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domingo, 20 de noviembre de 2016

DOCE HOMBRES SIN PIEDAD (Twelve angry men, Sidney Lumet, 1957): Sobre la configuración de los juicios.

Doce hombres sin piedad (Sidney Lumet, 1957) es una de las grandes obras maestras del cine basada en una obra escrita para la televisión de Reginald Rose. Interpretada magistralmente por todos los actores - con la excepción de Henry Fonda mayoritariamente procedentes del mundo televisivo -, la película es un drama de carácter judicial basada en la deliberación de un  jurado compuesto por doce hombres sobre un caso de asesinato de un padre por parte de su hijo de dieciocho años. Por sus características es una película que permite reflexiones de distintas características: el tema del liderazgo, la dinámica de grupos, el ejercicio de la dialéctica,  la configuración de los juicios y el efecto sobre ellos de los pre-juicios y las motivaciones personales, reflexiones desde la ética y la moral... Desde el enfoque psicológico que caracteriza a este blog vamos a contemplar su temática desde como el ser humano configura sus juicios partiendo en muchas ocasiones de pre-juicios o de una superficialidad y adaptación a ellos en lo que se observa como falta de reflexión. Eso es lo que observamos en la votación inicial, cuando al convocarla el jurado número 1 (Martin Balsam), el presidente del jurado, once de los doce jurados levantan la mano con el veredicto de culpabilidad. Tan sólo el jurado número 8 (Henry Fonda) , simbólicamente vestido de blanco, levanta la mano para defender la inocencia del acusado, ante la sorpresa del resto para los cuales el veredicto de culpabilidad es incuestionable ante las aparentes pruebas suministradas.

La primera votación: 11 vs 1

1. PRIMERA VOTACIÓN: ESTRUCTURA DEL JURADO.

Desde la perspectiva psicológica, la primera votación y los hechos que la van a  caracterizar, nos permite diferenciar a los doce jurados en cinco posiciones bien determinadas:

1) La posición de los jurados 3 (un gran Lee J. Cobb) y 10 (Ed Begley), dominados por la ira y una visión predeterminada por sus pre-juicios y que les caracterizarán por su incapacidad para aceptar la reflexión y el diálogo, puesto que su toma de decisión se sitúa más allá de las pruebas o los hechos por unos juicios "a priori". Veamos como ejemplo las palabras del jurado 10 cuando dice del acusado: "Conozco muy bien a los de su calaña. No puede creer ni una palabra de lo que dicen. Usted lo sabe, todos ellos son unos embusteros".

2) La posición del jurado 7 (Jack Warden) es la posición del individuo narcisista de características egoístas y hedonistas, a quien sólo le importa su propio interés. Lo importante es el partido de béisbol que le aguarda y como veremos en la película su cambio de veredicto de culpable a inocente no está motivado por ningún tipo de convencimiento sino por su interés por acabar cuanto antes.

3) Las posiciones de los jurados 1 (Martin Balsam), 2 (John Fiedler), 5 (Jack Klugman), 6 (Edward Bins), 9 (Joseph Swenney), 11 (George Voskovec) y 12 (Robert Webber) es la posición de los individuos a quienes les cuesta imponer reflexión a la apariencia de los hechos y a las actitudes de jurados como los de la posición 1, invasivos y radicales, así, como veremos seguidamente, a la seriedad y convencimiento de un jurado como el 4 (E. G. Marshall). Suelen ser adaptativos a menos que alguien no ponga en marcha la posibilidad de reflexión a la que poco a poco se van añadiendo ante las evidencias que esta empieza a ofrecer, tal y como desencadenará nuestro jurado numero 8 (Henry Fonda)

4) Es la posición del jurado 4 (E. G. Marshall), un hombre frío y calculador que apoya su decisión sobre una visión razonada sobre los hechos que se han mostrado en el juicio. No es un hombre de prejuicios, como vemos en los jurados 3 y 10, sino que tiende a apoyarse en su propio razonamiento para apoyar su decisión. En este sentido es un tanto parecido al jurado número 8 que en esa primera votación considera al acusado como inocente, si bien hay entre ellos diferencias claras.



