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sábado, 22 de junio de 2024

LA HIJA OSCURA (Maggie Gyllenhaal, 2021): Maternidad, maternaje y sentimiento de culpa.

 

La hija oscura (The Lost daughter - Maggie Gyllenhaal -, 2021) es una película que aborda de manera cruda y precisa la dificultad de la maternidad y los sentimientos de culpa que se relacionan con ella. Excelentes interpretaciones de Olivia Colman, como Leda Caruso y de Jessie Buckley, como Leda de joven. El guion está basado en una adaptación bastante fiel del libro del mismo título de Elena Ferrante, el pseudónimo de la enigmática escritora italiana de la que no se conoce su identidad

La película empieza mostrándonos a Leda, una mujer de mediana edad (48 años), que es profesora de Universidad y traductora, llegando de vacaciones a la isla griega de Kyopeli (isla ficticia, en realidad la película se rodó en las playas de la isla de Spetses). Pronto se nos pone en antecedentes al mostrárnosla en la playa, instalada cómodamente en una tumbona, cuando llega una numerosa y ruidosa familia que perturba la tranquilidad del lugar. Es entonces cuando vemos a Leda observar a una joven madre con su hija que pertenece a la familia en cuestión. Se trata de Nina (Dakota Johnson). Leda, al día siguiente, la sigue observando y vemos entonces como al observar a la niña con Nina rociándole agua, se emociona sensiblemente. De inmediato se retira al bar para beber un vaso de agua, apareciendo los primeros flashbacks que nos muestran a una joven Leda con sus dos hijas.

El siguiente encuentro con la familia numerosa lleva, tras un inicial desencuentro, a un breve diálogo entre Leda y Callie (Dagmara Domińczyk), una mujer de esta familia que está embarazada y con la que hablando de los hijos Leda dice: "los hijos son una enorme responsabilidad". 

Leda

En el siguiente encuentro con la familia vemos como Leda observa un conflicto entre Nina y su pareja. Luego asistimos a un momento de pánico cuando Nina se da cuenta que su hija Elena no está en la playa. Será Leda quien la encontrará y quien la devolverá a su familia. Esta escena se sucede con flashbacks de una situación parecida que Leda vivió al perder, también en la playa, a su hija Bianca. Tras los agradecimientos de Nina y Callie, asistimos a un momento extraño: Leda ha robado la muñeca de Elena, una muñeca a la que la niña está muy apegada. Los flashbacks se suceden y así vemos a una Leda agotada por el cuidado de sus dos hijas (Marta y Bianca). Se nos hace evidente que conjugar su cuidado con sus estudios, y con una pareja que no parece compartir esta responsabilidad, la mantiene en un alto nivel de agotamiento y stress.

Nina y Elena
                                        
                                                                   
1. LA MUÑECA ROTA. UNA MUJER ES MÁS QUE MADRE.

En una de estas situaciones tensas en las que, en ocasiones, los niños hacen vivir a los padres, una Leda desbordada le romperá una muñeca que anteriormente le había regalado: "¿No te gusta? Te regalé a Nina porque creí que cuidarías de ella. ¡Eres una desconsiderada, no puedes tratarla tan mal!" y la arroja por una ventana a la calle rompiéndose en pedazos. Esta escena y esta muñeca rota puede considerarse como el otro lado de la maternidad, su lado más oscuro por seguir el título de la película, y nos plantea un tema esencial en nuestra sociedad que, en su momento, ya fue planteado por Julia Kristeva (Stabat Mater, 1976): como ser madre y mujer a la vez cuando "vivimos en una civilización en la que la representación consagrada (religiosa o laica) de la femineidad es absorbida por la maternidad". [1] Entendiendo que, obviamente, "Maternidad" se instaura aquí como un ideal que se le impone a la mujer desde una mirada religiosa-patriarcal, que va mucho mas allá de la función de maternaje. Esa diferencia entre Maternidad (Motherhood) y Maternaje (Mothering) constituye el núcleo central del pensamiento de Adrienne  Rich [2], quien distingue la primera como una visión estática y pasiva de la madre como institución patriarcal, y la segunda, en relación con el poder de reproducción y los hijos, que la convierte en una madre activa y dinámica, y que implica la no renuncia de la mujer. En Leda vemos como, progresivamente, este conflicto entre madre y mujer se ahonda. 

