Quisiera empezar este comentario centrándome en una de las primeras escenas de la película dirigida por Julian Schnabel (2018) - director de otras tres películas como Basquiat, Antes que anochezca y La escafandra y la mariposa - e interpretada por un inconmensurable Willem Dafoe en una interpretación de Vincent Van Gogh memorable. En ella vemos al pintor llegar a su casa tras un día de lluvia y frío. Luego le vemos quitarse los zapatos e inmediatamente montar el caballete y empezar a mezclar pinturas sobre la paleta. Su trazo vigoroso empieza a definir los contornos de uno de los zapatos. Poco a poco vamos viendo como sus pinceles y sus pinturas van dando forma a los zapatos y a las baldosas del suelo sobre las que están dispuestas. Asombrados, asistimos ante nuestros ojos a como una simples zapatos adquieren una soprendente intensidad y belleza.
Esta escena es la que nos permite reflexionar sobre el tema que quiero abordar esencialmente en esta entrada, y para ello me gustaría introducir un concepto, ya aparecido en distintos lugares de este blog, que fue desarrollado por C. G. Jung bajo el nombre de self o sí mismo:
… para Jung el sí mismo no es uno mismo. Es más que la propia subjetividad y su esencia se encuentra más allá de lo subjetivo. El sí mismo establece el terreno que mancomuna al sujeto con el mundo, con las estructuras del Ser. El sí mismo, el sujeto y el objeto, el yo y el otro, están unidos en un campo de estructura y energía común. [1]
¿De qué realidad da cuenta la pintura de Van Gogh? Quiero recurrir, para reflexionar sobre ello, a lo que Jung decía de la reflexión:
III. ARTE PARA LA POSTERIDAD.
En su diálogo con el mismo sacerdote dice Van Gogh: "Quizá Dios me hizo pintor para una gente que aún no ha nacido [...] Se dice que la vida es para sembrar, la cosecha no está aquí". Efectivamente, nuestro pintor se trataba de este tipo de artista que no parece tener lugar en su época. En ese sentido, el arte de Van Gogh cabe considerarlo como arte visionario, un arte cuya obra se caracteriza por la extrañeza que genera en el observador, puesto que su estilo comunicativo se aparta de las convenciones del momento intentando expresar algo que se sale de lo conocido. Jung, en ese aspecto, decía lo siguiente:
Desde la insatisfacción del presente, el anhelo del artista se retrae hasta alcanzar en lo inconsciente la imagen primigenia propicia para compensar del modo más eficaz las carencias y la unilateralidad del espíritu de la época. Este anhelo retoma posesión de la imagen y, al alzarla desde lo más profundo de lo inconsciente y acercarla a la consciencia, trastoca su forma para que pueda ser recibida por el hombre del presente de acuerdo con sus facultades... [5]
Esta confrontación con el espíritu de la época la observamos con claridad en el magnífico diálogo entre el sacerdote y el artista, en el cual podemos contemplar el espíritu restringido, monolítico de la época al lado de una nueva visión, de una nueva percepción, una nueva manera de ver que rompe con los moldes establecidos y que se expande envolviendo el cosmos, la naturaleza y el ser humano, en la que podemos reconocer una clara visión panteísta.
En ese sentido, cabe destacar que la obra de Van Gogh no sólo se explica por la patología psíquica, como a veces se pretende, o dicho de otra manera, la patología puede, en ocasiones, dar lugar a accesos de contenidos psíquicos que no son necesariamente patológicos:
...la psicología personal del creador explica ciertamente algunos rasgos de su obra, pero no la obra misma. Si fuera capaz de explicar esta última con éxito, entonces sus carácter creador [...] no sería más que un síntoma. [6]
El artista visionario, en cierta manera, está poseído, hay una fuerza que se le impone que no proviene de una voluntad consciente (como Gauguin propone). Nuevamente fue Jung quien con su propuesta del inconsciente colectivo dio una nueva dimensión al concepto de inconsciente, hasta aquellos días confinado a una dimensión personal tal y como había propuesto Freud en su día. Para Jung, esa dimensión colectiva del inconsciente se manifiesta como un inconsciente que interactúa con el ser humano y, el inconsciente colectivo es un inconsciente que tiene una dinámica como la mente consciente, tiene propósitos, sentimientos, intuiciones y pensamientos.
