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miércoles, 6 de agosto de 2014

LA CIENCIA FICCIÓN CONTEMPORÁNEA (I): UNA VISIÓN PSICOLÓGICA.

PARTE I. LOS PRECEDENTES. DE LA CIENCIA FICCIÓN DE LOS AÑOS 50 A STEVEN SPIELBERG.

Voy a dedicar ahora dos entradas a un género que desde que era pequeño siempre atrajo mi atención e interés. Recuerdo como esperaba los episodios de series como Invasores y las tribulaciones de su protagonista David Vincent (Roy Thinnes) con aquellos alienígenas que eran delatados por la rigidez de su dedo meñique. Series como Perdidos en el espacio, Viaje al fondo del mar, Tierra de gigantes, Espacio 1999 o la mítica Star Trek, o la posterior serie UFO (OVNI), protagonizada por el rubio comandante Straker (Ed Bishop) hacían que mi imaginación infantil y adolescente volara con ellas. Ya adolescente vi por primera vez La Guerra de los mundos de Byron Hoskins o El enigma del otro mundo de Christian Nyby o la fascinante 2001 Una odisea en el espacio. Sin embargo, vamos a darles aquí una lectura un poco distinta, una lectura más basada en las tramas secundarias que en la aparente trama principal.

Como ocurre en muchas películas de ciencia ficción o de terror, es interesante observar las tramas secundarias que transcurren más allá del aparente argumento principal de este tipo de película. Es una manera de observar como la que en este mismo blog dio lugar al análisis de la película de "Los pájaros" de Hitchcock, o “The dark”. Como dice Slavoj Zizek al respecto:

Las películas que están más lejos de los dramas de "familia" son las películas de catástrofes, que no pueden dejar de fascinar al espectador con una representación espectacular de un evento aterrador de inmensas proporciones. Ahora bien, estas nos van a llevar a la primera regla psicoanalítica para leer películas de catástrofe: evitar la tentación del "gran evento", y atender al "pequeño acontecimiento"; la lectura de la catástrofe espectacular como indicación de problemas familiares no resueltos. [1]

Y, en este sentido, el tema de este comentario tiene que ver con algunos cambios que creo observar en las tramas secundarias de algunas películas de ciencia ficción contemporáneas en relación con algunos de los clásicos del apogeo de la ciencia ficción de los años cincuenta, sesenta y setenta del siglo pasado. 

I. LA CIENCIA FICCIÓN DE LOS AÑOS 50: sentimientos vs. uniformidad.

El clásico artículo de Susan Sontag al respecto, La imaginación del desastre (1965)describe con ajustada precisión las características del apogeo de la ciencia ficción de aquellos años. Sontag destaca que generalmente sus protagonistas suelen ser un hombre, generalmente un científico aunque no siempre, y su novia que, a partir del momento en el que surgen los primeros indicios de la aparición de naves interestales, alienígenas, monstruos o catástrofes diversas, sufrirán su persecución inexorable y distintas penalidades. Así lo observamos en algunos de los grandes clásicos de esta época:

En el primer gran ejemplo de la década de los 50, El enigma del otro mundo (The thing from the another world, Christian Nyby, 1951), junto a la temática principal del decubrimiento de una nave espacial que trae a un peligroso alienígena que intentará acabar con los habitantes de una estación situada en la antártida, vemos la historia del capitán Patrick Hendry (Kenneth Tobey) y Nikki (Margaret Sheridan), la secretaria del doctor Carrington, el científico al mando de la estación. Hay un notable remake de este película de John Carpenter (La Cosa, el enigma del otro mundo, 1982), de características distintas.