5) La posición del jurado 8 (Henry Fonda) se diferencia, en relación a la reflexión y el razonamiento del jurado número 4, en la empatía, que es su marca específica. Efectivamente, a su capacidad de reflexión y razonamiento, añade una fuerte empatía que irá demostrando a lo largo del diálogo que se establecerá. No en vano, y ante la sorpresa, cuando no enfado en algunos de los jurados, este jurado manifiesta lo siguiente cuando se le pregunta por la naturaleza de su voto: "Había once votos de culpable. No resulta fácil levantar la mano y enviar un chico a la muerte sin hablarlo antes [...] Está en juego la vida de alguien. No podemos precipitarnos, y si nos equivocamos [...] ese chico ha recibido solo patadas. Ha nacido en una chabola. Perdió a su madre a los nueve años y vive en un orfanato mientras su padre cumple condena por falsificar moneda. No es un feliz comienzo. Es arisco y rebelde porque es lo único que ha conocido. Alguien le ha estado propinando golpes un día si y otro también. Hace dieciocho años que ha sido desdichado y creo que le debemos unas pocas palabras"Y, evidentemente hay otra diferencia, no sólo es una cuestión de empatía, sino que es este jurado quien, a través de sus reflexiones y razonamientos nos introduce al concepto de "duda razonable", es decir, que, jurídicamente, no se trata tanto de si el acusado es inocente como de si los hechos demuestran feacientemente que es culpable y, ante la duda de estos hechos, se  favorece al acusado, es decir, y como tantas veces hemos oído: se es inocente hasta que no se demuestra la culpabilidad. De hecho esto es lo que manifiesta el jurado 8. No sabe si es inocente, pero tiene dudas acerca de las pruebas que se han presentado, no cree que estas demuestren tan estrictamente su culpabilidad.

Henry Fonda en el papel del jurado número 8.

Veamos que si nos referimos a conceptos psíquicos podríamos observar en los jurados de la posición 1 la posición característica del Superyó, es decir, la rígida acusación que partiendo de generalidades y concepciones absolutistas e indiscriminadas determina la culpabilidad sin aceptar matices ni diálogo. En la posición 2 tenemos la posición más propia del ello donde la cuestión es la propia satisfacción que está por encima de cualquier consideración ética. En la posición 3 nos encontramos con aquellos que sin capacidad de discriminación, o sin planteársela, adoptan una posición de identificación con las tesis superyoicas. La posición 4 se trata del individuo que razona los hechos desde una decisión ya tomada, posición a la que podemos entender como aquella que dota de soporte racional al superyó. Finalmente, la posición 5 es la del individuo que tomando criterio propio "duda razonablemente" de la decisión en sí misma y entra de lleno en una reflexión que además es siempre acompañada por esa actitud empática que se refleja en todo momento en su gran capacidad de desapego a las reacciones emocionales que hacia él mantienen los otros jurados, a la vez que mantiene con su actitud de calma y confianza el respeto hacia ellos y sus circunstancias.

2. SEGUNDA VOTACIÓN: DESIDENTIFICACIÓN Y APOYO.

Pronto se observa que desde la intervención del jurado 8 (sus reflexiones empáticas del inicio, o la relativización de lo que se da por evidente junto a la famosa escena de la navaja automática) hay un cierto cambio en la actitud del jurado 9, el más anciano. Con una buena percepción de la situación el jurado 8, ante una situación en la que se halla sólo ante los otro 11 plantea una segunda votación de la que se excluye y en la que asume que si los once restantes votan culpable el asumirá el voto, pero que si no es así pide más tiempo para evaluar la acusación. Desde nuestra lectura psicológica podríamos ver su intención como empezar a lograr la desidentificación de los jurados de la posición 3 a partir de la "duda razonable", y en los que una vez introducida es posible producir cambio al llevarles a la reflexión. Como de se diría en psicoterapia, este es el grupo que puede aceptar el diálogo y flexibilizar sus juicios al estar dispuestos al ejercicio de la reflexión si alguien les conduce a ello.

