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domingo, 25 de septiembre de 2022

JOKER (TODD PHILLIPS, 2019): Presión agresiva, la coyuntura de emergencia y la violencia.

Lo peor de tener una enfermedad mental es que la gente espera que te comportes como si no la tuvieras (Arthur Fleck).

Hace ya unos tres años hice un primer comentario de Joker (Todd Philips, 2019) tras el impacto de su primer visionado, de un carácter más social ( y que se añade al final de este comentario - ver nota 1- por si lo queréis leer). Ya hace tiempo que quería profundizar en el comentario de esta magnifica película, que cuenta con la ya conocida y reconocida magnífica interpretación de Joaquín Phoenix, desde una perspectiva más psicológica. Para ello me apoyaré, como base de la reflexión, en un artículo de Jacques Lacan: "La agresividad en psicoanálisis" (1947)Arthur Fleck, su protagonista y futuro joker, es un enfermo mental que cuida de su madre, también enferma. De aspecto y risa siniestra que, además, sufre de un síntoma que se manifiesta, en situaciones de stress, como una risa compulsiva y explosiva, acude a un servicio social que le proporciona una cierta ayuda psicológica y la medicación psiquiátrica. Trabaja como payaso para una empresa que lo alquila con fines comerciales y su gran aspiración es ser un gran cómico.

Si bien, y como ocurre con muchas películas, la patología de Arthur es difícil de establecer, si que hay algunos detalles que la orientan a la psicosis, lo que le apartaría de las versiones más propias del psicópata de otras películas.

I. EL DESEO DE ACEPTACIÓN.

Quiero empezar centrándome en dos temas de la película que afectan a su protagonista. El primero tiene que ver con la relación que establece con el presentador y cómico Murray Franklin (Robert de Niro), al que admira y con el que fantasea estar en el programa y, tras llamar su atención, recibir su reconocimiento y un abrazo familiar, así como el del público: "Ves esto, las luces, el espectáculo, el público. Lo cambiaria todo por tener un hijo como tú" - le dice Murray en su fantasía -.

El segundo tema sucede cuando, al abrir una carta de su madre, Penny Fleck (Frances Conroy) dirigida a Thomas Wayne (Brett Cullen), un magnate de Gotham que se presenta a alcalde de la ciudad, descubre que ella fue su amante y que él es hijo suyo. En un encuentro con él,  al que  busca para que le reconozca como hijo. Thomas no sólo no lo reconoce, sino que le revela que él fue un hijo adoptado y que nunca se acostó con ella, y que poco tiempo después, su madre fue detenida e ingresada en el psiquiátrico de Arkham. Arthur, que lo niega, le grita a Thomas: "¡No quiero que se sienta incómodo, no se por qué todos son tan groseros ni porque lo es usted! ¡No quiero nada de usted, puede que un poco de afecto, quizás un abrazo papá! ¡¡Que tal un poco de honradez, joder!! Pero que os pasa a todos, decir esas cosas de mi madre."



Observemos como la fantasía del abrazo y reconocimiento con Murray representa la proyección de un deseo que ahora tiene hacia su supuesto padre Thomas Wayne. La misma alucinación que también desarrollará con su vecina Sophie Dumont (Zazie Beetz). Deseo de amar y ser amado, también deseo de aceptación... deseo finalmente no solo siempre frustrado, sino que además es enfrentado al rechazo violento desde distintas dimensiones, como vamos a ver.

También podemos observar este deseo en la alucinación de su éxito como cómico en un club donde actúan aquellos que desean hacerlo y que, posteriormente, y debido a una grabación, será ridiculizado por Murray en su programa.

II. EL RECHAZO VIOLENTO, LA EXPLOSIÓN DE VIOLENCIA Y LA PRESIÓN AGRESIVA.

No imagino que mi muerte me traiga más dolores que mi vida (Arthur Fleck)

La visita de Arthur al psiquiátrico de Arkham no sólo certifica que su madre si estuvo ingresada (psicosis alucinatoria y trastorno de la personalidad narcisista), sino que le descubre que fue declarada culpable de poner en peligro a su propio hijo y que, además, era adoptado. Su novio abusó del niño y pegó a la madre. Y así lee en recortes de periódico: "Madre permite que abusen de su hijo adoptivo" y "Casa del terror para madre e hijo", etcétera.