El capitán Patrick Hendry y Nikki, protagonistas de The Thing (La cosa)

En 1951 también se produjo Cuando los mundos chocan (When world collide, Rudolph Maté, 1951), que nos narra la historia de un choque de planetas que acabará inapelablemente con la Tierra. La historia transcurre mientras los gobiernos construyen una nave que albergará los futuros habitantes de un nuevo planeta. Mientras, asistimos a la historia entre el piloto David Randall (Richard Derr) y Joyce Hendron (Bárbara Rush). Película inspiradora de las posteriores Meteoro (Ronald Neame, 1979), Deep impact (Mimi Leder, 1998) o Armageddon (Michael Bay, 1998)




En La guerra de los mundos (The war of the worlds, Byron Hoskins, 1953), basado en el conocido libro de H. G. Wells, junto a la temática de una masiva invasión alienígena sobre la tierra, asistimos a la historia entre el doctor Clayton Forrester (Gene Barry) y Sylvia Van Buren (Ann Robinson) la sobrina del pastor del pueblo donde cae bajo la forma de meteorito una de las naves invasoras.

Ann y el doctor Forrester, protagonistas de La guerra de los mundos.

En Vinieron del espacio (It came from outer space, Jack Arnold, 1953), el astrónomo aficionado John Putnam (Richard Carlson) y su prometida Eilen Fields (Bárbara Rush) observan como una nave espacial cruza el desierto impactando y creando un profundo cráter. A partir de este momento empieza la acción de un peligroso alienígena que para reparar se nave adopta la apariencia de los seres humanos transformándolos en una especie de zombis.


John Putnam y Eilen Fields, protagonistas de Vinieron del espacio.

De parecidas características es Invasores de Marte (Invaders from Mars, William Cameron Menzies, 1953), en la que una nave de Marte aterriza escondiéndose bajo tierra cerca de una pequeña población de Estados Unidos. Pronto sus habitantes empiezan a comportarse como seres sin sentimientos, como robots. David (Jimmy Hunt), un niño, es testigo de éste aterrizaje, y tras la transformación de sus padres intentará por todos los medios convencer de que se está sufriendo una invasión alienígena. Tobe Hooper hizo un interesane remake en 1986.

En una de las mejores producciones de la época, La invasión de los ladrones de cuerpos (Invasion of the body snatchers, Don Siegel, 1956), basada en el libro de Jack Finney, nos presenta otra invasión alienígena en forma de unas esporas que llegan del espacio duplicando a los seres humanos y convirtiéndolos en seres sin emociones ni sentimientos, los protagonistas son el doctor Miles Bennell (Kevin McCarthy), un médico de provincias, y Becky Driscoll (Dana Wynter) de visita en el pueblo que nació si bien vive en Inglaterra. Esta película tuvo luego tres remakes de los que hablaremos posteriormente.

El doctor Miles Bennell y Becky Driscoll, protagonistas de la Invasión de los ladrones de cuerpos.

Del mismo año es La Tierra contra los platillos volantes (Earth vs. Flying saucers, Fred S. Sears, 1956), la Tierra sufre la invasión de unos platillos volantes procedentes de un mundo moribundo. El doctor Rusell (Hugh Marlowe) y su mujer (Joan Taylor) se ven envueltos en la lucha por liberarse de esos seres.

El doctor Rusell y su mujer, protagonistas de La Tierra contra los platillos volantes.

También del mismo año 1956 merece especial mención la película Planeta prohibido (Forbidden planet, Fred M. Wilcox), basada en La Tempestad de Shakespeare. En ella un padre (Morbius, interpretado por Walter Pidgeon) y una hija (Altair, interpretada por Anne Francis) viven aislados en un planeta hasta la llegada de una nave al mando del comandante Adams (un joven Leslie Nielsen). Pronto empezarán a sufrir hechos extraños protagonizados por monstruos invisibles que tienen su origen en una máquina de los Krell, los habitantes desaparecidos del planeta, que tiene la propiedad de realizar los deseos... pero también los de id, el ello, la mente inconsciente. Con todo transcurre la historia de Morbius, un padre edípico que quiere retener a su hija, y el interés del comandante Adams por ella. Película precursora de las posteriores Solaris, Stalker, Horizonte final o La esfera.

Altair con el comandante Adams. Planeta prohibido, 1956.

