Decálogo 9 nos plantea una curiosa variación del mandamiento. En este episodio nos encontramos a Romek (Piotr Machalika) quien desea a Hania (Ewa Blaszczyk), su mujer, quien se ve con Mariusz, su joven amante. Es decir, la desea en tanto en cuanto se ve con el amante y, ese es el hecho fundamental, dado que se le diagnostica una impotencia fisiológica sin cura. Diagnosticado por un médico colega suyo - Piotr es cirujano -, nuestro protagonista se encuentra con tener que comunicarle la noticia a su mujer. De vuelta a casa realiza una maniobra con el coche que casi desemboca en un accidente (justo entonces aparece el personaje del ángel, presente en varios episodios de la serie como ya hemos visto). Asistimos entonces a su desesperación. Ya en casa, Romek se lo comunica a Hania quien, en principio, reacciona de una manera entregada:
Hania: El amor no es jadear en la cama cinco minutos un día a la semana.
Romek: También es eso.
Hania: Es solo biología. El amor está en el corazón no entre las piernas. Lo que me importa es lo que ya tenemos, no lo que nos queda por tener.
Romek: Tú eres joven.
Hania: Me las arreglaré
Romek: Tendrás que buscarte a alguien, si no lo tienes ya.
Hania: No tengo a nadie. Hay cosas que no hace falta decirlas.
Romek: Si hace falta.
Hania: Has sido honesto conmigo y me has dicho que no podemos volver a hacer el amor. Esta es la opinión médica, pero te digo que quiero estar contigo a pesar de todo, y que te quiero.
Una primera reflexión que se nos ofrece en este diálogo es que más allá de la loable disposición de Hania cuando manifiesta que "el amor está en el corazón, no entre las piernas", es también si cabe reducir el sexo como un mero "jadeo de cinco minutos un día a la semana". Se hace claro que esta expresión ya manifiesta algo en sí misma...
Sin embargo, pronto observamos en el episodio algunos detalles que empiezan a dar que pensar sobre la posible presencia de alguien más en la vida de Hania, a la vez que vemos a Romek empezar a sospechar. Pronto una llamada al trabajo de Hania nos muestra que la presencia del amante es cierta. Mientras, también empezamos a ver algunas acciones de Romek que muestran una actitud de sospecha cada vez mayor hacia su mujer, y así le pincha el teléfono de casa para escuchar sus conversaciones, le registra su bolso mientras duerme hallando escrito detrás de un documento lo que parece un número de teléfono, hace una copia de la llave de la casa de la madre de Hania (donde sospecha que quizá se vean con el amante). Finalmente Romek es testigo del encuentro de Hania con Mariusz (Jan Jankowsky), un joven físico, en casa de la madre de Hania. Surgen, después de esta primera parte del episodio, algunas cuestiones y preguntas. Por ejemplo, parece que el amante existía antes del diagnóstico de la impotencia o... ¿Por qué Hania le miente a Romek de la manera en que lo hace, y con ello me refiero a la entrega firme que muestran sus palabras? o... ¿Cómo llevaba antes del diagnóstico su infidelidad o... ¿Por qué Romek no había sospechado nada antes? y... ¿Por qué Romek no dice nada tras descubrir que Hania tiene un amante?
Como en decálogo 2 y 4 la mentira vuelve a ser un elemento clave del episodio y, como siempre, hallamos en Kieslowski la respuesta de que la ética de su utilización depende de la situación. Por ejemplo, en decálogo 2 la mentira evita el aborto de una madre que desea su hijo si bien el problema es que éste es del amante y no de su esposo. En decálogo 4 la mentira es "no querer saber la verdad" sobre la paternidad o no de una hija y su padre, sospecha que se teme podría desvelar un sobre que dejo una madre desconocida, pues murió a los pocos días de nacer la hija. En decálogo 9 nos encontramos con la "mentira" producto posiblemente de la pena y la culpa que Hania siente por Romek y que, como veremos, en éste caso no vale el supuesto de Hania "hay cosas que no hace falta decirlas".