En el caso concreto de Leda un tema, que más allá de la maternidad, debe ser considerado, es que su problemática se relaciona con la "paternidad", es decir, en relación al hombre como padre, y que en el caso de Leda se plantea en ¿cómo ser madre y mujer cuando el hombre como padre no está? En una anterior entrada mía [3] reflexionaba sobre el ser padre y la función paterna, y en ella me preguntaba: "De la misma manera que Lacan dijo aquello de la pregunta histérica ¿qué es ser mujer, si no es ser madre?, parecería que podríamos tener un equivalente obsesivo masculino que dice ¿qué es ser hombre, sino no ser padre? ¿Cómo si no entonces es que el padre se configura tanto con la ausencia y el abandono?", Preguntas que me servían para invertirlas y plantear: "El camino de todo ser humano, cuando deja de huir, es un camino que tiende hacia la totalidad, y planteado esto en términos de ser padre y ser madre lo podemos aplicar a las cuestiones de si "una mujer es sólo madre" o un "hombre es no padre". Esta totalidad convierte estas frases en "una mujer es más que madre" y "un hombre es también padre". Y, efectivamente, en la película vemos que Lena es una mujer que es más que madre, pero con un hombre que no es padre, lo cual determina una maternidad que, inevitablemente, hace defectuoso el maternaje, como lo hace también en su ser mujer.

Leda y sus hijas

La película nos va mostrando imágenes de la sobresaturación de Lena, así como también de su insatisfacción con Joe (Jack Farthing), su pareja, y que tiene su máximo exponente en el momento en que este parece que debe partir a Arizona por sus estudios. La angustia de Lena se manifiesta cuando le dice: "A veces me asusta no poder cuidar de ellas. Y si me desmayo cuando esté con ellas y tú en Arizona."

II. LA ENCRUCIJADA Y UN ACTO FALLIDO

Un encuentro con una pareja de senderistas en una casa en la montaña impactará a Lena confrontándola con su realidad. Veamos los tres momentos que se configuran en ese encuentro:

1) Hablando con esta pareja Joe dice "la vida es tan distinta sin hijos". El senderista dice entonces que "tengo tres hijos de 12, 9  y 7, están en Londres, con su madre."

2) Lena dice: ¿Así que os fugasteis juntos?, a lo que la senderista le responde: "Si, así es. Nos vemos obligados a hacer tantas tonterías, hasta desde la infancia. Nuestra relación es la única cosa sensata que me ha pasado desde que nací"

3) Tras detectarse una especial sintonía entre Lena y la senderista, al despedirse Lena le pregunta acerca de su pareja: "¿Cómo van sus hijas? ¿Están bien?", a lo que le responde: "No son niñas, son niños,"

En esta escena se observa la dificultad que la Maternidad propone para una mujer: el maternaje "o" el ser mujer. Su acto fallido pone de relieve (hijas por hijos) que en Lena se establece una encrucijada en la que ante una conciliación imposible se plantea una elección: ser mujer o madre.

Leda y la senderista

Es a partir de ese momento que Lena se verá Lanzada a tener que elegir el camino que esa encrucijada le propone: ser madre o ser mujer. El reconocimiento académico e intelectual que recibirá por parte de un filósofo, el profesor Hardy (Peter Sarsgaard), así como la atracción que sentirá por él, y el por ella, y la aventura que vivirán por un tiempo, incidirá en la tensión de esa encrucijada, dándole fuerza unas palabras que Hardy dice al final de una ponencia suya: "dónde quiera que uno trate de suprimir la duda se impone la tiranía". Palabras nunca mejor aplicadas que a la idea patriarcal de "Maternidad", donde "es el principio maternal el que produce una catástrofe de identidad que permite separar lo que es ser mujer de lo que es ser madre. La llegada del hijo extrae a la mujer de su unidad y le da la posibilidad, pero no la certeza, de alcanzar al otro. (Kristeva en Oliver, 1997)" [4]

Hardy y Lena

Al final, Leda toma la decisión de separarse y partir a Estados Unidos para seguir su carrera profesional, lo que significa dejar a sus hijas desencadenando el problema de la paternidad en la forma de "el hombre no es padre". Joe le implora que no se vaya: "Son unas putas crías, ¿cómo voy a criarlas solo?", a lo que sigue la amenaza: "Voy a llevarlas con tu madre", a lo que Lena le responde: "¿Estás amenazándome? ¿Es una venganza? ¡Eres un vago! ¡Como las lleves ahí se hundirán en ese pozo negro, con toda esa mierda en la que yo me crié!" 

Toda esta escena transcurre con la canción I told Jesus de Roberta Flack de fondo, lo que le da un impacto emocional aun más intenso. El final es duro al ver como Leda marcha dejando atras a sus hijas que le gritan: "¿A dónde vas mamá? ¿Mamá vas a volver? Mama... ¡Mamá! ¡¡Mamá!! Mamá, me gustaría saber a dónde vas, ¡Mamá no te vayas!" Como le contará a Nina posteriormente: "Me fui. Cuando la mayor tenía siete y la pequeña cinco me fui. Las abandoné y estuve sin verlas tres años", y a la pregunta de cómo se sintió sin ellas responde: "de maravilla. Como si hubiera intentado no explotar, pero al final lo hice".