En todas ellas observamos algunas características parecidas, y que se resumen en una contraposición entre el mundo emocional del ser humano y el mundo racional, frío e insensible o incluso inhumano de los extraterrestres, con la sola excepción de la película Ultimatum a la Tierra (The day the Earth stood still, Robert Wise, 1951), en la cual el extraterrestre (Klaatu, interpretado por Michael Rennie) viene a advertir a la Tierra de que no pueden proseguir con la escalada de sus armas nucleares. Hay un remake del 2008 protagonizada por Keanu Reeves.

En cualquier caso me parece destacable el comentario de Susan Sontag al respecto:

Las películas de ciencia ficción no tratan de ciencia. Tratan de la catástrofe, que es uno de los más antiguos del arte. En las películas de ciencia ficción, la catástrofe rara vez es concebida intensivamente; lo es siempre extensivamente. Es cuestión de cantidad y habilidad. Si se prefiere, es cuestión de escala. Pero la escala, especialmente en las películas en color y con pantalla panorámica [...], lleva el problema a otro nivel.

Así, el cine de ciencia ficción (como un género contemporáneo muy diferente, el happening) está relacionado con la estética de la destrucción, con las peculiares bellezas que pueden procurarnos los estragos, la confusión. [2]

Añadir que desde mi perspectiva, esto es cierto pero también insuficiente. Creo que hay una relación directa entre la catástrofe y las temáticas secundarias de este tipo de películas. La catástrofe, producida por causas naturales o por alienígenas invasores, corre paralelamente con las historias afectivas que caracterizan al ser humano y, especialmente, entre un hombre y una mujer. Los alienígenas, frios e implacables, carentes de emociones, de amor o cualquier otro sentimiento, o en su defecto algun tipo de catástrofe natural o cósmica, amenazan con acabar con ese tipo de relación emocional propia de los seres humanos descrita habitualmente como su valor más esencial y entrañable. Es inevitable poner el contenido de algunas de estas películas en relación con un momento histórico relacionado con la guerra fría entre USA y la antigua URSS, y en la cual había una cierta tendencia, aunque no en todos los casos, a relacionar el comunismo con los alienígenas queriendo conquistar el ser humano del "mundo libre" representado por esta libertad de manifestar los sentimientos (en realidad más que discutible).

II. UN INTERLUDIO: LA CIENCIA FICCIÓN DE LOS AÑOS SESENTA Y SETENTA: la soledad del hombre.

Tras esta época dorada de la ciencia ficción de los cincuenta siguió lo que llamo "interludio", un interludio que separa la ciencia ficción de los cincuenta con la que dará inicio a un nuevo modelo de finales de los setenta que llegó con la irrupción en el género de Steven Spielberg, especialmente en el cine de catástrofes. Pues bien, este interludio está caracterizado por lo que determinará los modelos fundamentales de la ciencia ficción, y que podríamos denominar modelos basados en la soledad del hombre. Y, en este sentido, nos referimos a tres modelos básicos:

- La soledad del hombre en entornos post-apocalípticos.
- La soledad del hombre frente a los poderes políticos y económicos.
- La soledad del hombre en entornos extraterrestres y / o tecnológicos.

Muchas películas se basarán en ellas o en su combinación

- La soledad del hombre en entornos post-apocalípticos.

Cuyo modelo esencial se halla en la película de El último hombre sobre la Tierra (The last man on the Earth, Ubaldo Ragona y Sidney Salkow, 1964), basada en el libro Soy leyenda de Richard Matheson y protagonizada por un Vincent Price en su mejor momento. Película de la que posteriormente tenemos dos remakes, la protagonizada por Charlton Heston (The Omega man, Boris Sagal, 1971), y la más reciente Soy leyenda (Francis Lawrence, 2007), protagonizada por Will Smith. En ellas los protagonistas son sobrevivientes de una plaga de virus que ha arrasado con el ser humano pero, en este caso, convirtiéndolos en una especie de vampiros. El protagonista debe vérselas para librarse de ellos durante sus ataques en la noche con la esperanza de encontrar en algún momento a otros seres humanos. Los personajes protagonistas viven presa de la amargura de su soledad y también de ser responsables de la causa de la extinción del ser humano.