IV. A LAS PUERTAS DE LA ETERNIDAD.
Algunos dicen que estoy loco, pero que es el arte sin una pizca de locura.
"Creía que un artista debía enseñar a mirar el mundo, pero sinceramente ya no lo creo, ahora sólo pienso en mi relación con la eternidad" - le dice Van Gogh al doctor Gachet -, y a la pregunta de este sobre qué es la eternidad, el pintor le responde: "a lo que ha de venir". En ese momento, nuestro artista abandona el mundo que le ha tocado vivir por el mundo que ha de llegar, para aquel mundo que podrá ya comprender el mundo que él veía.
Le película empieza oyéndose tan solo la voz de Van Gogh con la pantalla en fondo negro...
Sólo quiero ser uno de ellos. Me gustaría sentarme con ellos y tomar una copa y hablar de cualquier cosa. Me gustaría que me ofrecieran tabaco, una copa de vino, o simplemente que me preguntaran como estas, y yo respondería y hablaríamos, y de vez en cuando haría un boceto de alguno de ellos como regalo. A lo mejor lo aceptarían y lo guardarían, y una mujer me sonreiría y me diría ¿tienes hambre? ¿Te apetece comer algo? Un poco de jamón o de queso, o una pieza de fruta.
La soledad siempre acompaña a un creador como Van Gogh - o como Hölderlin, o como Nietzsche o Jackson Pollock y tantos otros- . El artista visionario es un ser dividido entre su dimensión más humana y una pasión creadora que le arrebata y que lleva a Van Gogh a decirle al doctor Gachet:
Hay mucha destrucción y fracaso en las puertas de la ejecución de un cuadro... Encuentro dicha en el dolor. Importa más el dolor que la risa. Verás... los ángeles no están lejos de aquellos que están tristes. Une enfermedad, a veces, nos puede sanar...
Una vez más encontramos formulados por nuestro pintor los versos de Hölderlin:
Cercano está el dios
y difícil es captarlo.
Pero donde hay peligro
crece lo que nos salva.
Van Gogh acepta tan claramente su entrega a la creación que acepta el sacrificio personal que ello le conlleva, y así sigue diciéndole a Gachet: "A veces odio la mera idea de recuperar la salud".
En éste tipo de artistas el difícil equilibrio entre su necesidad de pertenencia y de contacto humano y la pasión arrebatadora con la que viven su arte les lleva a una difícil adaptación, cuando no manifiesta inadaptación, a su entorno y a las convenciones sociales, pero como dice Jung:
La relativa inadaptación del artista es su verdadera ventaja, le permite mantenerse alejado de la corriente general, ceder en su propio anhelo, y encontrar lo que a otros, sin saberlo, les falta. Y, así como a los individuos aislados la unilateralidad de su actitud consciente se corrige por medio de reacciones inconscientes en la vía de la autorregulación, el arte constituye un proceso de autorregulación de la vida espiritual en la vida de las naciones y las épocas. [7]
V. UNA REFLEXIÓN FINAL.
Quisiera hacer una última reflexión a la luz de los comentarios realizados en esta entrada. Como sabemos Van Gogh fue uno de los pintores que realizó numerosos autorretratos suyos (más de 40 entre pinturas y dibujos). ¿Qué reflejaba el lienzo sosteniendo en su superficie su propia imagen? Más allá de que es cierto que no tenía dinero para contratar modelos, y que por ello se retrataba a sí mismo para perfeccionar su arte, el autorretrato refleja en Van Gogh la evolución, precisamente, de ese aspecto autodestructivo que el proceso creativo produce en el artista, aunque yo iría más allá, manteniendo que los autorretratos de Van Gogh nos muestran el dolor del anhelo imposible, la fusión imposible, el dolor de la discordia del ser humano inmerso en el mundo de la Naturaleza, el sufrimiento de la consciencia en su ofuscamiento. Su propia imagen sostenida en el lienzo, elaborada y reelaborada por el inconsciente del pintor, le devuelve el estado de separación que se observa en los trigales que pintó hacia el final de su vida, los agudos contrastes entre los cielos amenazantes, de un azul eléctrico y de oscuras nubes, contrastando con el oro brillante de los campos de trigo:
El trigal como fuerza reconfortante, como un paliativo del desaliento inevitable ante el sufrimiento existente: Sobretodo por este motivo crea una serie de campos cercados. Por un instante se pierde de vista el sombrío horizonte sobre el que se elevan todas las preocupaciones. El trigal y el horizonte como metáforas de la simultaneidad del consuelo y la aflicción. [8]
La película da para más reflexiones, pero lo dejaremos aquí para no hacer demasiado extensa esta entrada. Gran película, gran interpretación, excelente música y Arte, Arte, Arte...