1. SOBRE LA INFIDELIDAD DE HANIA Y LA CULPA DEPRESIVA PERSECUTORIA.
Hania nos muestra las dificultades implícitas en esas "cosas que no hace falta decirlas", pero que son realizadas en silencio y que cuando se descubren tienen efectos peores que los que el silencio pretendía evitar. En éste caso, y como veremos, los celos patológicos de Romek. Podemos entender la acción de Hania como producto de lo que se llama "culpa depresiva persecutoria". Recordemos que en el anterior Decálogo 8 diferenciamos dos tipos de culpa, por un lado la culpa persecutoria, la esencia de la culpa generada por el superyó y estrechamente vinculada con el sentimiento de culpa neurótico, basada fundamentalmente en el remordimiento y la búsqueda de castigo; y por otro lado la culpa depresiva, más preocupada genuinamente por el otro y por uno mismo en relación a un cierto tipo de comportamiento o acción y que es acompañada por sentimientos como la pena, la nostalgia y la responsabilidad y que, a diferencia de la culpa persecutoria, busca el arrepentimiento y la necesidad de reparación. Entre las dos existe una culpa intermedia que llamamos "culpa depresiva con contenidos persecutorios", y que se caracteriza por el reconocimiento de la culpa real implícita en un acto, si bien al mismo tiempo se mantiene producto de no querer renunciar a los beneficios que aporta o del temor a exponerse a sus consecuencias (del que el Raskolnifov de Crimen y Castigo de Dostoievski es un buen ejemplo). Así el reconocimiento de la culpa convive con la no aceptación de la frustración implícita a la renuncia de los beneficios o a la exposición de sus consecuencias antes citados. Evidentemente estas situaciones se mantienen por el engaño, silenciando la realidad. Se observa en estos casos que la persona afectada de este tipo de culpa intermedia se mantiene tranquila - e incluso lo intenta justificar - mientras los hechos se mantienen ocultos. El auténtico derrumbamiento se produce cuando los hechos son descubiertos o revelados y entonces la persona se enfrenta al dolor causado.
En el caso que nos trae tenemos que suponer que en una primera fase, cuando el amante ya existía antes de que a Romek se le diagnosticara la impotencia, el sentimiento de culpa de Hania debía tener poco peso y también cabe pensar en los beneficios que aportaba desde esa concepción del sexo por ella dicha. En todo caso dicho sentimiento si gana presencia tras ese diagnóstico de impotencia, y es justamente lo que hace que Hania lo compense haciendo la mentira aún más grande a través de sus palabras: "El amor está en el corazón no entre las piernas. Lo que me importa es lo que ya tenemos, no lo que nos queda por tener" o "No tengo a nadie. Hay cosas que no hace falta decirlas". En una primera instancia la pena por la situación no lleva a la renuncia del amante. Es decir, al sentimiento de culpa por el engaño no le acompaña la renuncia de éste. Sin embargo, sí observamos posteriormente que mientras Hania está con Mariusz en la cama su rostro manifiesta su evidente remordimiento. En éste caso observamos un peso ya más claro de los contenidos persecutorios de su sentimiento de culpa. Una reflexión interesante vinculada con esto sería por qué precisamente el diagnóstico de la disfunción provoca un cambio de percepción en Hania cuando antes de ese diagnostico el amante ya existía. La enfermedad aumenta la culpa cuando, en realidad, podría llevar a tener que hablar seriamente de las cosas como Romek propone y, de alguna manera, ya entreve.
Cómo suele ocurrir con la culpa persecutoria, la culpa depresiva con contenidos persecutorios nos hace incurrir en acciones que no hacen más que perseverar en más culpa, y las palabras de Hania son un buen ejemplo de ello. ¿Por qué compensar la infidelidad y el engaño que ya suceden utilizando palabras que se van justo al otro polo, el de la fidelidad y el amor más entregado? Tras descubrir que Hania tiene un amante, Romek no dice nada, si bien se observa en él una reacción de carácter más violenta. Hania lo encuentra por la noche encerrado en el lavabo. Le dice que no puede dormir y al acariciarle le grita que no lo toque... Hania queda afectada por esta reacción y la evidente desesperación de Romek. Luego la vemos llamar de nuevo a Mariusz para verse (mientras Romek lo escucha al tener el teléfono intervenido: "necesito verte" - oye -). De esta manera Romek, que tiene la llave del apartamento va antes y se esconde en un armario para verles. Cuando por fin llega Hania y luego Mariusz lo que ve es que su mujer le dice al amante "que es la última vez que nos vemos. esto es lo que he venido a decirte". También oye que que "no se ha enterado ni se enterará nunca"... Cuando Mariusz se va Hania descubre a Romek en el armario espiándola. Después de la primera sorpresa y del enfado de Hania, ésta halla a Romek en el lavabo derrumbado...
Hania: Abrázame...Por favor, abrázame... Abrázame fuerte, No puedo, Abrázame. Por favor. ¿No me abandonarás solo porque me he ido a la cama con...? No lo sabía, te conozco lo suficiente, pero nunca llegué a pensar cuanto daño podía hacerte.
Romek: No tengo derecho a estar celoso ni ha exigirte nada...
Hania: Por supuesto que si. Y tenías razón sobre aquello que dijiste, No debe quedar nada por decir. No te volveré a mentir nunca. No tendrás que esconderte en un armario.
[...]
Hania: Deberíamos tener un niño o adoptarlo. Tenías razón
Romek: Lo que necesitamos ahora es un descanso el uno del otro.