Morgan, El último hombre sobre la Tierra

Otra gran película, una verdadera obra maestra de estos años en este sentido es El planeta de los simios (Franklin J. Shaffner, 1968), interpretada por Charlton Heston en el papel del astronauta George Taylor y en la que al volver de una misión sufren un accidente y logran salvarse él y dos astronautas más del hundimiento en las aguas de la nave en lo que parece ser un planeta desconocido. Más tarde son capturados por simios inteligentes que parecen ser sus pobladores y que tienen reducidos a unos seres parecidos a los humanos como animales de trabajo o servidumbre, incluso como mascotas... Capturados los compañeros de Taylor estos mueren mientras el intentará, con la ayuda de unos simios científicos que comprenden qué representa Taylor huir. El final de la película es apoteósico, cuando Taylor descubre en la orilla de la playa los restos de la estatua de La libertad... El planeta desconocido es finalmente el planeta Tierra al que Taylor llegó en una especie de viaje al futuro apoyándose en la relatividad del tiempo derivada de las teorías de Einstein.

El planeta de los simios.

Se observa en estas películas la preocupación ya no tanto por la invasión comunista propia de los años cincuenta, sino el temor de la destrucción de la humanidad por le ceguera del propio hombre, por el peligro que representa por sí mismo. La soledad del hombre es puesta de manifiesto en tanto en cuanto se hallan solos y carentes de relación en situaciones atípicas con el consecuente sufrimiento que ello les depara...

2. La soledad del hombre frente a los poderes políticos y económicos.

Nos encontramos aquí con dos películas paradigmáticas. La primera de ellas, otra gran obra maestra, se trata de Fahrenheit, 451 (François Truffaut, 1966), basada en el libro de Ray Bradbury, y en la que se especula con una sociedad que considera peligrosa los libros y en la que la función de los bomberos es quemarlos. El bombero Guy Montag (excelentemente interpretado por Oskar Werner), a instancias de una joven cuya familia es tachada de "antisocial" porque pretenden "pensar por sí mismos" sufre la tentación de leer algunos de ellos dándose cuenta de la infelicidad y enmortecimiento en la que el gobierno les mantiene.Un gobierno que les "procura" una aparente felicidad con la única condición de que no piensen por sí mismos y, en consecuencia, por ello son peligrosos los libros. Montag, cada vez más en contra de la situación, es denunciado por su propia esposa, logrando finalmente huir al lugar donde habitan los hombres-libro, un lugar donde cada ser humano recuerda de memoria un libro.

Fahrenheit 451

De parecidos significados es 1984 (Michael Radford, 1984), en la que un regimen totalitario liderado por el Gran hermano ve con malos ojos a aquellos que intentan reflexionar por sí mismos. Hay también la versión cómica del tema en la pelicula El dormilón (Sleeper, Woody Allen, 1973).

Otra gran película es Cuando el destino nos alcance (Soylent green, Richard Fleischer, 1974), ya comentada en este blog (pulsar aquí para acceder a la entrada), y en la que otra vez con Charlton Heston como protagonista, ahora como el agente de policía Robert Thorn, descubrirá el horror que se halla sobre el soylent green, un preparado alimenticio que abastece a una tierra superpoblada y dividida entre una élite que disfruta de todos los beneficios y una gran masa empobrecida que se alimenta de ese preparado. El descubrimiento de Thorn le costará la vida, y es que el preparado alimenticio se realiza a partir de cadáveres humanos que la empresa que lo gestiona incentiva además "suicidando" a seres humanos a cambio de un final en el que se recrea a través de música y pantallas como era el mundo antes de la superpoblación. Así fallece Sol Roth (el magnífico Edward G. Robinson), el amigo de Taylor.

Soylent Green (Cuando el destino nos alcance)

Una lectura parecida, aunque en clave metafórica, puede ofrecerse de la segunda versión de La invasión de los ladrones de cuerpos de 1978 dirigida por Philip Kaufmann. Dice Roman Gubern al respecto:

...la situación política del país era distinta, por lo que respetando lo esencial del inquietante argumento original, añadió el matiz de que la alienación urbana de la vida moderna en las grandes ciudades hace virtualmente imposible distinguir a las personas de los impasibles seres vegetales. El psiquiatra doctor Kibner (Leonard Nimoy) lo enuncia netamente en el film: "la gente está cambiando. Cada vez es menos humana". [3]

No hay mayor soledad que aquella que experimentamos rodeados de los otros.

