Leda |
Nina y Elena |
Leda y sus hijas |
II. LA ENCRUCIJADA Y UN ACTO FALLIDO
Un encuentro con una pareja de senderistas en una casa en la montaña impactará a Lena confrontándola con su realidad. Veamos los tres momentos que se configuran en ese encuentro:
1) Hablando con esta pareja Joe dice "la vida es tan distinta sin hijos". El senderista dice entonces que "tengo tres hijos de 12, 9 y 7, están en Londres, con su madre."
2) Lena dice: ¿Así que os fugasteis juntos?, a lo que la senderista le responde: "Si, así es. Nos vemos obligados a hacer tantas tonterías, hasta desde la infancia. Nuestra relación es la única cosa sensata que me ha pasado desde que nací"
3) Tras detectarse una especial sintonía entre Lena y la senderista, al despedirse Lena le pregunta acerca de su pareja: "¿Cómo van sus hijas? ¿Están bien?", a lo que le responde: "No son niñas, son niños,"
En esta escena se observa la dificultad que la Maternidad propone para una mujer: el maternaje "o" el ser mujer. Su acto fallido pone de relieve (hijas por hijos) que en Lena se establece una encrucijada en la que ante una conciliación imposible se plantea una elección: ser mujer o madre.
Leda y la senderista |
Es a partir de ese momento que Lena se verá Lanzada a tener que elegir el camino que esa encrucijada le propone: ser madre o ser mujer. El reconocimiento académico e intelectual que recibirá por parte de un filósofo, el profesor Hardy (Peter Sarsgaard), así como la atracción que sentirá por él, y el por ella, y la aventura que vivirán por un tiempo, incidirá en la tensión de esa encrucijada, dándole fuerza unas palabras que Hardy dice al final de una ponencia suya: "dónde quiera que uno trate de suprimir la duda se impone la tiranía". Palabras nunca mejor aplicadas que a la idea patriarcal de "Maternidad", donde "es el principio maternal el que produce una catástrofe de identidad que permite separar lo que es ser mujer de lo que es ser madre. La llegada del hijo extrae a la mujer de su unidad y le da la posibilidad, pero no la certeza, de alcanzar al otro. (Kristeva en Oliver, 1997)" [4]
Hardy y Lena |
Al final, Leda toma la decisión de separarse y partir a Estados Unidos para seguir su carrera profesional, lo que significa dejar a sus hijas desencadenando el problema de la paternidad en la forma de "el hombre no es padre". Joe le implora que no se vaya: "Son unas putas crías, ¿cómo voy a criarlas solo?", a lo que sigue la amenaza: "Voy a llevarlas con tu madre", a lo que Lena le responde: "¿Estás amenazándome? ¿Es una venganza? ¡Eres un vago! ¡Como las lleves ahí se hundirán en ese pozo negro, con toda esa mierda en la que yo me crié!"
Toda esta escena transcurre con la canción I told Jesus de Roberta Flack de fondo, lo que le da un impacto emocional aun más intenso. El final es duro al ver como Leda marcha dejando atras a sus hijas que le gritan: "¿A dónde vas mamá? ¿Mamá vas a volver? Mama... ¡Mamá! ¡¡Mamá!! Mamá, me gustaría saber a dónde vas, ¡Mamá no te vayas!" Como le contará a Nina posteriormente: "Me fui. Cuando la mayor tenía siete y la pequeña cinco me fui. Las abandoné y estuve sin verlas tres años", y a la pregunta de cómo se sintió sin ellas responde: "de maravilla. Como si hubiera intentado no explotar, pero al final lo hice".