Tomando esa base traumática compleja (abandonado por sus padres biológicos, abandonado por una madre enferma que no puede cuidarle y maltratado brutalmente por la pareja de esta), Arthur Fleck vivirá una vida en la que el trauma simplemente continuará: No he sido feliz ni un sólo minuto en mi puta vida (le dice a su madre antes de asesinarla). Y eso es lo que la película nos muestra desde el inicio en el que unos adolescentes le golpean brutalmente cuando disfrazado de payaso hace su trabajo, hasta que Arthur asesina a los brokers que en el metro se burlan de él, le maltratan y le golpean. 



De fondo, la película también pone de relieve la violencia social que se deriva del sistema, a mi entender claramente representada por el abandono de las prestaciones sociales (medicación incluida), así como por el clima general de la película en relación al abandono de la ciudad, así como el descontento latente de las clases sociales bajas en contraposición a los brokers (sombra psicópata del sistema) o al mismo Thomas Wayne, quien, en este caso, no se nos muestra como el padre amoroso y protector de Gotham del Batman begins (Cristopher Nolan, 2005), o incluso del anterior Batman de Tim Burton (1989).

- Sobre la presión agresiva.

La evolución de Arthur Fleck a Joker es consecuencia de la presión agresiva que Arthur contiene en su interior. Lacan nos precisa en su artículo, anteriormente citado, que una de sus primeras derivaciones estriba en diferenciar la agresividad animal de la agresividad humana poniendo la primera del lado instintivo y esencialmente biológico, en tanto a la dimensión de conservación como de ecología, mientras que la segunda, entendida  como presión agresiva, responde a peculiaridades más propias del ser humano que la dotan de unas motivaciones más profundas y personales. A diferencia del instinto agresivo, la presión agresiva es vivida como algo constante y la podemos observar en aspectos tan comunes como la rivalidad, los celos o la envidia.

En este mismo texto, Lacan inscribe el citado elemento peculiar que caracteriza la agresividad humana en su tesis IV del escrito, y que dice:

La agresividad es la tendencia correlativa de un modo de identificación que llamamos narcisista y que determina la estructura formal del yo del hombre y del registro de entidades característico de su mundo. [2]

¿Y qué significa identificación narcisista? Se trata de la tendencia del yo a incorporar objetos externos como propios. Esto nos permite entonces comprender la agresividad como la relación que esta tiene, para el ser humano, con la pérdida de estos objetos tal y como Lacan nos comenta en relación a la famosa observación de los celos de un pequeñuelo descrita por San Agustin en sus "Confesiones" [2]. Dice Lacan al respecto:

La experiencia subjetiva debe ser habilitada de pleno derecho para reconocer el nudo central de la agresividad ambivalente, que nuestro momento cultural nos da bajo la especie dominante del resentimiento, hasta en sus más arcaicos aspectos en el niño [...] San Agustín se adelanta al psicoanálisis al darnos una imagen ejemplar de un comportamiento tal en estos términos:  [...] "Vi con mis propios ojos y conocí bien a un pequeñuelo presa de los celos. No hablaba todavía y ya contemplaba, todo pálido y con una mirada envenenada, a su hermano de leche". Así anuda imperecederamente, con la etapa infans (de antes de la palabra) de la primera edad, la situación de absorción espectacular: contemplaba, la reacción emocional: tono pálido, y esa reactivación de las imágenes de la frustración primordial: y con una mirada envenenada, que son las coordenadas psíquicas y somáticas de la agresividad original. [3]

Vemos aquí, descrita perfectamente, esto que Lacan llama la frustración primordial, por un lado; y la agresividad original por el otro.

