envidia por el hecho de que Janusz haya rehecho su vida con su familia, a diferencia suya, y su autopercepción de víctima en toda la situación.
Es fundamental para entender este complejo comportamiento atender el siguiente texto:
La proyección de los propios impulsos destructivos del sujeto, activadas por el odio como consecuencia de la frustración y de la separación del objeto, y por la envidia ante la percepción de la capacidad autónoma que presenta el objeto para dar, crear y gozar, convierten el objeto en malo y retaliativo (resentimiento), lo cual provoca nuevos ataques defensivos contra él por incremento de las ansiedades persecutorias.
Por consiguiente, este objeto devenido malo por efectos del odio y la envidia proyectados, exacerba el resentimiento que, mediante sus fantasías vengativas funda su propia legalidad que le confiere derechos y lo exime de responsabilidad y culpa. Por ello el sujeto rencoroso necesita de una construcción paranoide, de un sistema interpretativo de la realidad hasta delirante, para sustentar la porción característica de la víctima privilegiada y castigadora. [2]
Obviamente el objeto malo es Janusz (y, como veremos más adelante, también Edward), quien es a la vez objeto de envidia al mantener y disfrutar de su familia (como veremos que también ocurre con Edward) y que por ello es también transformado en objeto de un resentimiento que libera a Ewa de su propio sentimiento de culpa y responsabilidad por la decisión que, bajo su responsabilidad, tomó de seguir con Edward. Y ya desde esta perspectiva adquiere pleno sentida la construcción paranoide de que fue Janusz quién llamó a Edward para denunciar su relación con el objeto de liberarse de ella y poder seguir con su familia lo cual permite a Ewa elaborarse como víctima privilegiada.
Dicho esto tenemos ahora que indicar que el resentimiento y la envidia forman parte de lo que se llaman pulsiones de muerte o de destrucción si bien de distinta manera. Dice Kancyper:
El impulso envidioso tiende a destruir el objeto en su capacidad creadora y de goce (M. Klein, 1960).
El impulso resentido en cambio, no persigue destruir el objeto sino castigarlo. El sujeto resentido mantiene que ese objeto, aunque malo en muchos aspectos, retiene para sí lo bueno; una posesión y un estado de los cuales ha sido "injustamente" privado, pero que "legalmente" espera aun reconquistar mediante un castigo reivindicatorio...[3]
Es lo que observamos en Ewa, el impulso envidioso como impulso destructor, cuando asiste impasible a la posibilidad de suicidarse cuando Janusz lanza el coche en dirección al tren que viene hacia ellos... (escena que me recuerda el final de Cara de Ángel, ya comentada en este blog (ver La femme fatal: perspectivas - II -) cuando Diane (Jeanne Simmons) precipita el coche al abismo junto con Frank (Robert Mitchum) incapaz de sostener su rechazo), mientras que la continua culpabilización a Janusz es más propia del impulso resentido. Si bien, según Ewa, Janusz es el objeto que la traicionó llamando a Edward para denunciar su relación, es también el hombre tierno y bueno del abrazo en la puerta frente a los niños cantando, hombre que, en todo caso, disfruta ahora otra mujer.
La familia de Janusz. |
El resentimiento surge por la amenaza que significa la pérdida de completud o de la perfección narcisista que en su comienzo lo incluye todo [...]
En efecto, el resentimiento surge como consecuencia de la imposibilidad, por parte del sujeto, de asumir el desmoronamiento de la imaginaria unidad espacial y temporal, sin fracturas.
El movimiento que lo anima es regresivo: retorno a un anhelado e imposible estado anterior.
La totalidad que se ha quebrantado es la unidad mítica de completud y el intento de su recuperación reaparece por la necesidad de la naturaleza humana de poseer una unidad corporal e histórica totalizadora. [4]
Y esa es la culpa interna que siente en su interior Ewa, la culpa de haber perdido esa unidad que transforma su soledad en castigo para ella, una vez más la soledad como ausencia de amor. La culpa que por insoportable es proyectada exteriormente en Janusz a través de la paranoia de su supuesta denuncia. La venganza del resentimiento no es más que, finalmente, una venganza sobre sí mismo en lo que no es más que una imposibilidad para desarrollar una vida satisfactoria. El drama del resentimiento es que cree que a través del control y el castigo recuperará la frustración provocada por la unidad perdida. Por eso el resentido no puede destruir al objeto de resentimiento, sino mantenerlo objeto de control y castigo. Su destrucción, por el contrario, acarrearía para el sujeto dos graves problemas:
asumir la incompletud [...]; o transformarse el mismo entonces en el depositario de sus propias pulsiones, lo que acarrearía el peligro de su disgregación psicótica. [5]
Nos queda así planteada la problemática que esta primera parte de la película nos ofrece.
II. SEGUNDA PARTE: CULPA Y REPARACIÓN.
- La trama.