La observación del malestar de Romek lleva a Hania a acabar la relación con Mariusz, pero ya es demasiado tarde, pues finalmente el engaño es desvelado y el daño ratificado... Observamos entonces algo que se suele dar en esas situaciones: las excusas (No lo sabía, te conozco lo suficiente, pero nunca llegué a pensar que podía hacerte tanto daño) y la propuesta de renovación (Deberíamos tener un niño o adoptarlo), una especie de manipulación del exterior que parece tener que aportar una especia de borrón y cuenta nueva. Romek, más sensato, por lo menos en apariencia, propone descansar el uno del otro... tomarse un tiempo.
Como ya vimos en la entrada dedicada a la película Infiel (Liv Ullmann, 2000) - pulsar aquí para ver la entrada -, el engaño desemboca en los celos de Romek si bien con una peculiaridad en bien distinta en su caso...
II. ROMEK Y LOS CELOS CULPOSOS.
¿Y qué decir de Romek? Romek nos revela una faceta interesante del celoso dada su situación. En dos comentarios a la película Infiel, ya citada anteriormente, se decía que el celoso es un ser profundamente herido y que vive dicha herida como una humillación que le desvaloriza. Por otro lado, al reprimir su sentimiento de culpa este es proyectado fuera, puesto en el otro. En el caso de Romek observamos la dimensión más trágica del celoso cuando la realidad le marca con una incapacidad como la impotencia... Esto le confirma el peor de sus fantasmas al celoso... su temida desvalorización se le hace de repente real. Por eso se observa en Romek que su espionaje a Hania parece cumplir más un deseo de auto-humillación que otra cosa. No es sólo constatar que la engaña sino también constatar aquello donde él no puede satisfacerla. Contemplar aquello que se transforma para él en objeto de humillación, de indignidad. El problema que nos muestra Romek corresponde a algo parecido con la persona resentida... Si dejara su resentimiento lo que aparece es una atroz culpa hacia sí mismo... Lo que aparece en Romek es una profunda culpa por que a través de su disfunción se confirma una temida inferioridad como hombre. Como decía Lacan, el problema de los celos está más allá de la realidad o no que puedan sustentar las sospechas y temores del celoso. Los celos son patológicos en sí mismos.
Y el ejemplo más claro de esto lo tenemos en la segunda parte del episodio, cuando tras tomarse unos días de descanso el uno del otro - como propone Romek -, Hania parte a la estación de esquí de Zakopane mientras Romek se queda en casa. Un nuevo detalle en el que ve a Mariusz partir en coche cargando los esquís destapa en el todos los temores. Llama a casa de Mariusz haciéndose pasar por un colega de la Universidad y su madre le dice que ha partida a la estación de Zakopane... En la siguiente escena vemos la inesperada sorpresa de Hania cuando ve a Mariusz que ha venido para estar con ella... De repente sale corriendo para llamar a Romek. La escena vuelve a cambiar y le vemos a él dejando una nota sobre el teléfono y saliendo de casa a la vez que suena el teléfono que no coge... Luego le vemos pedaleando en bicicleta velozmente y, finalmente, lanzándose con ella al vacío... Aparece entonces el personaje del "ángel" que sale en ocho de los diez episodios. Paralelamente y al ver que Romek no responde al teléfono Hania toma un autocar de vuelta. La vemos luego en casa leyendo la nota y llorando. Instantes después vemos a Romek en el hospital, quien malherido llama a Hania. "Hania, querida..." - dice Romek -. "Estas bien... Dios mío, estás bien" - responde ella -. "Si lo estoy" - responde él -. Y así acaba el episodio.
Nos hallamos aquí con el suicidio como desesperación y acusación. Romek entre de pleno en aquello de "la mujer como síntoma del hombre". Romek hace bueno un comentario que vimos en la entrada dedicada a las femme fatale justamente en esa dimensión (pulsar aquí para ver entrada), y que dice: el hombre mismo existe únicamente a través de la mujer como síntoma: toda su inconsistencia ontológica está suspendida de su síntoma, es "externalizada" en su síntoma. [1]
De igual manera que Hania tuvo que aprender que nla mentira es un buen remedio para la pena y la culpa, Romek va a tener que aprender qué hacer con la desconfianza que habita en él, no sólo la desconfianza que siente hacia Hania sino también la desconfianza y la culpa hacia él mismo como hombre pues, en el fondo, estas son las que alientan la primera. Cómo en algunos episodios de Kieslowski el aparente "final feliz" simplemente deja abierta la incógnita de que sucederá si el uno y el otro no se atreven a manejar el problema surgido, tanto lo que representa realmente la impotencia en su vínculo, como los efectos de las mentira de Hania y, por lo tanto, cual es su verdad, y los celos y la propia desvalorización de Romek... En todo caso tienen ahora los elementos para hablar sobre ello y no para callar.
III. ALGUNOS ELEMENTOS SIMBÓLICOS DE KIESLOWSKI.
- La estudiante de canto.