Algunos procesos pre-edípicos, el proceso edípico propiamente, y la posterior fase de socialización introducen y desarrollan el mecanismo de la represión, y otros mecanismos de defensa, por la que algunos contenidos intolerables para la consciencia ordinaria (representaciones, ideas, pensamientos, afectos) son relegados al inconsciente. Obviamente esto explicaría el caracter de presión agresiva que Lacan postula junto a la identificación narcisita. Sin embargo, la represión si bien logra mantener los contenidos en el inconsciente no evita, antes lo promociona, la proyección de estas imagos internas como contenido en el exterior.

Podemos comprender entonces como Arthur ha ido acumulando esta presión agresiva desde la infancia hasta llegar a un límite insostenible.

III. LA COYUNTURA DE EMERGENCIA: LA EXPLOSIÓN VIOLENTA.

Como decía, y ya desde el inicio de la película, observamos como las agresiones sobre Artur se van acumulando:

1) Al inicio de la película tenemos las agresiones brutales de los jóvenes adolescentes cuando disfrazado de payaso se encarga de la animación de una tienda y le roban el cartel de anuncio.



2) En segundo lugar, advertimos como su jefe le amenaza sobre su continuidad en el trabajo y le descuenta la pérdida del cartel, a pesar de que se lo han robado y le han apaleado.

Tras esa escena vemos la primera muestra de la presión agresiva liberada cuando da fuertes golpes a un contenedor de basura.

3) En tercer lugar, pierde su lugar de trabajo por llevar una pistola mientras está haciendo una representación para niños en un hospital. Por otro lado, el compañero que le había dado la pistola para que se defendiera en caso de agresiones, le traiciona diciendo a sus jefe que Arthur se la había intentado comprar.

Y es aquí cuando, finalmente, y tras ser despedido, llega la escena del metro, en la cual tras sufrir una nueva y brutal agresión, Arthur reaccionará sacando de nuevo la pistola y matando a los tres brokers que se burlan de él.



¿Qué hace que la presión agresiva pase de sus manifestaciones menores, de una agresividad constreñida (cinismo, desencanto, sarcasmo, decepción, etcétera) a una explosión de violencia? Lacan llamó a la situación que provoca esta explosión coyuntura de emergencia, un término que el psicoanalista Hector Galo define como:

... que hace alusión a un riesgo que debe ser tratado de inmediato, es un riesgo que no da espera, exige el concurso eficaz de un tercero. Las violencias que no son avisadas se asocian con la emergencia de lo que sorprende, por eso son traumáticas y contingentes. La transformación de las violencias contingentes es posible si hay asentimiento del agente que las promueve y puede lograrse en una convención de diálogo. [4]

Con la expresión "exige el concurso eficaz de un tercero", se refiere a que  para que se de la violencia la coyuntura de emergencia requiere una última condición: la imposibilidad para el diálogo (de la misma manera que uno no puede dialogar internamente consigo mismo). Cuando en la situación que se da no hay confianza ni credibilidad en mediadores o en la propia mediación:

Pero ¿qué sucede cuando no hay condiciones favorables para que se instale la convención de diálogo, es decir, cuando ante la coyuntura de emergencia, en lugar de darse el consentimiento de llamar a un tercero, mas bien se le rechaza porque no se le atribuye credibilidad? Se instala el silencio de la muerte, el reinado de la tendencia que no quiere hablar. El no diálogo, propio de esta postura, se expresa en el estallido que produce terror, estallido provocado por las manos de un enemigo anónimo, uno que no se sabe cuándo atacará ni dónde. [5]

La situación de Arthur en el metro se corresponde a esta coyuntura de emergencia que, a partir de este momento, desencadenará "el estallido que produce terror". A partir de este momento Arthur recurrirá a la violencia cada vez que se sienta agredido.

- De Arthur al Joker..