La invasión de los ladrones de cuerpos, versión de 1978
de Philip Kaufmann

- La soledad del hombre en entornos extraterrestres y / o tecnológicos.

En esta sección encontramos algunos de los grandes clásicos de la época y de todos los tiempos. A menudo combinan el elemento del entorno y el tecnológico con algunas de las otras dos características anteriores. Iniciaremos nuestro comentario con la más grande película filmada hasta aquellos días y una de las más aclamadas desde siempre: 2001. Una odisea en el espacio (Stanley Kubrick, 1968), basada en el relato de Arthur C. Clarke "EL centinela" y que comentamos ampliamente en este blog (pulsar aquí para ver la entrada). La película tiene múltiples lecturas, pero rescatamos aquí el elemento del hombre en relación al cosmos y el sentimiento de creatura que experimenta frente a él y del hombre en relación a la tecnología y a su implacabilidad e impredecibilidad. Recordemos que uno de sus protagonistas es el famoso ordenador HAL 9000 cuyas decisiones cuestan la vida a toda la tripulación menos al astronauta Bowman (Keir Dullea).

Los astronautas Frank Pool y David Bowman obsrvados por HAL9000
2001. Una odisea en el espacio.

Cuatro años más tarde aparecía Solaris (Andrej Tarkovski, 1972), en la que experimentamos la soledad del hombre con sus propios fantasmas hechos realidad a través de la extraña interacción con un planeta llamado Solaris que parece extraer de sus mentes sus temores o deseos más perversos. El psicólogo Kelvin afronta así su sentimiento de culpa y sus remordimientos por el suicidio de Harey, su mujer, iniciando así una propia odisea personal abordo de la estación que orbita alrededor del planeta. Pulsa aquí para ver el comentario que le dedicamos a esta película en este blog.

Kelvin ante el cadáver del doble de Harey (Solaris, 1972)

A parte del inferior remake de Solaris de Soderbergh del 2002, otras películas que afrontan esta misma temática, pero sin la misma profundidad, son Horizonte final (Event horizon, Paul Andersson, 1997) y La esfera (The Sphere, Barry Levinson, 1998), esta última transcurriendo en una estación submarina en la que un equipo científico investiga una nave espacial hundida en el océano de origen desconocido. Tienen su precedente, como ya dijimos en Planeta prohibido (1956)

Del mismo 1972 tenemos una película injustamente valorada. Naves misteriosas (Silent running, Douglas Trumbull, 1972) en la que Bruce Dern interpreta al botánico Freeman Lowell que forma parte de una de las tres naves que preservan la vida vegetal de una Tierra en la que esta ha desaparecido con la esperanza de que quizá un día pueda volver a regenerarse. Ante la orden de destruir los bloques que conservan las especies vegetales, Lowell se revela y acaba con el resto de la tripulación para preservar el bloque botánico...

A partir de se momento Lowell se esforzará por humanizar a los robots de mantenimiento para compensar su sentimiento de soledad así como los remordimientos que siente por haber asesinado a sus compañeros por la misión de protección que se autoimpone.

Lowell con sus dos androides de mantenimiento, Naves misteriosas, 1972

Otra de las obras maestras del género surgió con Alien el octavo pasajero (Ridley Scott, 1979), interpretada po Sygourney Weaver en el papel de la teniente Ripley, acompañada por Tom Skerrit y John Hurt entre otro y que combina la soledad del hombre en el espacio con el tema tecnológico del androide programado al servicio de la empresa Weyland-Yutani que pasa el interés de la conservación del alien capturado por encima de la de los tripulantes de la nave Nostromo. Finalmente el alien, un perfecto superviviente (como lo define Ash, el androide), un depredador implacable, una máquina de matar... no es una buena metáfora de la empresa que tiene por encima de cualquier valor el valor del beneficio.