Paralelamente a la historia de Romek y Hania, transcurren unos diálogos entre Romek y una joven (Jolanda Pietek Gorecka) a la que tiene que operar (un guiño a La doble vida de Verónica, también filmada en 1991). Se trata de una delicada intervención de corazón. En todo esto se juega su futuro como cantante, pues se trata de una estudiante de canto especialmente dotada. En su diálogo le dice a Romek:
Mi madre es muy trabajadora y quiere que llegue a ser alguien. No entré en el conservatorio por mis problemas de corazón. No debería cantar, pero es lo que mi madre quiere [...] Mi madre quiere que me forje una carrera internacional. Para eso es la operación. Mi madre quiere que el jefe de sala me opere, o mejor aún, usted.
Y a la pregunta de Romek sobre que es lo que ella quiere le responde:
Quiero vivir, para mi es suficiente. No tengo porque dedicarme a cantar. Además, tengo miedo. Supongo que esto es lo que quería el Jefe de Sala. Que usted me dijera que no es peligroso y que después podré hacer de todo
Romek le dice la verdad acerca del riego de la intervención. Ella continua:
Cada uno tiene necesidades distintas. Mi madre quiere que lo tengo todo y necesito un poquito... (junta un poco los dedos pulgar e índice) así.
Sin embargo, y tras la intervención asistimos este diálogo:
Piotr: ¿Cómo se encuentra?
Joven: Le odio.
Piotr: ¿Por qué? Al final accedió, ¿no?
Joven: Si, pero no es lo que quería.
Piotr: ¿Ha ocurrido algo? ¿Algo va mal?
Joven: Todavía no, pero ahora soy una persona distinta.
Piotr: ¿A qué se refiere?
Joven: A que ahora quiero cantar, cantar para el gran público,
Interesante reflexión sobre lo que se necesita para vivir y el producto de nuestras ambiciones, deseos, y también de la asunción de expectativas y deseos ajenos. Frente a la muerte el don de la voz es secundario y hace ver la vida de una determinada manera, esencialmente de una manera más sencilla. Sin embargo, y superado el problema, ya no se necesita "un poquito" sino mucho más, y como dice la joven, todavía no ha ocurrido que algo vaya mal... Sin embargo algo va mal cuando nuestro ser es ser la expectativa del otro, o como diría Lacan, cuando nuestro deseo es deseo del otro. Es sólo cuestión de tiempo que vaya mal, y Romek justamente se enfrenta a este temor fundamental: dejar de ser el deseo del otro, en ese caso de Hania y enfrentarse a su rechazo y abandono que finalmente, como nos muestra el episodio, le lleva al intento de suicidio... rechazo y abandono que no son más que rechazo y abandono de sí mismo (la realidad última del celoso) en manos del juicio devastador de su superyó que a partir de su impotencia disgnosticada le tranforma en mero objeto de humillación y, obviamente, de goce, el goce que fundamente el temor del celoso: hay algo real en mí por lo que soy o voy a ser finalmente rechazado.
- El cuaderno de Física y la basura.
Una de las escenas en que la sospecha de Romek se incrementa es cuando descubre un cuaderno con anotaciones de física en la guantera del coche (que en una escena anterior se había mostrado vacío). Su primera intención es tirarlo en un container de basura, pero luego se lo repiensa y lo recupera lleno de mierda después de que, instantes antes, una anciana vierta sus restos de basura sobre él. Sucio y pringoso, Romek lo intenta limpiar un poco y lo devuelve a la guantera. Metáfora inequívoca que nos avanza hacia como el vínculo Romek-Hania va a ensuciarse desde las mentiras en las que cada uno de ellos incurrirá.
- La postal del Papa Karol Wojtila.
En otro momento, Hania llama a Mariusz para decirle que no le llame más a casa. Mariusz le dice entonces que le ha dejado una tarjeta sorpresa en el buzón diciéndole que la quiere y que la espera en la cita. Romek, justo en el mismo momento, y por encargo de Hania, está en la casa de su madre (la escena ya nos lo muestra revisando la cama y algunos cajones). Hania, preocupada, llama a Romek y le pide que se de prisa, que a su madre no le gusta que husmeen en su casa. Sin embargo, al salir, Romek abre el buzón y encuentra la tarjeta de Mariusz, una tarjeta que curiosamente nos muestra al papa Wojtila en una curiosa actitud de "Te estoy viendo". Te veo a ti cometiendo adulterio y a ti espiando. Ambos, a su manera, engañando al otro para evitar la culpa por sus actos. En realidad, yo creo que esta foto bien podría representar el peso de la culpa persecutoria. Como "el ojo que todo lo ve", es la culpa de la que nadie escapa y el castigo que al final siempre aguarda: el superyó gozante.
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[2] Zizek, S. ¡Goza tu síntoma! Jacques Lacan dentro y fuera de Hollywood. Nueva visión, pág. 189
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VER PELÍCULA:
PARTE 1. https://www.youtube.com/watch?v=9blE6YBneT8
PARTE 2. https://www.youtube.com/watch?v=WcBLhC5863Q
PARTE 3. https://www.youtube.com/watch?v=wYAv1NrNe1k
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SERIE DECÁLOGO (pulsar título para acceder a la entrada)
Decálogo 1. Yo, el señor, soy tu Dios. Ese frágil absoluto.