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BIBLIOGRAFÍA.
[1] Stein, Murray. El mapa del alma según Jung. Ediciones Luciérnaga, pág. 202
[2] Sharp, Daryl. Lexicon junguiano.Ed. Cuatro Vientos. Acepción “reflexión”.
[3] Jung, C. G. Dos escritos sobre psicología analítica. Las relaciones del yo con el inconsciente. OC7 Editorial Trotta, par. 365
[4] Ver nota anterior. La estructura de lo inconsciente, par. 505.
[5] Jung C. G. Sobre el fenómeno de lo espiritual en el Arte y en la Ciencia. Relaciones de la psicología analítica con la obra de arte. OC 15, Editorial Trotta, par. 130
[6] Ver nota 5. Psicología y poesía, par. 156
[7] Ver nota 5. Relaciones de la psicología analítica con la obra de arte, par. 131
[8] F. Walther & Rainer Metzger. Van Gogh. La obra completa – pintura. Taschen, pág. 551
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PELÍCULAS RELACIONADAS.
LOS CUERVOS. Sobre la mirada de Van Gogh.
Akira Kurosawa 1990
(de los cortos que constituyen la película SUEÑOS)
Pulsa el título para acceder entrada.
Esta escena es la que nos permite reflexionar sobre el tema que quiero abordar esencialmente en esta entrada, y para ello me gustaría introducir un concepto, ya aparecido en distintos lugares de este blog, que fue desarrollado por C. G. Jung bajo el nombre de self o sí mismo:
… para Jung el sí mismo no es uno mismo. Es más que la propia subjetividad y su esencia se encuentra más allá de lo subjetivo. El sí mismo establece el terreno que mancomuna al sujeto con el mundo, con las estructuras del Ser. El sí mismo, el sujeto y el objeto, el yo y el otro, están unidos en un campo de estructura y energía común. [1]
Veamos el parecido de estas palabras con las citadas por Van Gogh en la película:
Cuando miro la Naturaleza veo con más claridad el vínculo que nos une a todos. Una energía vibrante que habla en nombre de Dios.
Cuando miro la Naturaleza veo con más claridad el vínculo que nos une a todos. Una energía vibrante que habla en nombre de Dios.
La película continua ofreciéndonos imágenes del pintor, cargado con sus bártulos, en contacto con la Naturaleza, imágenes que nos sugieren el éxtasis que esta producía en él. Sus pasos agitando la hierba alta y ondulando las espigas doradas, andando por el bosque o entre largas hileras de árboles, observando los dibujos de las ramas y los follajes en sus altas copas, entre campos de trigo, o sentándose en un extenso prado verde para contemplar en el horizonte el juego de luces y nubes en el crepúsculo.
I. APOLO Y DIONYSOS.
I. APOLO Y DIONYSOS.
¿Qué nos muestran los lienzos pintados por Van Gogh, qué encuentro se produce entre el objeto que observa del mundo externo una vez pasan a través de su mundo interno, de su alma? A pesar de los desacuerdos conceptuales que mostraba con el que fue su gran amigo Paul Gauguin (Oscar Isaac), éste le dice algo en lo que si lo están: "... vamos a cambiar la relación entre pintar y eso que llamas Naturaleza, entre pintar y la realidad, porque la realidad pintada es otra realidad."