Tras el asesinato de los tres brokers la situación que llevará al definitivo punto de inflexión se debe a la conjunción de algunos hechos: el 
descubrimiento de las mentiras de su madre sobre su adopción y de la violencia que sufrió y el ser objeto de burla por parte del presentador Murray Franklin en su programa, a quien tanto admira. Una humillación pública que perturba a Arthur definitivamente y que, por decirlo de alguna manera, le lanza a la figura de Joker, que con su rostro pintado de payaso augusto encarnará las cualidades de extravagante, provocador, bromista y caótico (y que tan bien representa en su baile en las escaleras) que tendrán su máxima expresión en su asistencia al programa de Murray, y que acabará con el asesinato de este ante todos los televidentes. 

Su imagen del payaso desencadenará los disturbios y el caos social en la población de Gotham, que se identifica con él desde los asesinatos del metro (para el comentario que realicé anteriormente en su dimensión social ver nota 1). A través de la televisión oímos y vemos lo que podemos definir como una coyuntura de emergencia social:

La tensión. aumenta en el área metropolitana [...] La rabia y el resentimiento acumulado durante semanas parecen haber alcanzado su punto álgido. Los manifestantes, muchos de ellos disfrazados de payaso han tomado las calles en una de las muchas manifestaciones previstas en contra de la élite de la ciudad.

La coyuntura de emergencia, en el caso de Arthur, se establece como una frontera que, una vez cruzada, ya no tiene retorno. No es de extrañar, ya que su historia permite comprender perfectamente que ya no hay confianza en nada ni en nadie.



IV. SOBRE LA RISA COMPULSIVA Y LAS DANZAS.

Dos aspectos sobre los que me parece interesante reflexionar es sobre la risa compulsiva de Arthur y las danzas que se repiten en distintos momentos de la película.  Sobre la risa compulsiva, y más allá de algunos diagnósticos clínicos que se han dado, en la película se hace evidente que se trata de un mecanismo de defensa de deflexión de la tensión y del impulso agresivo que Arthur siente. Si observamos cuando esta risa aparece, siempre es en situaciones de tensión y de distintos grados o tipos de violencia. Más allá de los hechos violentos que sufre Arthur desde pequeño, no hay que olvidar que, paradójicamente, su madre le llama "happy" y que esta, como vemos en su fantasía inicial en el programa de Murray, le repite que "sonría y alegre la cara. Dice que vine al mundo para traer alegría y sonrisas." Frase que vuelve a repetir cuando participa como cómico en el local que ya hemos citado. Palabras y actitudes que muy bien pudieron ser introyectadas por Arthur como creencias sin discriminación que generen esta defexión ante la sensación del impulso agresivo.



De la misma manera que tenemos la risa, también tenemos las danzas que, en distintos momentos, realiza Arthur y que, sin lugar a dudas, representa la metamorfosis que, poco a poco, va dándose en él y que dará lugar al surgimiento de Joker, metamorfosis que tiene su momento cumbre de inicio en la danza del baño (bajo la excelente música compuesta por la violonchelista Hildur Gudnadóttir), tras la muerte de los tres brokers en el metro. Es interesante observar cómo, tras esa danza, y aunque sea de manera alucinatoria, Arthur se dirige decidido y seguro de sí mismo hacia la puerta del apartamento donde vive Sophie, y tras abrirla este la besa apasionadamente. 

Previamente, ya hemos podido ver los indicios de esa danza de metamorfosis cuando baila con la pistola que le da el amigo del trabajo (al que luego también matará por haberle traicionado ante el jefe de la empresa). Vemos en esa primera danza el asomo de Joker cuando bailando dice: "Hola Arthur, bailas muy bien" a lo que responde - "Lo sé. ¿Sabes quién no? Él! - a la vez que dispara accidentalmente la pistola -.



Tenemos luego la danza en la escena de las escaleras, cuando ya dispuesto a asistir al programa de Murray, vemos a un Arthur que ya se ha metamorfoseado definitivamente en Joker. En este caso tanto la danza, como la música (Rock an Roll, Part II, de Gary Glitter) son muy distintas a la escena del baño. Explosiva, provocadora, atrevida, agresiva... Joker ha llegado. Veamos también el inicio de una danza antes de salir al plató del programa de Murray. Finalmente, aclamado y vitoreado por los alborotadores, Joker danza una vez más (de nuevo con una pieza de Hildur, Call me the Joker)





NOTAS.
_______________________

[1] Comentario inicial de Joker, realizado el 17/10/2019

JOKER (TODD PHILLIPS, 2019), UNA REFLEXIÓN EN TORNO A LA VIOLENCIA.