Decálogo 2. No tomarás en falso el nombre del señor, tu Dios. Compasión vs. culpa.
Decálogo 3. Santificarás las fiestas. Resentimiento, envidia y reparación.
Decálogo 4. Honrarás a tus padres. El edipo honrado.
Decálogo 5. No matarás. Estado, poder, ley y obscenidad.
Decálogo 6. No cometerás adulterio. Idealización y descreimiento en el amor.
Decálogo 7. No robarás. El arquetipo del niño.
Decálogo 8. No mentirás. Sobre la culpa depresiva.
Decálogo 9. No desearás a la mujer del prójimo. De mentiras, de celos y de culpas.
Romek y Hania. |
Sin embargo, pronto observamos en el episodio algunos detalles que empiezan a dar que pensar sobre la posible presencia de alguien más en la vida de Hania, a la vez que vemos a Romek empezar a sospechar. Pronto una llamada al trabajo de Hania nos muestra que la presencia del amante es cierta. Mientras, también empezamos a ver algunas acciones de Romek que muestran una actitud de sospecha cada vez mayor hacia su mujer, y así le pincha el teléfono de casa para escuchar sus conversaciones, le registra su bolso mientras duerme hallando escrito detrás de un documento lo que parece un número de teléfono, hace una copia de la llave de la casa de la madre de Hania (donde sospecha que quizá se vean con el amante). Finalmente Romek es testigo del encuentro de Hania con Mariusz (Jan Jankowsky), un joven físico, en casa de la madre de Hania. Surgen, después de esta primera parte del episodio, algunas cuestiones y preguntas. Por ejemplo, parece que el amante existía antes del diagnóstico de la impotencia o... ¿Por qué Hania le miente a Romek de la manera en que lo hace, y con ello me refiero a la entrega firme que muestran sus palabras? o... ¿Cómo llevaba antes del diagnóstico su infidelidad o... ¿Por qué Romek no había sospechado nada antes? y... ¿Por qué Romek no dice nada tras descubrir que Hania tiene un amante?
La llamada de Mariusz |
Como en decálogo 2 y 4 la mentira vuelve a ser un elemento clave del episodio y, como siempre, hallamos en Kieslowski la respuesta de que la ética de su utilización depende de la situación. Por ejemplo, en decálogo 2 la mentira evita el aborto de una madre que desea su hijo si bien el problema es que éste es del amante y no de su esposo. En decálogo 4 la mentira es "no querer saber la verdad" sobre la paternidad o no de una hija y su padre, sospecha que se teme podría desvelar un sobre que dejo una madre desconocida, pues murió a los pocos días de nacer la hija. En decálogo 9 nos encontramos con la "mentira" producto posiblemente de la pena y la culpa que Hania siente por Romek y que, como veremos, en éste caso no vale el supuesto de Hania "hay cosas que no hace falta decirlas".
1. SOBRE LA INFIDELIDAD DE HANIA Y LA CULPA DEPRESIVA PERSECUTORIA.
Hania nos muestra las dificultades implícitas en esas "cosas que no hace falta decirlas", pero que son realizadas en silencio y que cuando se descubren tienen efectos peores que los que el silencio pretendía evitar. En éste caso, y como veremos, los celos patológicos de Romek. Podemos entender la acción de Hania como producto de lo que se llama "culpa depresiva persecutoria". Recordemos que en el anterior Decálogo 8 diferenciamos dos tipos de culpa, por un lado la culpa persecutoria, la esencia de la culpa generada por el superyó y estrechamente vinculada con el sentimiento de culpa neurótico, basada fundamentalmente en el remordimiento y la búsqueda de castigo; y por otro lado la culpa depresiva, más preocupada genuinamente por el otro y por uno mismo en relación a un cierto tipo de comportamiento o acción y que es acompañada por sentimientos como la pena, la nostalgia y la responsabilidad y que, a diferencia de la culpa persecutoria, busca el arrepentimiento y la necesidad de reparación. Entre las dos existe una culpa intermedia que llamamos "culpa depresiva con contenidos persecutorios", y que se caracteriza por el reconocimiento de la culpa real implícita en un acto, si bien al mismo tiempo se mantiene producto de no querer renunciar a los beneficios que aporta o del temor a exponerse a sus consecuencias (del que el Raskolnifov de Crimen y Castigo de Dostoievski es un buen ejemplo). Así el reconocimiento de la culpa convive con la no aceptación de la frustración implícita a la renuncia de los beneficios o a la exposición de sus consecuencias antes citados. Evidentemente estas situaciones se mantienen por el engaño, silenciando la realidad. Se observa en estos casos que la persona afectada de este tipo de culpa intermedia se mantiene tranquila - e incluso lo intenta justificar - mientras los hechos se mantienen ocultos. El auténtico derrumbamiento se produce cuando los hechos son descubiertos o revelados y entonces la persona se enfrenta al dolor causado.