¿De qué realidad da cuenta la pintura de Van Gogh? Quiero recurrir, para reflexionar sobre ello, a lo que Jung decía de la reflexión:
Reflexio significa "doblar hacia atrás", y psicológicamente, indicaría que el reflejo que lleva al estímulo hacia su descarga instintiva es interferido por la psiquización... Así, en vez del acto compulsivo aparece cierto grado de libertad, y en lugar de la predicción surge algo relativamente imposible de predecir en cuanto el efecto del impulso. [2]
Es decir, este "doblar hacia atrás" es lo que devuelve el espejo (la consciencia) sobre aquello que le es lanzado para ser reflejado. Y, evidentemente, lo que Jung nos dice es que lo que se devuelve no es exactamente el reflejo exacto de aquello que se proyecta sobre ella, precisamente por el efecto de su paso y sostenimiento en la conciencia y para la evaluación de sus efectos sobre ella (sosteniendo así el pensamiento, la emoción, el sentimiento y el instinto), es decir, de reflexionarlo.
Cuando nos preguntábamos de qué realidad de cuenta la pintura de Van Gogh, la pregunta se puede reestructurar diciendo ¿Que devuelve la alma-psique de Van Gogh sobre el lienzo cuando una imagen externa se proyecta sobre ella?
Cuando observamos las obras de Van Gogh se nos hace evidente la continuidad que va del mundo inorgánico al orgánico, y dentro de este del vegetal al animal y al ser humano. Su estilo, como ningún otro antes, transmite "esa energía vibrante [...] el vínculo que nos une a todos". Ese vínculo al que el pintor se refiere es el que se manifiesta en sus lienzos, el resultado del paso de las imágenes externas a través de su alma-psique devuelve el campo de energía común que les une como Murray Stein nos decía en la nota 1. Observemos aquí la importancia del concepto de reflexión expuesto por Jung, que no se debe confundir con el pensar o el razonar, o no solamente con eso, sino más bien con el sostener, con el estar-con, con el resonar con lo sostenido. Esta diferencia es importante pues es la diferencia que hay entre Van Gogh y Gauguin. Dice este último:
Deberías planificar tus cuadros, qué prisa hay. Trabaja con calma, despacio... pintas deprisa y luego repintas. Tu superficie parece hecha de arcilla, es más escultura que pintura [...] Sólo digo que mires hacia adentro [...] Sólo te pido que pienses como se asentará la pintura en el lienzo. Que controles lo que haces. Deberías trabajar en interiores.
Gauguin postula la preeminencia del planificar, del pensar, del asentar, del controlar. Nada más lejos de donde surge el arte de Van Gogh, quien le responde:
Cada pintura se debe hacer tal como se concibe... Los cuadros hay que hacerlos deprisa [...] Yo no invento la imagen, no necesito inventar una imagen porque puedo encontrarla en la naturaleza, solamente tengo que liberarla [...] He pasado mi vida solo en una habitación, necesito salir y trabajar para olvidarme de todo, para estar fuera de control, necesito entrar en estado febril, por algo se llama el acto de pintar.
II. EL ARTE DE VAN GOGH.
¿Cómo entender entonces la reflexión de Van Gogh? Obviamente no es una reflexión como la de Gauguin, planificadora, controlada, pensada. Cuando Gauguin pinta sobre el lienzo la imagen ya la tiene en la cabeza, en el cerebro - como él mismo dice -, se ha elaborado en su interior. De manera opuesta, en Van Gogh el lienzo es la superficie de reflexión. El lienzo es la superficie que se coloca entre la imagen observada y el alma-psique de Van Gogh y es el lugar de elaboración donde el mundo externo y el mundo interno del pintor coinciden y elaboran. Es la superficie en la que se sostiene la imagen observada, en la que se elabora, se reflexiona y se reelabora desde una perspectiva esencialmente instintiva-intuitiva. Hacia el final de la película, ya instalado en Auvers-sur-Oise, le dice al doctor Gachet:
Pinto para dejar de pensar [...] Cuando pinto dejo de pensar [...] dejo de pensar y siento que soy parte de todo lo que hay fuera y dentro de mí.