El jurado 9 apoya al jurado 8

Tras la votación, efectivamente, es el jurado 9 quien vota "no culpable", y que interpelado de no muy buenas maneras por, como no, los jurados de la posición 1 (superyoicos) y el de la posición 2 (elloico) les responde: "Este hombre se ha enfrentado a todos nosotros. No ha dicho que el muchacho sea inocente sino que no está seguro. Como no es fácil soportar la presión del resto intentó conseguir apoyo. Le he dado el mío. Probablemente el chico es culpable, sin embargo, quiero oír más". Es decir, hemos pasado de lo evidente a lo probable. Curiosamente este es uno de los primeros pasos que hay que asumir en la confrontación con el superyó, por un lado el de la desidentificación, y por otro el de la "duda razonable" producto de la reflexion ante la severidad y rigidez de sus juicios. Se evidencia en esta fase que este soporte al jurado 8 desata los primeros conatos de ira en los jurados 3 y 10, a diferencia del jurado 4 que defiende su decisión racionalmente con el repaso de los hechos y quien, además, indica que la reacción del jurado 3 es desde la excitación y que no se tenga en cuenta.

El trabajo de desidentificación se ve muy claramente en un diálogo que el jurado 8 establece con el jurado 6 (posición 3). Veamos:

Jurado 6: ¿Cree sinceramente que es inocente?
Jurado 8: No lo sé, aunque es posible.
Jurado 6: Francamente amigo. Creo que en su vida ha estado tan equivocado. No pierda más el tiempo, déjelo.
Jurado 8: Suponga que es usted el procesado.
Jurado 6: Bueno... No soy dado a suponer. Yo obedezco. Mi jefe es el que supone, no obstante, voy a intentarlo.

"No soy dado a suponer. Yo obedezco. Mi jefe es el que supone". Este es el individuo que identificado no cuestiona las reglas ni los juicios. El jurado 8 siempre flexibiliza lo absoluto (No lo sé, aunque es posible) y procura ponerse del otro lado, en este caso de lado del acusado (Suponga que es usted el acusado). Es por la conjunción de ambas actitudes que irá logrando que los jurados de la posición 3, claves en en la evolución del veredicto vayan, uno por uno, cambiando su voto a lo largo de la película, como pronto ocurre con el jurado número 5, él mismo proveniente del mundo de los suburbios.

Poco a poco los razonamientos del jurado 8 van haciendo mella en los jurados de la posición 3 quienes serán ellos mismos los que empiecen a reflexionar por ellos mismos. Así pronto vemos al jurado número 11 ejercer el mismo estilo de razonamiento que el 8 llevando con sus reflexiones a establecer la "duda razonable" sobre las supuestas motivaciones del muchacho para volver al lugar del asesinato a recuperar la navaja con la que mató a su padre. Esto desata las iras de los jurados de la posición 1 y 2. Especialmente virulenta es la reacción del jurado número 10.

El jurado 10 se enfrenta al 11.

Llegamos así a la tercera votación que añadirá al jurado 11 al 10, 5 y 8 apoyando el veredicto de inocencia o "no culpabilidad", lo que desatará las iras de los jurados 3 y 7. Un poco más tarde, y ante el peso de los razonamientos de los jurados 8 y 11, se añadirán en una cuarta votación los jurados 2 y 6 en el veredicto de "no culpable", con lo cual prácticamente 5 de los 7 jurados del grupo 3 han cambiado el veredicto y el resultado ya presenta un empate a 6.