En el caso que nos trae tenemos que suponer que en una primera fase, cuando el amante ya existía antes de que a Romek se le diagnosticara la impotencia, el sentimiento de culpa de Hania debía tener poco peso y también cabe pensar en los beneficios que aportaba desde esa concepción del sexo por ella dicha. En todo caso dicho sentimiento si gana presencia tras ese diagnóstico de impotencia, y es justamente lo que hace que Hania lo compense haciendo la mentira aún más grande a través de sus palabras: "El amor está en el corazón no entre las piernas. Lo que me importa es lo que ya tenemos, no lo que nos queda por tener" o "No tengo a nadie. Hay cosas que no hace falta decirlas". En una primera instancia la pena por la situación no lleva a la renuncia del amante. Es decir, al sentimiento de culpa por el engaño no le acompaña la renuncia de éste. Sin embargo, sí observamos posteriormente que mientras Hania está con Mariusz en la cama su rostro manifiesta su evidente remordimiento. En éste caso observamos un peso ya más claro de los contenidos persecutorios de su sentimiento de culpa. Una reflexión interesante vinculada con esto sería por qué precisamente el diagnóstico de la disfunción provoca un cambio de percepción en Hania cuando antes de ese diagnostico el amante ya existía. La enfermedad aumenta la culpa cuando, en realidad, podría llevar a tener que hablar seriamente de las cosas como Romek propone y, de alguna manera, ya entreve.
Hania con Mariusz |
Cómo suele ocurrir con la culpa persecutoria, la culpa depresiva con contenidos persecutorios nos hace incurrir en acciones que no hacen más que perseverar en más culpa, y las palabras de Hania son un buen ejemplo de ello. ¿Por qué compensar la infidelidad y el engaño que ya suceden utilizando palabras que se van justo al otro polo, el de la fidelidad y el amor más entregado? Tras descubrir que Hania tiene un amante, Romek no dice nada, si bien se observa en él una reacción de carácter más violenta. Hania lo encuentra por la noche encerrado en el lavabo. Le dice que no puede dormir y al acariciarle le grita que no lo toque... Hania queda afectada por esta reacción y la evidente desesperación de Romek. Luego la vemos llamar de nuevo a Mariusz para verse (mientras Romek lo escucha al tener el teléfono intervenido: "necesito verte" - oye -). De esta manera Romek, que tiene la llave del apartamento va antes y se esconde en un armario para verles. Cuando por fin llega Hania y luego Mariusz lo que ve es que su mujer le dice al amante "que es la última vez que nos vemos. esto es lo que he venido a decirte". También oye que que "no se ha enterado ni se enterará nunca"... Cuando Mariusz se va Hania descubre a Romek en el armario espiándola. Después de la primera sorpresa y del enfado de Hania, ésta halla a Romek en el lavabo derrumbado...
Hania: Abrázame...Por favor, abrázame... Abrázame fuerte, No puedo, Abrázame. Por favor. ¿No me abandonarás solo porque me he ido a la cama con...? No lo sabía, te conozco lo suficiente, pero nunca llegué a pensar cuanto daño podía hacerte.
Romek: No tengo derecho a estar celoso ni ha exigirte nada...
Hania: Por supuesto que si. Y tenías razón sobre aquello que dijiste, No debe quedar nada por decir. No te volveré a mentir nunca. No tendrás que esconderte en un armario.
[...]
Hania: Deberíamos tener un niño o adoptarlo. Tenías razón
Romek: Lo que necesitamos ahora es un descanso el uno del otro.
La observación del malestar de Romek lleva a Hania a acabar la relación con Mariusz, pero ya es demasiado tarde, pues finalmente el engaño es desvelado y el daño ratificado... Observamos entonces algo que se suele dar en esas situaciones: las excusas (No lo sabía, te conozco lo suficiente, pero nunca llegué a pensar que podía hacerte tanto daño) y la propuesta de renovación (Deberíamos tener un niño o adoptarlo), una especie de manipulación del exterior que parece tener que aportar una especia de borrón y cuenta nueva. Romek, más sensato, por lo menos en apariencia, propone descansar el uno del otro... tomarse un tiempo.
Como ya vimos en la entrada dedicada a la película Infiel (Liv Ullmann, 2000) - pulsar aquí para ver la entrada -, el engaño desemboca en los celos de Romek si bien con una peculiaridad en bien distinta en su caso...