Cuando leemos estas palabras podemos imaginar el lienzo de Van Gogh como ese lugar de encuentro entre objeto y sujeto, lo que nos acerca a una concepción que ya fue indicada por Jung al decir:
Si se piensa que la consciencia y su centro, es decir, el yo, son lo opuesto a lo inconsciente y se añade a esta idea la de una progresiva asimilación de lo inconsciente, es posible representarse dicha asimilación como una suerte de aproximación entre la consciencia y lo inconsciente, con lo que el centro de la personalidad total ya no coincidiría con el yo, pasando a situarse en un punto central equidistante de la consciencia y lo equidistante. [3]
Y añade posteriormente:
La asimilación de los contenidos inconscientes desemboca [...] en un estado en el que la intención consciente ha quedado fuera, viéndose sustituida por un proceso de desarrollo que nos parece irracional. [4] - cuando Jung habla aquí de inconsciente habla del inconsciente colectivo -.
Es por eso que a Gauguin le parece incomprensible la manera de pintar de Van Gogh. Cuando observamos los enérgicos trazos de pintura en un cuadro de nuestro pintor, o cuando lo observamos en la película pintando, parece que no es la consciencia ordinaria la que guía la mano del pintor, parece más que nada ser el vehículo de algo que le posee, de su inconsciente. Desde esta perspectiva el lienzo se transforma en ese "punto central equidistante" donde coinciden la imagen que proviene del exterior y los contenidos que llegan del inconsciente de Van Gogh.
Gauguin es apolíneo, un artista psicológico (Jung, 1930) -, un científico; Van Gogh es dionisiaco, un artista visionario (Jung 1930), un místico:
¿Cómo entender entonces la reflexión de Van Gogh? Obviamente no es una reflexión como la de Gauguin, planificadora, controlada, pensada. Cuando Gauguin pinta sobre el lienzo la imagen ya la tiene en la cabeza, en el cerebro - como él mismo dice -, se ha elaborado en su interior. De manera opuesta, en Van Gogh el lienzo es la superficie de reflexión. El lienzo es la superficie que se coloca entre la imagen observada y el alma-psique de Van Gogh y es el lugar de elaboración donde el mundo externo y el mundo interno del pintor coinciden y elaboran. Es la superficie en la que se sostiene la imagen observada, en la que se elabora, se reflexiona y se reelabora desde una perspectiva esencialmente instintiva-intuitiva. Hacia el final de la película, ya instalado en Auvers-sur-Oise, le dice al doctor Gachet:
Pinto para dejar de pensar [...] Cuando pinto dejo de pensar [...] dejo de pensar y siento que soy parte de todo lo que hay fuera y dentro de mí.
Cuando leemos estas palabras podemos imaginar el lienzo de Van Gogh como ese lugar de encuentro entre objeto y sujeto, lo que nos acerca a una concepción que ya fue indicada por Jung al decir:
Si se piensa que la consciencia y su centro, es decir, el yo, son lo opuesto a lo inconsciente y se añade a esta idea la de una progresiva asimilación de lo inconsciente, es posible representarse dicha asimilación como una suerte de aproximación entre la consciencia y lo inconsciente, con lo que el centro de la personalidad total ya no coincidiría con el yo, pasando a situarse en un punto central equidistante de la consciencia y lo equidistante. [3]
Y añade posteriormente:
La asimilación de los contenidos inconscientes desemboca [...] en un estado en el que la intención consciente ha quedado fuera, viéndose sustituida por un proceso de desarrollo que nos parece irracional. [4] - cuando Jung habla aquí de inconsciente habla del inconsciente colectivo -.
Es por eso que a Gauguin le parece incomprensible la manera de pintar de Van Gogh. Cuando observamos los enérgicos trazos de pintura en un cuadro de nuestro pintor, o cuando lo observamos en la película pintando, parece que no es la consciencia ordinaria la que guía la mano del pintor, parece más que nada ser el vehículo de algo que le posee, de su inconsciente. Desde esta perspectiva el lienzo se transforma en ese "punto central equidistante" donde coinciden la imagen que proviene del exterior y los contenidos que llegan del inconsciente de Van Gogh.
Gauguin es apolíneo, un artista psicológico (Jung, 1930) -, un científico; Van Gogh es dionisiaco, un artista visionario (Jung 1930), un místico:
Cuando miro la Naturaleza veo con más claridad el vínculo que nos une a todos. Una energía vibrante que habla en nombre de Dios, y es tan intensa que pierdo el conocimiento [...] Al cabo de un rato me despierto y no se donde estoy ni qué estoy haciendo, incluso tardo unos minutos en recordar mi nombre.