Alien el octavo pasajero, 1979

Alien tuvo tre secuelas más: Aliens, el regreso (James Cameron, 1986), Alien3 (David Fincher, 1993) y Alien resurrection (Jean Pierre Jeunet, 1997)

Muchas películas de los setenta se mantienen en estas claves, y así tenemos La amenaza de Andrómeda (Robert Wise, 1971), Almas de metal (Michael Crichton, 1973), El engendro mecánico (Donald Cammell, 1977), Mad Max (George Miller, 1979), o la ya comentada recientemente en este blog de Stalker (Tarkovsky, 1979) y, como no, La guerra de las galaxias (George Lucas, 1977) y sus posteriores secuelas  de los años ochenta El imperio contrataca (1980) y El retorno del Jedi (1983), y algunas otras más.

III. LA IRRUPCIÓN DE STEVEN SPIELBERG: La crisis de la función paterna.

Durante los ochenta las coordenadas de la ciencia ficción siguieron, en general, las líneas argumentales definidas por los sesenta y setenta con una cada vez mayor presencia de los efectos especiales que los recursos técnicos e informáticos permitían. Grandes películas de los ochenta son Atmósfera cero (Peter Hyams, 1981), Blade Runner (Ridley Scott, 1982), La Cosa (John Carpenter, 1982), Dune (David Lynch, 1984), Brazil (Terry Gillian, 1985), Enemigo mío (Wolfgang Petersen. 1985), etc. No cabe olvidar aquí la que sería la precursora de las películas que especulan con los mundos virtuales, cuyo máximo exponente llegaría a finales de los noventa con Matrix, y que se trata de Tron (Steven Lisberger, 1982)


Tron, 1982

Pero hay que destacar aquí la irrupción de Steven Spielberg con su revolucionaria Encuentros en la tercera fase (1977), y en la que se hacían patentes dos elementos clave: primero, los extraterrestres aquí no son invasores fríos y desalmados sino seres amigables que quieren establecer contacto con nosotros; y segundo, la irrupción de las familias, el papel de los niños y la debilitada o inexistente figura paterna, todos ellos elementos clave en la ciencia ficción de Spielberg. El papel de estos elementos se hizo cada vez más patente en sus siguientes producciones como ET El extraterrestre, Parque Jurásico I y Parque Jurásico II, AI Inteligencia artificial y La guerra de los mundos. Incluso las dos últimas películas de la saga de Indiana Jones (La última cruzada y la calavera de cristal) pueden contemplarse desde esta perspectiva. Y cuando indico la aparición de "familias" y niños me refiero esencialmente a la debilidad o ausencia con la que smanifiesta la figura paterna y a una propuesta de posterior recuperación de la figura y aurotidad paternas. Veamos:

En Encuentros en la tercera fase /Close encounters on the thrid kind, 1977), el protagonista Roy Neary (Richard Dreyfuss) abandona su familia para perseguir el  lugar de contacto que cree que le ha sido comunicado tras un encuentro con una nave extraterrestre. Paralelamente une sus esfuerzos a Jillian (Mellinda Dillon), quien habiendo sufrido la misma clase de encuentro sufre, además, la abducción de su hijo. La motivación de Jillian en toda la aventura es encontrar y recuperar a su hijo. Mientras por un lado Roy abandona la familia para marcharse con los extraterrestres, Jillian, por otra recupera a su hijo... Mensaje que se afianzará en las siguientes películas: los padres no están y las madres si, a veces incluso demasiado.

Encuentros en la tercera fase, 1977

En ET, el extraterrestre (ET, 1982), Elliot (Henry Tomas), el niño protagonista es abandonado por el padre (como se menciona someramente en el inicio de la película). La figura de ET, otro "buen" extraterrestre aparece como una figura mediadora que se corresponde con la realidad del propio Steven Spielberg: un amigo imaginario que Steven se creó tras el divorcio de sus padres. Un "mediador evanescente" que suple la falta dejada por el padre. La figura de mediación de ET finaliza cuando el científico (Peter Coyote) encargado de la investigación de ET parece que empieza a intimar con la madre de Elliot, Mary (Dee Wallace). Es entonces cuando el parte...