Las abandoné y estuve tres años sin verlas

III. LA MUÑECA ROBADA Y EL SENTIMIENTO DE CULPA.

¿Por qué Leda roba la muñeca a Elena, la hija de Nina? Porque Leda proyecta en Nina su misma experiencia como la madre joven que fue. Ella misma se ve en en la mala relación que mantiene Nina con su pareja y en los síntomas de sobresaturación que se le observa como madre. También la ve relacionándose con Will (Paul Mescal), que trabaja en el bar de la playa, El robo de la muñeca responde, a mi entender, a dos dimensiones:

Primera, al intento de revivir el maternaje, como se observa en distintas escenas, en la manera como cuida la muñeca y, sin embargo, como en cada ocasión ocurre algo que "ensucia" ese cuidado. Esa suciedad que se manifiesta representa el lado oscuro impuesto por la tiranía de la maternidad, y que se manifiesta en el sentimiento de culpa por la decisión que Leda tomó y que la apartó tres años de sus hijas, un sentimiento que habita en ella como un remordimiento que no la abandona. "Soy una madre antinatura" le dirá a Nina, dando voz a la culpa y el remordimiento que la habita, el remordimiento que por mas que volviera para ser madre la inhabilita como tal, no solo por lo que hizo sino por como se sintió. Una culpa que, en el juego de reflejos de la película, también encontrará en Lyle (Ed Harris). el cuidador del apartamento donde Leda se aloja.

La segunda, a mi entender, es más delicada, puesto que es consecuencia de lo que yo llamo el efecto paradójico del sentimiento del culpa, aquel que por querer evitarlo nos acaba haciendo culpables, Es como si robando la muñeca, y sabiendo lo mal que lo esta pasando Nina con su hija por esa pérdida, en el fondo quisiera que Nina siguiera su mismo camino, como si esto la justificara a ella. Hacia el final de la película, cuando Nina sube para que le deje las llaves del apartamento para verse con Will, y le dice que no está bien, que si tiene una depresión o algo así, que si esto se pasa, y después de devolverle la muñeca para Elena, con el consiguiente enfado de Nina por lo que han sufrido por ello ("estábamos destrozados, nos viste"), le dice: "Eres muy joven y no se te pasa, nada de esto se te pasará". Una violenta Nina, entre gritos e insultos, le clava finalmente una larga aguja de sombrero en el vientre y la amenaza: "¡Más te vale andarte con cuidado, zorra!"

Soy una madre antinatura

Esta segunda dimensión queda más explícita en el libro de Ferrante, donde en esa situación de malestar de Nina sobre su situación el diálogo que se da con Leda es el siguiente: 

Miró las llaves, pero no me pareció contenta.

 —¿Qué piensas de mí? —dijo. 

Me salió el tono que suelo usar con mis alumnos. 

—Pienso que de esta manera no vas bien. Tienes que volver a los estudios, Nina, licenciarte y encontrar un trabajo.

 Hizo una mueca de contrariedad. —

No sé nada ni valgo nada. Me quedé embarazada, di a luz una niña y no sé ni cómo estoy hecha por dentro. Lo único que deseo es huir. 

Suspiré. 

—Haz lo que te parezca que debes hacer.

 —¿Me ayudarás? 

—Ya lo estoy haciendo. [5]


En este diálogo podemos observar con claridad la proyección de Lena sobre Nina interviniendo prácticamente, aunque de manera inconsciente, para decirle que haga lo que ella hizo.


Nina

IV. EL FINAL: ¿MUERTA O VIVA?


Película y libro disienten al final. En el libro de Ferrante se nos muestra a Leda a punto de partir cuando recibe una llamada de sus hijas. El diálogo se da como sigue


—Mamá, ¿qué haces?, ¿ya no nos llamas? ¿Nos dirás al menos si estás viva o muerta? 

Murmuré, emocionada:  —Estoy muerta, pero me encuentro bien. [6]


En la película el final es ligera, pero significativamente distinto. Después de la punzada con la aguja de sombrero, y tras un accidente de coche en la noche, Lena queda dormida en la playa, cerca de la orilla del mar. Más tarde despierta con las aguas llegándole al rostro. Ya es de mañana. Tras unos instantes desconcertada es ella quien llama a sus hijas:


¡Hola Mamá! Estábamos preocupadas, pensábamos que habías muerto... No sabíamos nada de tí y no te habías registrado en el consulado.

¿Muerta? No, estoy bien viva.