Paralelamente a la evolución de los resultados vamos observando una cada vez mayor contestación de estos jurados a la actitud agresiva de los jurados de la posición 1, con lo que constatamos una de las actitudes que se fortalecen en el yo desidentificado y dispuesto a establecer la duda razonable frente al superyó castigador: la reafirmación del propio criterio. En el caso del jurado 8 este punto le permite llevar al jurado 3 a su propia contradicción. Partiendo de uno de los testimonios que afirma haber oído al acusado gritar a su padre que le va a matar, el jurado 8 afirma que esta amenaza se puede proferir en situaciones en las que uno lo dice pero no pensando en hacerlo. En un momento dado se da la siguiente situación:

Jurado 8: ¿Es usted su verdugo?
Jurado 3: ¡Uno de ellos!
Jurado 8: ¿Sería capaz de conectar la corriente?
Jurado 3: ¡Por este chico puede estar seguro!
Jurado 8: Me da lástima. ¿Qué se siente cuando se desea conectar el interruptor? Desde que entró en esta habitación se comporta como si fuera el vengador del pueblo. ¡Quiere verle morir por algo personal, no por lo que digan los hechos! ¡Es un sádico!
Jurado 3: ¡¡Le mataré!! ¡¡Le mataré!!
Jurado 8: ¿No dirá en serio que va a matarme?

Con lo cual queda demostrada su tesis. Por otro lado, el jurado 8 ya nos indica que detrás de las reacciones del jurado 3 hay algo personal y que, en consecuencia, se está proyectando sobre el acusado.

Jurado número 3 al 8: ¡¡Te mataré!!

3. SOBRE LOS PREJUICIOS Y EL VOTO SIN ÉTICA.

A partir de ese momento asistiremos a la demolición de los jurados de la posición 1 y 2. En primer lugar nos encontramos con la actitud del jurado 7, quien simplemente centrado en su interés por asistir a un partido de béisbol cambia de voto simplemente por este motivo y desequilibrar el voto - ahora 7 a 5 a favor de la no-culpabilidad -. Decisión absolutamente carente de toda ética desata el enfado del jurado 11 quien le dice: "¿¡Qué clase de hombre es usted!? Se sienta aquí y vota culpable como la mayoría de nosotros porque tiene unas entradas para ir a ver el béisbol en el bolsillo, y ahora cambia de voto solo porque esta harto de tanta palabrería. ¿Qué le da derecho a usted para jugar así con la vida de un ser humano?" Momentos después añade: "Es que no tiene agallas para hacer lo que cree justo". Y el tema es que no es un asunto de agallas, es un asunto de consciencia ética de la que éste individuo carece. Personaje de una naturaleza primaria no puede ver más allá de sus intereses a lo que todo queda sometido.

El segundo jurado en caer es el jurado número 10, personaje desagradable, egoísta ("mientras estoy aquí tengo tres garajes parados") y cargado de prejuicios, sin capacidad para el respeto y despreciativo. La escena crítica es cuando ante la evolución que toma la votación (en una quinta votación el resultado queda 9 a 3, es decir se añaden los dos jurados de tipo 3 que faltaban, el 1 y el 12) estalla en ira y nos muestra así su consciencia embotada, entenebrecida por los prejuicios que anulan cualquier tipo de reflexión o capacidad crítica: "¡No comprendo su actitud señores! ¡Cómo pueden tener en cuenta estos detalles! ¡¡No significan nada!! ¡Han visto este chico igual que yo! [...] ¡Ya saben como miente esta gentuza! ¡Es algo innato! [...] ¡Ni siquiera necesitan una razón de peso para matar a alguien! ¡Son borrachos! ¡Todos ellos beben como unos cosacos! ¡Ellos son así por naturaleza! ¡Todos son violentos! [...] ¡La mayoría no tiene sentimientos! [...] ¡No tiene remedio, ni uno solo merece la pena!" Mientras habla uno a uno los jurados se levantan de la mesa y le dan la espalda hasta quedarse solo. El jurado número 4 sentencia al final: "Siéntese y no vuelva a abrir la boca".

El aislamiento del jurado 10 ante sus compañeros.