El concepto "mediador evanescente" es una figura hegeliana recuperada por Fredric Jameson y Slavoj Zizek para indicar un "agente catalítico que permite el intercambio de energías entre dos términos que de lo contrario se excluirían" (Fredric Jameson). Y a lo que se añadiría que una vez ha realizada su función debe desaparecer.

ET, el extraterrestre, 2007

En Parque Jurásico I (Jurassic Park, 1993) el personaje interpretado por Sam Neill, el paleontólogo Allan Grant, muestra claramente su poca simpatía por los niños (es clara la imagen al principio de la película en la que asusta a un niño narrándole como lo destriparía un velociraptor utilizando una garra fósil de este saurio que conserva como una especie de talismán). Por el contrario, el personaje interpretado por Laura Dern (la paleobotánica Ellie Sattler), muestra su simpatía y su deseo por ellos. Zizek dice al respecto de esta película y cogiendo la imagen citada de la garra de velociraptor:

... esta garra es sin duda el pequeño objeto-la mancha que, más tarde, estalla en los dinosaurios gigantes, por lo que se puede aventurar la hipótesis de que, dentro del universos fantasmático de la película, la furia destructiva de los dinosaurios es una materialización de la furia del superyó paterno. Un detalle apenas perceptible que se produce más tarde, en el centro de la película, confirma esta lectura. El personaje de Sam Neill es perseguido junto a los dos niños por los dinosaurios carnivoros, por lo que acaban refugiándose en un gigantesco árbol. Neill pierde la garra de dinosaurio que estaba atrapada en su cinturón, y es como si ésta pérdida accidental tuviese un efecto mágico - antes de dormirse, Neill se reconcilia con los niños mostrando su cálido afecto y cuidado hacia ellos. Significativamente los dinosaurios que se acercan a ellos son del tipo dinosaurio herbívoro benevolente... [4]

Parque Jurásico I
En Parque Jurásico II (The lost world: Jurassic Park II, 1997) asistimos a una historia del estilo entre otro de los protagonistas de Parque Jurásico I interpretado por Jeff Goldblum, el doctor en matemáticas Ian Malcom con su hija Kelly (Vanessa Lee Chester) quien se queja del poco tiempo que su padre le dedica. Al marchar éste a la Isla Nublar al rescate de su novia, la paleontóloga Sarah Harding (Julianne Moore), su hija se cuela con el equipo y Malcom deberá protegerla durante la aventura. Como en todos estos casos, los peligros de la aventura refortaleceran los vínculos padre-hijo/a

En IA, Inteligencia artificial (IA, 2001)se recrea la historia que Spielberg ya había abordado en El imperio del sol (1987), solo que ahora el protagonista es David (Haley Joel Osment), un niño-robot programado para establecer la impronta con Mónica (Frances O'Connor), la madre, y ser capaz de establecer un vínculo amoroso. Debido al desarrollo de la trama de la película, David es abandonado (su madre así lo prefiere antes que "desguazarlo"). Perdido empieza su largo periplo de "retorno a la madre". En su viaje contará con la ayuda de gigolo Joe (Jude Law) y de Teddy, el oso de peluche robot. Finalmente, logrará su objetivo dos mil años después, cuando recuperado por una raza humanoide superior (los Mechas), en una tierra cambiada por el cambio climático, recrearán a partir del ADN de un rizo de pelo que David conservaba de la madre, un clon de ella,  aunque ésta sólo podrá sobrevivir un día. Se dará así el esperado encuentro de David con Mónica donde esta le manifestará todo su amor. La película acaba con David reposando sobre el cuerpo de la madre.