La trama sigue justo cuando Janusz llama de nuevo a urgencias y allá le dicen que ha habido una llamada en la cual han avisado de un desmayo de un tal Edward Garus en una parada de autobús, pero que cuando ha llegado la ambulancia ya no estaba. Le dicen que esos casos se dan a veces en borracheras y les recomiendan que miren en el centro de alcohólicos. Esta escena, como la de Ewa con su tía al principio, adquiere también una dimensión simbólica.
Ewa y Janusz van al centro de alcohólicos y allí les muestran los que han llegado esta noche. La escena que sigue es de maltrato y humillación. Les tienen encerrados y desnudos y el guardián, un tipo bastante sádico, les lanza agua fría a través de una manguera para desperezarlos mientras se ríe abiertamente... Janusz reacciona con vehemencia ante tal abuso y se enfrenta al guardia quitándole la manguera. Una infeliz imagen para Ewa que no es más que una representación de la relación de castigo que Ewa mantiene con Janusz y finalmente, consigo misma.
Cuando luego salen del centro Janusz la dice que ya no tiene sentido seguir buscando y que se vuelve a casa, que dónde quiere que la deje... Ewa le coge la mano que sujeta el cambio de marchas. Janusz arranca y a los pocos metros Ewa desvía por sorpresa el volante llevando el coche a chocar contra un árbol de navidad en la calle...
El accidente de coche provocado por Ewa |
Esta escena es interesante, ya no se trata de chocar contra un tren y morir... Se trata de algo distinto, pues tras decirle que le ha estropeado el coche y que le ha arruinado la nochebuena le pide que le acompañe a la estación de tren... Tras preguntarle a una encargada de vigilancia si han visto a un hombre que Ewa describe a través de su ropa, ésta de repente le muestra una foto... La encargada niega haber visto a alguien parecido... Luego Ewa echa una mirada al reloj de la estación que marca las 7.02 y se aclara finalmente el misterio de Edward Garus y de nuestra historia, Ewa le muestra entonces a Janusz la foto en cuestión...
Janusz: ¿Quién es ese?
Ewa: Edward
La foto que Ewa la muestra a Janusz de Edward |
Ewa: Su mujer. Y estos son sus hijos. Vive en Cracovia desde hace unos tres años.
Janusz: ¿Tres años?
Ewa: Más o menos. He dicho muchas mentiras esta noche...
Janusz: No lo sé.
Ewa: ¿Conoces el juego? Si la persona que aparece por la esquina es un hombre, tendré suerte. Si es una mujer tendré mala suerte.
Janusz: Si lo conozco.
Ewa: He jugado a él esta noche. Me dije a mi misma. Si consigo pasar toda la noche contigo, hasta las 7 no importa cómo...
Janusz: ¿Qué entonces?
Ewa: Entonces todo iría bien.
Janusz: ¿Y si no lo conseguías?
Ewa: - le muestra entonces de su bolso las pastillas que pensaba tomarse -. Pensé en todo. Vivo sola. Es muy duro estar sola una noche como la de hoy. La gente...
Janusz: Si, se reúnen y encierran, corren las cortinas.
Ewa: Exacto
Es muy duro estar sola una noche como la de hoy. |
Finalmente Janusz la lleva con su taxi donde el coche que Ewa dijo que era de Edward y allí se despiden. Es una bonita escena final donde antes de separarse Ewa le dice a Janusz que ya sabe queno fue él quien hizo la llamada aquella noche... Se nota la expresión de contento en Janusz... Ya nos veremos - le dice - Y ambos se despiden con unos guiños realizados con los faros de los coches.
La despedida. |
- Culpa y reparación.
Ewa se nos muestra en este episodio como el reverso de Dorota en el episodio dedicado al segundo mandamiento y que ya comentamos en este blog. Ewa es la mujer que se quedó sin nada, que se quedó sola. Se quedó sin su pareja, se quedó sin su amante y sin la posibilidad de formar su familia... Esta segunda parte de la película la podemos entender como el proceso de aceptación de la no completud para Ewa y la reparación de un vínculo que probablemente quedó mal cerrado siendo fuente del resentimiento que muestra Ewa:
El resentimiento puede también operar como defensa, ejerciendo una función anti-duelo, porque abandonar ese vínculo objetal significaría el derrumbe definitivo de la ilusión y la admisión de que se ha perdido real y verdaderamente el objeto. Resurge el ejercicio del poder como un intento defensivo, para cancelar o apaciguar la irrupción amenazante del dolor, de angustias y de otros afectos y representaciones intolerables para el sentimiento de la propia dignidad y para el mantenimiento de la estructuración psíquica; retornando a la memoria del rencor para huir del enfrentamiento y de la asunción de la propia responsabilidad ante los conflictos actuales y actuantes.