El jurado número 3 se desvelará así mismo al final de la película mostrándonos que tras su obcecada decisión se halla la proyección de su propia frustración con su hijo, quien hace ya dos años que no le habla. Se identifica con la historia del padre muerto por su hijo del acusado. Mirando una foto donde aparecen felizmente él con su hijo manifiesta: "Maldigo a todos los hijos por los que das la vida" y desesperado rompe la foto y se desmorona lleno de dolor. El fundamento de la negativa de éste jurado en aceptar el voto de "no-culpabilidad" nada tiene que ver con la razón sino con el resentimiento, verdad que al emerger con tanta claridad le hunde definitivamente.

En esta escena se da un diálogo que pone en evidencia la debilidad de la posición de jurados como el 3 y el 10 cuando se ven confrontados por los argumentos razonados que sostienen la duda razonable:

Jurado 8: Esta sólo.
Jurado 3: ¡Me tiene sin cuidado estar solo! ¡Estoy en mi derecho!
Jurado 8: En su derecho...
Jurado 3: ¡Qué miran...!
Jurado 8: Exponga sus argumentos.
Jurado 3: ¡Ya lo hice antes!
Jurado 8: No nos convencen. Deberá razonarlos. Tiene todo el tiempo que quiera.

Y aquí se acaba toda capacidad de argumentación del jurado 3. Le queda sólo su ira resentida por el abandono de su hijo proyectándola sobre el acusado.

Foto del jurado 3 con su hijo.

4. LA RAZÓN Y LOS ARGUMENTOS: JURADO 4 VS. JURADO 8.

Es interesante la posición del jurado número 4, un hombre que como el jurado número 8 intenta razonar y defender sus argumentos. Libre de prejuicios o de personalismos se apoya en lo que su razón le dicta hasta que la fuerza de los argumentos se impone y, entonces, sin dudar, cambia su voto. Esa objetividad que le caracteriza durante todo el veredicto, y que como hemos dicho está libre de prejuicios o de personalismos, se demuestra cuando el jurado 10, en su ataque lleno de odio e ira contra la gente de los suburbios, le dice cuando éste pregunta si no ha hablado claro: "Demasiado. Siéntese y no vuelva a abrir la boca". Es un individuo abierto al diálogo y a escuchar los argumentos. abierto a razonar. ¿Cuál es entonces su diferencia con el jurado 8? Sin lugar a dudas la inquietud que este último muestra llevado por la empatía. El no conformarse por lo aparentemente evidente y profundizar en ello. Como cité anteriormente es lo que le lleva a decir: "No resulta fácil levantar la mano y enviar un chico a la muerte sin hablarlo antes [...] Está en juego la vida de alguien. No podemos precipitarnos, y si nos equivocamos [...] ese chico ha recibido solo patadas". 

Es la misma empatía que observaremos en este jurado cuando al finalizar la película es él quien va a recoger al jurado número 3 poniéndole la americana consciente del dolor que ese hombre acarrea en estos momentos.



5. REFLEXIÓN FINAL.

Doce hombres sin piedad es sobre todo una gran película que nos pone en guardia contra la gratuidad de los juicios que aplicamos en nuestra vida corriente y de los que nosotros mismos, a un nivel más interno, también somo víctimas a través de esa entidad psíquica llamada superyó que se erige en gestor de las introyecciones e identificaciones sufridas en nuestra infancia. La duda razonable es esa actitud que nos muestra el jurado 8 al ir más allá de las "evidencias" y descubrir cuantas veces estas se apoyan en una clara falta de reflexión, desinterés, o que teñidas de prejucios o personalismos perturban la posibilidad de ejercer una evaluación de los juicios desde la razón crítica propia de una consciencia ética. Y es de la misma manera que damos por sentado leyes y juicios que son ejercidas por nuestro superyó sin que nuestro yo intente poner en duda sus fundamentos y la tiranía que ejercen sobre nosotros. Como los jurados 3 y 10 nos muestran con sus prejuicios, estas leyes y juicios superyoicos se afirman fuertemente no en sus argumentos sino en su rigidez y severidad apoyándose en amenazas, culpas y castigos.

Estamos sin duda ante una obra maestra del cine.