Más allá de la dimensión psicopatológica que afectaba a Van Gogh, sus palabras se acercan a lo que podríamos llamar una experiencia mística: intensidad, arrebatamiento, despersonalización. Es decir, unión-con, como expresa en el hospital mental de Saint-Paul-de-Mausoleun, en un diálogo con el sacerdote (Mads Mikkelsen): "Siento que Dios es la Naturaleza, y la Naturaleza es belleza". También podríamos decir que Van Gogh forma parte de un estado de "participation mystique".
III. ARTE PARA LA POSTERIDAD.
Desde la insatisfacción del presente, el anhelo del artista se retrae hasta alcanzar en lo inconsciente la imagen primigenia propicia para compensar del modo más eficaz las carencias y la unilateralidad del espíritu de la época. Este anhelo retoma posesión de la imagen y, al alzarla desde lo más profundo de lo inconsciente y acercarla a la consciencia, trastoca su forma para que pueda ser recibida por el hombre del presente de acuerdo con sus facultades... [5]
Esta confrontación con el espíritu de la época la observamos con claridad en el magnífico diálogo entre el sacerdote y el artista, en el cual podemos contemplar el espíritu restringido, monolítico de la época al lado de una nueva visión, de una nueva percepción, una nueva manera de ver que rompe con los moldes establecidos y que se expande envolviendo el cosmos, la naturaleza y el ser humano, en la que podemos reconocer una clara visión panteísta.
En ese sentido, cabe destacar que la obra de Van Gogh no sólo se explica por la patología psíquica, como a veces se pretende, o dicho de otra manera, la patología puede, en ocasiones, dar lugar a accesos de contenidos psíquicos que no son necesariamente patológicos:
...la psicología personal del creador explica ciertamente algunos rasgos de su obra, pero no la obra misma. Si fuera capaz de explicar esta última con éxito, entonces sus carácter creador [...] no sería más que un síntoma. [6]
El artista visionario, en cierta manera, está poseído, hay una fuerza que se le impone que no proviene de una voluntad consciente (como Gauguin propone). Nuevamente fue Jung quien con su propuesta del inconsciente colectivo dio una nueva dimensión al concepto de inconsciente, hasta aquellos días confinado a una dimensión personal tal y como había propuesto Freud en su día. Para Jung, esa dimensión colectiva del inconsciente se manifiesta como un inconsciente que interactúa con el ser humano y, el inconsciente colectivo es un inconsciente que tiene una dinámica como la mente consciente, tiene propósitos, sentimientos, intuiciones y pensamientos.
IV. A LAS PUERTAS DE LA ETERNIDAD.
Algunos dicen que estoy loco, pero que es el arte sin una pizca de locura.
"Creía que un artista debía enseñar a mirar el mundo, pero sinceramente ya no lo creo, ahora sólo pienso en mi relación con la eternidad" - le dice Van Gogh al doctor Gachet -, y a la pregunta de este sobre qué es la eternidad, el pintor le responde: "a lo que ha de venir". En ese momento, nuestro artista abandona el mundo que le ha tocado vivir por el mundo que ha de llegar, para aquel mundo que podrá ya comprender el mundo que él veía.
Le película empieza oyéndose tan solo la voz de Van Gogh con la pantalla en fondo negro...
Sólo quiero ser uno de ellos. Me gustaría sentarme con ellos y tomar una copa y hablar de cualquier cosa. Me gustaría que me ofrecieran tabaco, una copa de vino, o simplemente que me preguntaran como estas, y yo respondería y hablaríamos, y de vez en cuando haría un boceto de alguno de ellos como regalo. A lo mejor lo aceptarían y lo guardarían, y una mujer me sonreiría y me diría ¿tienes hambre? ¿Te apetece comer algo? Un poco de jamón o de queso, o una pieza de fruta.
La soledad siempre acompaña a un creador como Van Gogh - o como Hölderlin, o como Nietzsche o Jackson Pollock y tantos otros- . El artista visionario es un ser dividido entre su dimensión más humana y una pasión creadora que le arrebata y que lleva a Van Gogh a decirle al doctor Gachet:
Hay mucha destrucción y fracaso en las puertas de la ejecución de un cuadro... Encuentro dicha en el dolor. Importa más el dolor que la risa. Verás... los ángeles no están lejos de aquellos que están tristes. Une enfermedad, a veces, nos puede sanar...