A diferencia de la memoria del dolor, la memoria del rencor reintroduce el tiempo circular repetitivo de los duelos interminables y comanda el destino trágicos de los sujetos y de los pueblos. [6]
Efectivamente la soledad, en ese día de nochebuena, se le hace insostenible a Ewa y lo que realiza es forzar una situación desde su resentimiento, el de ser acompañada como sea por Janusz, su ex-amante. Sin embargo, y esto es lo bonito de esta historia, el quebrantamiento de la fiesta de la nochebuena por parte de Janusz desatendiendo a su familia deriva en la transformación del resentimiento destructivo y auto-destructivo de Ewa, de su memoria del rencor a la memoria del dolor:
La memoria del dolor admite el pasado como experiencia y no como lastre: no exige la renuncia de lo ocurrido y lo sabido. Opera como un no olvidar estructurante y organizador - pulsión de vida mediante -, como una señal de alarma que protege y previene la repetición de lo malo y da paso a una transformación y a una renovada construcción. [7]
El juego de Ewa esa noche (si llegó a las siete contigo todo irá bien) nos es más que la frontera que marca ese límite que va de la memoria del rencor a la del dolor. Del estancamiento a la transformación. Porque todo ese juego sólo tiene sentido por el amor y la importancia que le da Janusz a Ewa en esa travesía nocturna que es un "recuerdo" del amor que hubo en su momento: "Aquello me importaba. Tú eras importante. Si realmente quieres saberlo... Yo te quería. Y estaba deseando cambiarlo todo". Sólo alguien a quien se importa realiza esa entrega aun a costa de la propia familia y la propia fiesta: "Si, se reúnen y encierran, corren las cortinas". De la acusación en casa de Ewa pasamos al reconocimiento del dolor de la soledad, de las consecuencias de los hechos sucedidos (en esa caso ambos hombres tienen su familia y ella es la que ha quedado sola), la responsabilidad de la decisión que tomó y el reconocimiento de que fue él quien hizo la llamada en la estación (símbolo de puntos de partida y llegada) y en la despedida.
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(*) VER LA PELICULA EN YOUTUBE: https://www.youtube.com/watch?v=6WlF-aB1VzE
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[1] Cioran, E. M. El aciago demiurgo. Encuentros con el suicidio. Editorial Taurus, pág. 59
[2] Kancyper, Luis. Resentimiento y remordimiento. Estudio psicoanalítico. Lumen Tercer Milenio, pág. 61
[3] Ídem anterior, págs. 24 y 25.
[4] Ídem anterior, págs. 22 y 23
[5] Ídem anterior, pág. 25
[6] Ídem anterior, pág. 228 (en apéndice 2. La memoria del rencor y la memoria del dolor)
[7] Ídem anterior, pág. 205 (en apéndice 2. La memoria del rencor y la memoria del dolor)
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SERIE DECÁLOGO (pulsar en título para acceder a la entrada)
Decálogo 1. Yo, el señor, soy tu Dios. Ese frágil absoluto.
Decálogo 2. No tomarás en falso el nombre del señor, tu Dios. Compasión vs. culpa.
Decálogo 3. Santificarás las fiestas. Resentimiento, envidia y reparación.
Gracias, está muy bien redactado!
ResponderEliminarMuchas gracias por esta entrada. Un analisis muy preciso y certero. Un afectuoso saludo!
ResponderEliminarGracias por tu comentario Sebastián. Un saludo!
EliminarAdmiro el análisis que han hecho de esta hermosa serie
ResponderEliminarGracias por tu comentario. Un saludo
EliminarJaume, gracias por estos análisis tan elaborados y completos. Mi visionado del Decálogo se hace mucho más interesante con la lectura de tu blog después de cada capítulo. Gracias, gracias y gracias.
ResponderEliminarExcelente análisis. Gracias!
ResponderEliminarHola, gracias por compartir tu análisis. Creo que observás muy bien la película como para detallarla y analizarla parte por parte. Si me permitís una observación personal, me gustaría agregar a todo el analisis que hiciste, la particularidad de Ewa, que parece obligada por algún mandato a cumplir el mandamiento de Santificar las Fiestas. ¿Qué diferencia habría de encontrarse con su ex-amante ese día de Nochebuena u otro día cualquiera? Incluso, sería más fructífero que sea otro día para evitar posibles complicaciones y contratiempos como los de los villancicos. Sin embargo, se impera tener que hacerlo esa noche. Mientras que Janus falta al mandamiento, ella lo cumple, con lo más cercano al concepto de familia que tiene: su tía y su ex-amante que piadosamente cede a ocuparse de su problema esa noche.
ResponderEliminarMe parece que Kieslowski intenta mostrar cierta ridiculización de este mandamiento, atribuyendo al dogma el sin-sentido de la "fiesta" (domingo/sabbath). Ella puede lidiar con su soledad sin problemas, al parecer, pero no puede lidiar con el pecado de no santificar las fiestas. Pienso además en que ella tenía una cena preparada para alguien. T agrego la cuestión ligada al autocastigo que pudo haberse inflingido por pecar. Muestra total de una educación mortificante del catecismo.
Si me leíste, muchas gracias. No obstante, agradezco todo tu analisis detallado de toda la serie. Lo estoy siguiendo y leyendo con tiempo para dedicarle la atención a cada detalle y cada cita y cada elemento del cual te serviste para construir esta publicación.
Saludos.