Parece que en la versión de Ferrante, Leda no se sobrepone, y que tras la reacción de Nina la hundiera aun más en su sentimiento de culpa y su remordimiento. Se correspondería con la muerte de su dimensión maternal aunque no como mujer, y su culpa sería el triunfo del introyecto patriarcal de "la maternidad". 


En la versión de Maggie Gyllenhaal, Leda parece atravesar las tinieblas de la noche y despertar con la luz del amanecer. Aquí Leda está bien viva, lo que podemos contemplar como que libre de su sentimiento de culpa y su remordimiento, por fin madre y mujer pueden coexistir. Este sería el triunfo femenino del maternaje. 


Mujer y madre.

Recurriendo a otro símbolo de la película que confirma esta variación, vemos en la foto a Leda contemplando una naranja sonriendo, una naranja en buen estado. Al principio de la película, en un cesto de apetitosas frutas, entre las que hay una naranja, al cogerla y darle la vuelta se ve que está podrida. Antes de irse de casa y dejar las niñas Marta, la mayor, le había pedido que le hiciera una serpiente de piel, refiriéndose a pelar la piel de una naranja de una vez.

V. UNA REFLEXIÓN FINAL SOBRE LOS DOS FINALES.

Antes de finalizar el comentario, quisiera destacar que la diferencia entre el final de la directora y la escritora plantea dos temas distintos. En el final del libro, Ferrante parece querer decirnos que, tras el conflicto final con Nina, Leda sigue sometida a su sentimiento de culpa y que, en este sentido, su "estar muerta" se refiere a la imposibilidad de conciliar el maternaje de ser madre y mujer. Nada indica que se de ningún proceso de superación del sentimiento de culpa

El final de Gyllenhaal, a pesar de su benevolencia, y de dejarnos un mejor sabor de boca, no parece congruente con el desarrollo de la trama. Su "estoy bien viva" sugiere esa superación del sentimiento de culpa y el maternaje como conciliación del ser madre y mujer, pero en este paso que va de la noche al amanecer, en la orilla del mar, y a pesar de su lectura metafórica, nada nos sugiere de ese proceso que se debe hacer y que, en un primer tiempo, debe superar ese introyecto o creencia rígida que es la "maternidad" patriarcal a partir de una justa comprensión de una radicalidad que somete a la mujer, así como de sus circunstancias personales para, en un segundo tiempo, elaborar el arrepentimiento por el daño causado a Nina con su proyección, la superación de la culpa paradójica.

Para ilustrar lio dicho en este punto, quisiera acabar citando otra película y a otro de sus personajes: Las Horas (Stephen Daldry, 2002) y a Laura Brown (interpretada por Julianne Moore). Ubicada en los Estados Unidos de los años 50, Laura es una mujer que, aparentemente, tiene una buena situación: un marido cariñoso y atento, un hijo y que está esperando otro, un hogar agradable, etcétera. No obstante, se siente profundamente perdida en su vida y aquejada de una fuerte depresión. Esto la lleva a abandonar su hogar y dejar a sus dos hijos. A diferencia de lo que sucede con Leda, Laura si parece haber hecho un proceso de aquello que la llevo a tomar esa decisión, y así tras la muerte de su hijo Robert (Ed Harris) dice:

Tenía mis dos hijos. Les abandoné… Es lo peor que puede hacer una madre […] Hay momentos en que estás perdida y crees que lo mejor es suicidarte… Una vez fui a un hotel. Esa misma noche tracé un plan. Planeé dejar mi familia cuando naciera mi segundo hijo. Y eso hice. Me levanté una mañana, hice el desayuno, fui a la parada del autobús y subí a él. Había dejado una nota. Conseguí un empleo en una biblioteca en Canadá. Quizá sería maravilloso decir que te arrepientes, sería fácil. ¿Pero tendría sentido? ¿Acaso puedes arrepentirte cuando no hay alternativa? No pude soportarlo y ya está. Nadie va a perdonarme. Era la muerte, yo elegí la vida. [7]


NOTAS.
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[1] Kristeva, Julia. Stabat Mater.
[2] Adrienne Rich. Of Woman Born: Motherhood as Experience and Institution. W. Norton & Company.
[3]  Cardona, Jaume. La ciencia ficción contemporánea (II): Steven Spielberg y sobre el ser padre como espejo del ser hombre. (pulsar aquí para acceder enlace)
[4] Guzman, Patricia. La maternidad cuestionada. Revista de Lengua y Literatura nro. 42 (Argentina).
[5] Ferrante, Elena. La hija oscura. Ed. Lumen, pág. 136[5]
[6] Ver nota 6, pág. 138
[7]  Cardona, Jaume. Las Horas (Stephen Daldry, 2002): Una reflexión sobre la depresión y la crisis existencial. (pulsar aquí para acceder enlace)
 
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