El visionado de la película “Joker” (Todd Phillips, 2019), más allá del impacto que me causó por la actuación de Joaquín Phoenix, me llevó a una reflexión acerca de la violencia. La película, en éste sentido, ha recibido algunas críticas severas por la utilización que hace de ella, aunque creo que, más que nada, esas críticas tienen como telón de fondo el enfoque que hace la película de cómo la violencia, a partir de una acción errática de un personaje enfermo de un trastorno mental, puede inspirar y extenderse hasta llegar a alterar “el orden social”.

Mi análisis parte de que, evidentemente, el uso de la violencia no es justificable, pero eso si, el uso de todo tipo de violencia. Y, en este sentido, Joker puede leerse de muchas maneras. Yo, particularmente, más que verla como una película que hace uso de la violencia en su sentido más crudo y obvio, la veo más como una reflexión de como esta puede surgir como una respuesta posible a otro tipo de violencia menos obvia. No hace falta que me extienda mucho para hablar de dos tipos de violencia que hoy en día son tan peligrosas, o de hecho más, que aquella que nos muestra Joker, me refiero a la violencia de Estado y a la violencia del Sistema (cada vez que utilizo la palabra Sistema hay que entenderla como Sistema capitalista), un Sistema cada día más salvaje capaz de acabar con la humanidad por la explotación sin freno del planeta Tierra, así como a la sinergia que les une a ambos en su mutuo sostenimiento (en la película, el padre del futuro Batman, Thomas Wayne, es un buen ejemplo). En este sentido, Joker es como la versión “densa y perturbadora” de V de Vendetta (James McTeigue, 2006), película a la cual retornaremos.




Hay una escena de Joker que me parece, en ese sentido, fundamental. Me refiero a la escena del metro, cuando los tres energúmenos identificados, si no recuerdo mal, como brokers, agreden brutalmente a Arthur hasta que éste saca el revolver que un compañero de trabajo le dio para defenderse de otro ataque que sufre al principio de la película por parte de jóvenes tipo “banda callejera”, matándoles uno a uno. Evidentemente, vista la escena como la vemos, y en especial en su primera parte - cuando dispara a los dos primeros agresores -, podemos decir que se trata de una acción en “defensa propia”. Sin embargo, esta escena me parece que puede leerse de una manera más metafórica si se contempla desde una escena anterior en la que la asistenta social de Arthur le comunica que su servicio se retira por falta de presupuesto, y así, de paso, también se le retira la posibilidad de que le receten la medicación que Arthur toma para su trastorno. ¿No podemos identificar en el maltrato que sufre Arthur por parte de los brokers (claros representantes del Sistema), y en la retirada de la ayuda social el abuso que hoy en día sufre la ciudadanía a manos de sus Estados y de un Sistema generador de una clara corrupción estructural, fuente de desigualdades e injusticia social en pleno siglo XXI? ¿Y qué decir de la humillación pública a la que le somete el cómico que interpreta Robert de Niro en un intento de mofarse y reírse de él? ¿Vale todo para obtener cotas de audiencia? ¿Qué tenemos qué decir de la violencia de los brokers, del estado retirando la ayuda social o del cómico de la televisión?




Vuelvo a la película V de Vendetta y la comparo con Joker. Esta película, interesante, es, no obstante, más soportable por dos motivos. La primera por el protagonista, Guy Fawkes, un luchador por la libertad y contra la injusticia, no exento del componente de venganza, desfigurado pero amable y romántico, de toque aristocrático y sofisticado, contra Arthur Fleck, un enfermo con un transtorno mental psicótico, de risa perversa, de imagen espectral y terrorífica, víctima de una madre también psicótica y de abusos y maltratos terribles en la infancia, y que responde, esencialmente, a la humillación inhumana que sufre por parte del Sistema. En segundo lugar, Guy Fawkes lucha contra un régimen fascista ubicado en Inglaterra, mientras que Arthur Fleck es presentado como el protagonista involuntario e inestable, desagradable y grotesco, de una revuelta violenta contra el Sistema en una "aparente democracia."