IA, Inteligencia Artificial

Es curioso porque IA plantea un curioso problema desde un punto de vista edípico. Al establecer la impronta con la madre, el niño-robot queda inevitablemente fijado a ella... Es curioso que la figura paterna sea obviada en el proceso ya que, recordemos, la función paterna se caracterizaría entonces por otro tipo de impronta: la ley que separa de la madre, y a éste del hijo, y que, consecuentemente, lleva a la identidad. Justamente es eso lo que David no puede experimentar, por lo que su destino es estar apegado a la madre. El final de la película es significativo en éste sentido.

Finalmente tenemos la versión de La Guerra de los mundos (War of the worlds, 2005), donde la temática es aun más obvia. Protagonizada por Tom Cruise en el papel de Ray Ferrier, un padre divorciado de clase obrera que mantiene una relación un tanto descuidada con sus hijos Rachel (Dakota Fanning) y Robbie (Justin Chatwin). La tensión es obvia con este último quien mantiene actitudes despreciativas hacia él. La figura de la invasión alienígena permitirá a Ray re-ocuparse de sus hijos y despertar sus sentimientos más paternales hacia ellos. Finalmente tendrán su recompensa en el reconocimiento de Robbie hacia él.

La guerra de los mundos 2005

De manera parecida se plantea la temática en Indiana Jones y la última cruzada (Indiana Jones and the last crusader, 1989), en la que se recrea toda la dificultad relacional entre Indiana Jones (Harrison Ford) y su padre, el investigador del Santo Grial, Henry Jones (un espléndido Sean Connery). Como siempre, las dificultades de la aventura tendrán como resultado el acercamiento padre-hijo y el mútuo respeto, verdadero grial que es el que al final encuentran ambos.

Indiana y Henry Jones: Indiana Jones y la última cruzada.

Y, por último, en Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal (Indiana Jones and the kingdom of the crystall skull, 2008), el asunto trasciende ahora al propio Indiana Jones quien a través de Marion Ravenwood - Karen Allen, la protagonista de En busca del arca perdida -, madre del joven Mutt (Shia LaBeouf), le  revela que es su padre. Una vez más la aventura les unirá a ambos en lo que hasta ahora les era desconocido. Aquí tenemos como "mediador evanescente" a Oxley (John Hurt), el descubridor del cráneo de cristal, extrañamente ido y que ha hecho las funciones de un padre con Mutt.

Indiana Joners con Mutt

Acabamos aquí con esta parte y dejamos ya para la segunda la evolución que estos planteamiento de Spielberg han tenido en la ciencia ficción contemporánea y como incluso ha evolucionado en el tratamiento de algunos temas.

TO BE CONTINUED... (CONTINUARÁ)

PARTE II. LA CIENCIA FICCIÓN CONTEMPORÁNEA (II): Steven Spielberg y sobre el ser padre como espejo del ser hombre. (Pulsa sobtre el título para acceder a la entrada)

________________

[1] Zizek, Slavoj. Zizek. El verdadero acontecimiento de Hollywood.
 Ver en http://tifoideo.wordpress.com/2011/12/25/s-zizeck-y-el-verdadero-acontecimiento-de-hollywood/
[2] Sontag, Susan. Contra la interpretación y otros ensayos, E. de Bolsillo, pág. 208
[3] VV.AA. APOCALIPSIS YA. El cine del fin del mundo. Cap. 2. Terrores inhumanos: Intrusos del cosmos y rebeldes del entorno (por Roman Gubern). Ed. Sendemá, pág. 70
[4] Ver nota 1.

2 comentarios:

  1. Gracias Jaume por este blog tan interesante y en el que aprendo tantas cosas. Y continuando con este tema, me parece que un buen ejemplo de intimidad entre padre e hijo se narra en la novela “La carretera” (la película no la he visto). No sé como lo ves tú.
    Gracias nuevamente y particularmente en esta ocasión, aunque en mi caso al ser una chica (mi hija, ya con 19 años) se plantea diferente. He releído y volveré a releer más tranquilo tu comentario a “THE DARK”.

    Saludos.
    Antonio.

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  2. Hola Antonio, gracias por tu comentario. Estoy totalmente de acuerdo con respecto a La carretera. De hecho yo la cito en este trabajo en su versión llevada al cine: The road, protagonizada por Vigo Mortensen. Un saludo!

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