Una vez más encontramos formulados por nuestro pintor los versos de Hölderlin:
Cercano está el dios
y difícil es captarlo.
Pero donde hay peligro
crece lo que nos salva.
Van Gogh acepta tan claramente su entrega a la creación que acepta el sacrificio personal que ello le conlleva, y así sigue diciéndole a Gachet: "A veces odio la mera idea de recuperar la salud".
En éste tipo de artistas el difícil equilibrio entre su necesidad de pertenencia y de contacto humano y la pasión arrebatadora con la que viven su arte les lleva a una difícil adaptación, cuando no manifiesta inadaptación, a su entorno y a las convenciones sociales, pero como dice Jung:
La relativa inadaptación del artista es su verdadera ventaja, le permite mantenerse alejado de la corriente general, ceder en su propio anhelo, y encontrar lo que a otros, sin saberlo, les falta. Y, así como a los individuos aislados la unilateralidad de su actitud consciente se corrige por medio de reacciones inconscientes en la vía de la autorregulación, el arte constituye un proceso de autorregulación de la vida espiritual en la vida de las naciones y las épocas. [7]
V. UNA REFLEXIÓN FINAL.
Quisiera hacer una última reflexión a la luz de los comentarios realizados en esta entrada. Como sabemos Van Gogh fue uno de los pintores que realizó numerosos autorretratos suyos (más de 40 entre pinturas y dibujos). ¿Qué reflejaba el lienzo sosteniendo en su superficie su propia imagen? Más allá de que es cierto que no tenía dinero para contratar modelos, y que por ello se retrataba a sí mismo para perfeccionar su arte, el autorretrato refleja en Van Gogh la evolución, precisamente, de ese aspecto autodestructivo que el proceso creativo produce en el artista, aunque yo iría más allá, manteniendo que los autorretratos de Van Gogh nos muestran el dolor del anhelo imposible, la fusión imposible, el dolor de la discordia del ser humano inmerso en el mundo de la Naturaleza, el sufrimiento de la consciencia en su ofuscamiento. Su propia imagen sostenida en el lienzo, elaborada y reelaborada por el inconsciente del pintor, le devuelve el estado de separación que se observa en los trigales que pintó hacia el final de su vida, los agudos contrastes entre los cielos amenazantes, de un azul eléctrico y de oscuras nubes, contrastando con el oro brillante de los campos de trigo:
El trigal como fuerza reconfortante, como un paliativo del desaliento inevitable ante el sufrimiento existente: Sobretodo por este motivo crea una serie de campos cercados. Por un instante se pierde de vista el sombrío horizonte sobre el que se elevan todas las preocupaciones. El trigal y el horizonte como metáforas de la simultaneidad del consuelo y la aflicción. [8]
La película da para más reflexiones, pero lo dejaremos aquí para no hacer demasiado extensa esta entrada. Gran película, gran interpretación, excelente música y Arte, Arte, Arte...
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BIBLIOGRAFÍA.
[1] Stein, Murray. El mapa del alma según Jung. Ediciones Luciérnaga, pág. 202
[2] Sharp, Daryl. Lexicon junguiano.Ed. Cuatro Vientos. Acepción “reflexión”.
[3] Jung, C. G. Dos escritos sobre psicología analítica. Las relaciones del yo con el inconsciente. OC7 Editorial Trotta, par. 365
[4] Ver nota anterior. La estructura de lo inconsciente, par. 505.
[5] Jung C. G. Sobre el fenómeno de lo espiritual en el Arte y en la Ciencia. Relaciones de la psicología analítica con la obra de arte. OC 15, Editorial Trotta, par. 130
[6] Ver nota 5. Psicología y poesía, par. 156
[7] Ver nota 5. Relaciones de la psicología analítica con la obra de arte, par. 131
[8] F. Walther & Rainer Metzger. Van Gogh. La obra completa – pintura. Taschen, pág. 551
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PELÍCULAS RELACIONADAS.
LOS CUERVOS. Sobre la mirada de Van Gogh.
Akira Kurosawa 1990
(de los cortos que constituyen la película SUEÑOS)
Pulsa el título para acceder entrada.