El tema que hoy en día nos plantea Joker, como una reflexión más de fondo, es que la naturaleza del Estado en sí misma, y del Sistema por extensión, es de esencia dictatorial (la versión política, en todas sus variantes, del narcisismo maligno), más o menos maquillada, pero dictatorial en esencia. Una esencia que está más allá del ritual del voto que, como vemos cada vez más hoy en día, ha derivado en un ritual vacío de contenido, puesto que los partidos son básicamente Estado y, llegue quien llegue al gobierno acaba siendo Estado, y ser Estado, hoy en día, es ser Sistema y, por lo tanto, la violencia que ejerce continuamente el Estado, además de ser modulada perversamente, es de naturaleza parecida a la que un agresor, desde el abuso de su poder, ejerce sobre su víctima. Hoy en día, la connivencia existente entre el Estado y el Sistema, apoyado en muchas ocasiones en algunos “mass media” que son meros bufones y panfletos vendidos a sus intereses, es un verdadero escándalo humano y democrático. La naturaleza del Estado ya fue claramente desvelada por Nietzsche, uno de los grandes visionarios y desveladores de la hipocresía sobre la que se fundamenta y se eleva la supuesta dimensión moral y política, y por extensión económica, occidental.



Hoy en día se cumple, sin ningún atisbo de duda, lo que Jacques Rancière o Slavoj Zizek, entre otros filósofos y filósofos políticos, repiten cada uno en su lenguaje: EL ESTADO - Y EL SISTEMA - ODIA LA DEMOCRACIA. Joker nos muestra uno de los sentidos por los que puede surgir la violencia social: no se puede llevar a la ciudadanía al extremo de la humillación ejercida  por la violencia impune e institucionalizada del Estado. En este sentido, la violencia extendida a una parte de la ciudadanía inspirada por un ser herido en la esencia más íntima de su alma y su humanidad, no es más que una posible respuesta a la violencia impune ejercida por el Estado y un Sistema cada día más inhumanos (otra respuesta posible es aquella que hace que la ciudadanía, atemorizada y menospreciada, sea susceptible a la manipulación, aun peor, de los populismos de extrema derecha). Y hay que decirlo con claridad, demasiados políticos parecen haber desarrollado hoy en día una inhumanidad perversamente narcisista.

El problema es de tal magnitud, que la general desafección política de la ciudadanía hacia sus políticos y partidos es olímpicamente ignorada por estos, así como por los representantes de los distintos poderes de Estado, por no decir el papel que los bancos y las grandes corporaciones (en España léase el IBEX35) juegan sosteniéndose mutuamente en sus intereses, para seguir con sus discursos falsos, mediocres y pobres, con sus miserables rencillas, sus patéticas luchas de poder, sus ambiciones personales y manipulaciones y el uso de pos-verdades de dimensiones indecentes y grotescas que arrollan a la ciudadanía a la que dicen representar. Conscientes del amparo del Estado y del Sistema, los políticos y demás personajes "de la corte", ya no solo no ejercen la menor autocrítica, sino que, en una especie de cinismo carente de todo sentido ético, parecen reafirmarse en que, nos guste o no, hay que aguantarles y tragarlos como son, como UN MAL NECESARIO (?).


[2] Lacan, Jacques. La agresividad en psicoanálisis. Escritos I, Siglo XXI Editores, pág. 102
[3] Ver nota anterior, pág. 107
[4] Gallo, Hector. Violencia y agresividad. Bitácora Lacaniana Revista electrónica de la Nueva Escuela Lacaniana (Medellín)
[5] Ver nota anterior