Escondido tras el armario. |
II. ROMEK Y LOS CELOS CULPOSOS.
¿Y qué decir de Romek? Romek nos revela una faceta interesante del celoso dada su situación. En dos comentarios a la película Infiel, ya citada anteriormente, se decía que el celoso es un ser profundamente herido y que vive dicha herida como una humillación que le desvaloriza. Por otro lado, al reprimir su sentimiento de culpa este es proyectado fuera, puesto en el otro. En el caso de Romek observamos la dimensión más trágica del celoso cuando la realidad le marca con una incapacidad como la impotencia... Esto le confirma el peor de sus fantasmas al celoso... su temida desvalorización se le hace de repente real. Por eso se observa en Romek que su espionaje a Hania parece cumplir más un deseo de auto-humillación que otra cosa. No es sólo constatar que la engaña sino también constatar aquello donde él no puede satisfacerla. Contemplar aquello que se transforma para él en objeto de humillación, de indignidad. El problema que nos muestra Romek corresponde a algo parecido con la persona resentida... Si dejara su resentimiento lo que aparece es una atroz culpa hacia sí mismo... Lo que aparece en Romek es una profunda culpa por que a través de su disfunción se confirma una temida inferioridad como hombre. Como decía Lacan, el problema de los celos está más allá de la realidad o no que puedan sustentar las sospechas y temores del celoso. Los celos son patológicos en sí mismos.
Y el ejemplo más claro de esto lo tenemos en la segunda parte del episodio, cuando tras tomarse unos días de descanso el uno del otro - como propone Romek -, Hania parte a la estación de esquí de Zakopane mientras Romek se queda en casa. Un nuevo detalle en el que ve a Mariusz partir en coche cargando los esquís destapa en el todos los temores. Llama a casa de Mariusz haciéndose pasar por un colega de la Universidad y su madre le dice que ha partida a la estación de Zakopane... En la siguiente escena vemos la inesperada sorpresa de Hania cuando ve a Mariusz que ha venido para estar con ella... De repente sale corriendo para llamar a Romek. La escena vuelve a cambiar y le vemos a él dejando una nota sobre el teléfono y saliendo de casa a la vez que suena el teléfono que no coge... Luego le vemos pedaleando en bicicleta velozmente y, finalmente, lanzándose con ella al vacío... Aparece entonces el personaje del "ángel" que sale en ocho de los diez episodios. Paralelamente y al ver que Romek no responde al teléfono Hania toma un autocar de vuelta. La vemos luego en casa leyendo la nota y llorando. Instantes después vemos a Romek en el hospital, quien malherido llama a Hania. "Hania, querida..." - dice Romek -. "Estas bien... Dios mío, estás bien" - responde ella -. "Si lo estoy" - responde él -. Y así acaba el episodio.
Nos hallamos aquí con el suicidio como desesperación y acusación. Romek entre de pleno en aquello de "la mujer como síntoma del hombre". Romek hace bueno un comentario que vimos en la entrada dedicada a las femme fatale justamente en esa dimensión (pulsar aquí para ver entrada), y que dice: el hombre mismo existe únicamente a través de la mujer como síntoma: toda su inconsistencia ontológica está suspendida de su síntoma, es "externalizada" en su síntoma. [1]
"Hania querida - dice Romek -. "Estás bien... Dios mio estás bien..." - responde Hania -. |
De igual manera que Hania tuvo que aprender que nla mentira es un buen remedio para la pena y la culpa, Romek va a tener que aprender qué hacer con la desconfianza que habita en él, no sólo la desconfianza que siente hacia Hania sino también la desconfianza y la culpa hacia él mismo como hombre pues, en el fondo, estas son las que alientan la primera. Cómo en algunos episodios de Kieslowski el aparente "final feliz" simplemente deja abierta la incógnita de que sucederá si el uno y el otro no se atreven a manejar el problema surgido, tanto lo que representa realmente la impotencia en su vínculo, como los efectos de las mentira de Hania y, por lo tanto, cual es su verdad, y los celos y la propia desvalorización de Romek... En todo caso tienen ahora los elementos para hablar sobre ello y no para callar.
III. ALGUNOS ELEMENTOS SIMBÓLICOS DE KIESLOWSKI.
- La estudiante de canto.
Paralelamente a la historia de Romek y Hania, transcurren unos diálogos entre Romek y una joven (Jolanda Pietek Gorecka) a la que tiene que operar (un guiño a La doble vida de Verónica, también filmada en 1991). Se trata de una delicada intervención de corazón. En todo esto se juega su futuro como cantante, pues se trata de una estudiante de canto especialmente dotada. En su diálogo le dice a Romek:
Mi madre es muy trabajadora y quiere que llegue a ser alguien. No entré en el conservatorio por mis problemas de corazón. No debería cantar, pero es lo que mi madre quiere [...] Mi madre quiere que me forje una carrera internacional. Para eso es la operación. Mi madre quiere que el jefe de sala me opere, o mejor aún, usted.
Y a la pregunta de Romek sobre que es lo que ella quiere le responde:
Quiero vivir, para mi es suficiente. No tengo porque dedicarme a cantar. Además, tengo miedo. Supongo que esto es lo que quería el Jefe de Sala. Que usted me dijera que no es peligroso y que después podré hacer de todo
Romek le dice la verdad acerca del riego de la intervención. Ella continua:
Cada uno tiene necesidades distintas. Mi madre quiere que lo tengo todo y necesito un poquito... (junta un poco los dedos pulgar e índice) así.