Las abandoné y estuve tres años sin verlas |
III. LA MUÑECA ROBADA Y EL SENTIMIENTO DE CULPA.
¿Por qué Leda roba la muñeca a Elena, la hija de Nina? Porque Leda proyecta en Nina su misma experiencia como la madre joven que fue. Ella misma se ve en en la mala relación que mantiene Nina con su pareja y en los síntomas de sobresaturación que se le observa como madre. También la ve relacionándose con Will (Paul Mescal), que trabaja en el bar de la playa, El robo de la muñeca responde, a mi entender, a dos dimensiones:
Primera, al intento de revivir el maternaje, como se observa en distintas escenas, en la manera como cuida la muñeca y, sin embargo, como en cada ocasión ocurre algo que "ensucia" ese cuidado. Esa suciedad que se manifiesta representa el lado oscuro impuesto por la tiranía de la maternidad, y que se manifiesta en el sentimiento de culpa por la decisión que Leda tomó y que la apartó tres años de sus hijas, un sentimiento que habita en ella como un remordimiento que no la abandona. "Soy una madre antinatura" le dirá a Nina, dando voz a la culpa y el remordimiento que la habita, el remordimiento que por mas que volviera para ser madre la inhabilita como tal, no solo por lo que hizo sino por como se sintió. Una culpa que, en el juego de reflejos de la película, también encontrará en Lyle (Ed Harris). el cuidador del apartamento donde Leda se aloja.
La segunda, a mi entender, es más delicada, puesto que es consecuencia de lo que yo llamo el efecto paradójico del sentimiento del culpa, aquel que por querer evitarlo nos acaba haciendo culpables, Es como si robando la muñeca, y sabiendo lo mal que lo esta pasando Nina con su hija por esa pérdida, en el fondo quisiera que Nina siguiera su mismo camino, como si esto la justificara a ella. Hacia el final de la película, cuando Nina sube para que le deje las llaves del apartamento para verse con Will, y le dice que no está bien, que si tiene una depresión o algo así, que si esto se pasa, y después de devolverle la muñeca para Elena, con el consiguiente enfado de Nina por lo que han sufrido por ello ("estábamos destrozados, nos viste"), le dice: "Eres muy joven y no se te pasa, nada de esto se te pasará". Una violenta Nina, entre gritos e insultos, le clava finalmente una larga aguja de sombrero en el vientre y la amenaza: "¡Más te vale andarte con cuidado, zorra!"
Soy una madre antinatura |
Esta segunda dimensión queda más explícita en el libro de Ferrante, donde en esa situación de malestar de Nina sobre su situación el diálogo que se da con Leda es el siguiente:
Miró las llaves, pero no me pareció contenta.
—¿Qué piensas de mí? —dijo.
Me salió el tono que suelo usar con mis alumnos.
—Pienso que de esta manera no vas bien. Tienes que volver a los estudios, Nina, licenciarte y encontrar un trabajo.
Hizo una mueca de contrariedad. —
No sé nada ni valgo nada. Me quedé embarazada, di a luz una niña y no sé ni cómo estoy hecha por dentro. Lo único que deseo es huir.
Suspiré.
—Haz lo que te parezca que debes hacer.
—¿Me ayudarás?
—Ya lo estoy haciendo. [5]
En este diálogo podemos observar con claridad la proyección de Lena sobre Nina interviniendo prácticamente, aunque de manera inconsciente, para decirle que haga lo que ella hizo.
Nina |
IV. EL FINAL: ¿MUERTA O VIVA?
Película y libro disienten al final. En el libro de Ferrante se nos muestra a Leda a punto de partir cuando recibe una llamada de sus hijas. El diálogo se da como sigue
—Mamá, ¿qué haces?, ¿ya no nos llamas? ¿Nos dirás al menos si estás viva o muerta?
Murmuré, emocionada: —Estoy muerta, pero me encuentro bien. [6]
En la película el final es ligera, pero significativamente distinto. Después de la punzada con la aguja de sombrero, y tras un accidente de coche en la noche, Lena queda dormida en la playa, cerca de la orilla del mar. Más tarde despierta con las aguas llegándole al rostro. Ya es de mañana. Tras unos instantes desconcertada es ella quien llama a sus hijas:
¡Hola Mamá! Estábamos preocupadas, pensábamos que habías muerto... No sabíamos nada de tí y no te habías registrado en el consulado.
¿Muerta? No, estoy bien viva.
Parece que en la versión de Ferrante, Leda no se sobrepone, y que tras la reacción de Nina la hundiera aun más en su sentimiento de culpa y su remordimiento. Se correspondería con la muerte de su dimensión maternal aunque no como mujer, y su culpa sería el triunfo del introyecto patriarcal de "la maternidad".
En la versión de Maggie Gyllenhaal, Leda parece atravesar las tinieblas de la noche y despertar con la luz del amanecer. Aquí Leda está bien viva, lo que podemos contemplar como que libre de su sentimiento de culpa y su remordimiento, por fin madre y mujer pueden coexistir. Este sería el triunfo femenino del maternaje.
Mujer y madre. |