Mi madre quiere que lo tenga todo y necesito un poquito... así. |
Piotr: ¿Cómo se encuentra?
Joven: Le odio.
Piotr: ¿Por qué? Al final accedió, ¿no?
Joven: Si, pero no es lo que quería.
Piotr: ¿Ha ocurrido algo? ¿Algo va mal?
Joven: Todavía no, pero ahora soy una persona distinta.
Piotr: ¿A qué se refiere?
Joven: A que ahora quiero cantar, cantar para el gran público,
Interesante reflexión sobre lo que se necesita para vivir y el producto de nuestras ambiciones, deseos, y también de la asunción de expectativas y deseos ajenos. Frente a la muerte el don de la voz es secundario y hace ver la vida de una determinada manera, esencialmente de una manera más sencilla. Sin embargo, y superado el problema, ya no se necesita "un poquito" sino mucho más, y como dice la joven, todavía no ha ocurrido que algo vaya mal... Sin embargo algo va mal cuando nuestro ser es ser la expectativa del otro, o como diría Lacan, cuando nuestro deseo es deseo del otro. Es sólo cuestión de tiempo que vaya mal, y Romek justamente se enfrenta a este temor fundamental: dejar de ser el deseo del otro, en ese caso de Hania y enfrentarse a su rechazo y abandono que finalmente, como nos muestra el episodio, le lleva al intento de suicidio... rechazo y abandono que no son más que rechazo y abandono de sí mismo (la realidad última del celoso) en manos del juicio devastador de su superyó que a partir de su impotencia disgnosticada le tranforma en mero objeto de humillación y, obviamente, de goce, el goce que fundamente el temor del celoso: hay algo real en mí por lo que soy o voy a ser finalmente rechazado.
- El cuaderno de Física y la basura.
Una de las escenas en que la sospecha de Romek se incrementa es cuando descubre un cuaderno con anotaciones de física en la guantera del coche (que en una escena anterior se había mostrado vacío). Su primera intención es tirarlo en un container de basura, pero luego se lo repiensa y lo recupera lleno de mierda después de que, instantes antes, una anciana vierta sus restos de basura sobre él. Sucio y pringoso, Romek lo intenta limpiar un poco y lo devuelve a la guantera. Metáfora inequívoca que nos avanza hacia como el vínculo Romek-Hania va a ensuciarse desde las mentiras en las que cada uno de ellos incurrirá.
El cuaderno de física. |
- La postal del Papa Karol Wojtila.
En otro momento, Hania llama a Mariusz para decirle que no le llame más a casa. Mariusz le dice entonces que le ha dejado una tarjeta sorpresa en el buzón diciéndole que la quiere y que la espera en la cita. Romek, justo en el mismo momento, y por encargo de Hania, está en la casa de su madre (la escena ya nos lo muestra revisando la cama y algunos cajones). Hania, preocupada, llama a Romek y le pide que se de prisa, que a su madre no le gusta que husmeen en su casa. Sin embargo, al salir, Romek abre el buzón y encuentra la tarjeta de Mariusz, una tarjeta que curiosamente nos muestra al papa Wojtila en una curiosa actitud de "Te estoy viendo". Te veo a ti cometiendo adulterio y a ti espiando. Ambos, a su manera, engañando al otro para evitar la culpa por sus actos. En realidad, yo creo que esta foto bien podría representar el peso de la culpa persecutoria. Como "el ojo que todo lo ve", es la culpa de la que nadie escapa y el castigo que al final siempre aguarda: el superyó gozante.
La imagen del Papa Karol Wojtila. |
[2] Zizek, S. ¡Goza tu síntoma! Jacques Lacan dentro y fuera de Hollywood. Nueva visión, pág. 189
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VER PELÍCULA:
PARTE 1. https://www.youtube.com/watch?v=9blE6YBneT8
PARTE 2. https://www.youtube.com/watch?v=WcBLhC5863Q
PARTE 3. https://www.youtube.com/watch?v=wYAv1NrNe1k
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SERIE DECÁLOGO (pulsar título para acceder a la entrada)
Decálogo 1. Yo, el señor, soy tu Dios. Ese frágil absoluto.
Decálogo 2. No tomarás en falso el nombre del señor, tu Dios. Compasión vs. culpa.
Decálogo 3. Santificarás las fiestas. Resentimiento, envidia y reparación.
Decálogo 4. Honrarás a tus padres. El edipo honrado.
Decálogo 5. No matarás. Estado, poder, ley y obscenidad.
Decálogo 6. No cometerás adulterio. Idealización y descreimiento en el amor.
Decálogo 7. No robarás. El arquetipo del niño.
Decálogo 8. No mentirás. Sobre la culpa depresiva.
Decálogo 9. No desearás a la mujer del prójimo. De mentiras, de celos y de culpas.