Todo lo que es profundo ama la máscara; las cosas más profundas de todas sienten incluso odio por la imagen y el símil. (Friedrich Nietzsche - Más allá del bien y del mal -)
Cuando vi La sustancia (Coralie Fargeat, 2024), pensé que estaba viendo una versión moderna, y adaptada a los tiempos y problemáticas que corren hoy en día, de "El extraño caso del Dr. Jeckyll y Mr. Hide" de Robert Louis Stevenson, cuya historia transcurría, y se correspondía, con las caracteristicas de la sociedad victoriana de su tiempo (Pulsa aqui para ver el comentario en este blog). La dirección de Fargeat en la representación de la tensión entre dos opuestos, en este caso entre los personajes de Elisabeth y Sue, es muy interesante, en especial por el contraste constante entre las imágenes de diseño, de glamour y sexualizantes, aunque carentes de alma y vacías, y lo grotesco y repulsivo que le da a su película una dimension esperpéntica muy adecuada para reflejar esa tiranía interna que comporta el servicio a la imagen, y que le exige a una mujer ser un cuerpo perfecto, de hecho, SER SOLO CUERPO, exigencia que se corresponde también a esa demanda que nuestra sociedad alimenta y refuerza.
Excelentes interpretaciones de sus dos protagonistas, especialmente de una Demi Moore entregada en su papel de Elisabeth Sparkle, una actriz de gloriosos tiempos pasados, que lleva un programa de televisión de ejercicios aeróbicos, y tambien destacar a Margaret Qualley como Sue en su "otro yo", en ese tópico tan caracteristico de ciertas propuestas de nuestra sociedad capitalista de aquello de sacar "la mejor version de ti", es decir: "la mejor auto-explotación de tí"
Los créditos de la película ya se inician con el momento en que se coloca en honor de Elisabeth una de esas placas en el conocido "Paseo de la fama de Hollywood", pero que, con el paso del tiempo, se va ensuciando, agrietando y envejeciendo, es decir, cayendo en el olvido.
I. EL CHOQUE CON LA REALIDAD.
Elisabeth, protagonista de uno de estos programas de ejercicios aeróbicos dedicados a cultivar el cuerpo, choca con la realidad al oir en el lavabo de hombres (al estar el de mujeres fuera de servicio) a su productor Harvey exigiendo a una mujer joven para substituirla alegando "cómo ha podido aguantar ahí tanto tiempo esa vieja... eso es... eso es el puto misterio." El esperpéntico productor, Harvey, que interpreta Dennis Quaid, se ajusta perfectamente a la visión capitalista a la que todo es reducido: un producto, y Elisabeth, como producto "joven y sexi" está acabada y amortizada, y por eso desechable,
Sus miradas posteriores frente a los espejos, en distintos momentos, lo dicen todo: es la mirada de quien se siente acabada y relegada a un inevitable olvido. A partir de este momento, se establecerá la tensión implicita entre las entidades que configuran nuestro mundo psíquico: la tensión entre el autoconcepto entendido en este caso como el yo ideal del psicoanalisis y la sombra, la personalidad repudiada descrita por Jung, y ambas mediadas por la presión ejercida por el superyó exigiendo al yo ser un yo ideal, ser "la mejor versión de tí".
Es aqui donde surge "la substancia", el producto que, al igual que con Jeckyll y Hide, permitrá a Elisabeth convertirse en Sue, su yo ideal, es decir, el cuerpo perfecto, joven y sexy; a la vez que ella misma quedará relegada a la sombra, el cuerpo desechable. De hecho, en esta película asistimos a la inversión de la obra de Stevenson: en ella se tratará de que de la sombra de Elisabeth emerja la máscara perfecta de Sue.
Es interesante que en un usb donde se explica qué es "La Substancia", se especifica muy concretamente que: "Tú eres la matriz. Todo proviene de tí, y todo es tú. Esta es sólo una version mejor de ti. Compartís tu vida, una semana para una y una semana para la otra. Un equilibrio perfecto de siete días cada una. Lo que nunca debes olvidar es que las dos sóis una."
Y, sin embargo, de la misma menera como en Jeckyll y Hide, una vez definidos los personajes como la polaridad del yo ideal y la sombra, esta se tensará tanto que, poco a poco, "se olvidarán de que las dos son una", y así ambas se irán estableciendo como una dualidad irreconciliable.
II. CUANDO LAS DOS NO SON UNA: IDEAL DEL YO Y SOMBRA.
Efectivamente, la tensión que se establecerá entre el Yo-ideal-Sue y la Sombra-Elisabeth como consecuencia de la esclavitud que el superyó exige al yo para mantenerse como un yo ideal, pasará del equilibrio perfecto a un desequilibrio que, progresivamente será cada vez más extremo. Encabecé este comentario con una frase de Nietzche que ilustra exactamente lo que ocurrirá entre Sue y Elisabeth. Lo que empezará como "lo que es profundo ama la máscara" acabará en "odio por la imagen y el símil". He realizado el siguiente esquema para representar esta tensión:
Observemos que, atendiendo este pequeño esquema, la raíz del problema está en el punto o centro en el que se define la polaridas Yo ideal-Sombra. Efectivamente, esta es debida por la presión del superyó que EXIGE el yo ideal (el cuerpo perfecto, joven y sexy) y rechaza la sombra (el cuerpo envejecido, mayor y ya no tan atractivo). Es justamente esa presión la que llevará a a Elisabeth a tomar esta decisión, y que ya incluye el rechazo hacia quien ella es. El juicio despreciativo de Harvey en la escena del lavabo se convierte en el detonante del superyó de Elisabeth haciedo que ella misma se identifique con el juicio y la desvalorización de Harvey, que en el mundo psíquico de Elisabeth podemos definir como Superyó-Harvey. Este desequilibrio en la polaridad se nos mostrará como una mayor tendencia de Sue a romper la regla de los siete días ante su éxito y reconocimiento, lo cual causa un envejecimiento cada vez más monstruoso de Elisabeth. O dicho en clave psíquica, la mayor identificación de Elisabeth con Sue conlleva una percepción cada vez más distorsionada de la visión que tiene de sí misma.
Así vemos que en el primer desequilibrio de la regla de los siete días, el uso indebido de unas cuantas horas extras por Sue, conlleva en Elisabeth que un dedo se le envejece de manera grotesca. Llama entonces al numero de contacto de "La substancia" para ver como lo puede revertir, pero entonces vemos la realidad que implica el desequilibrio. Dice la voz tras el teléfono: "lo que se ha usado en un lado, se pierde en el otro. No hay vuelta atrás."
III. CUANDO LAS DOS SON DOS: CONFRONTACIÓN ENTRE LAS DOS ENTIDADES.
Y así será, y cuanto más crece el exito de Sue, más se diferencia de Elisabeth, y ésta más incómoda se siente con ella misma. Lo vemos claramente cuando acepta una cita con un compañero de clase que la sigue considerando "la chica más guapa de todo el mundo", y que al arreglarse y mirarse al espejo empieza su calvario particular al compararse con una Sue que yace dormida, la imposibilidad de sentirse bien con ella por más que lo intenta (se retoca y se retoca), pero ante el espejo nada es comparable con el yo ideal que Sue representa. La consecuencia es que acaba no yendo a la cita que tenía con él compañero. Por decirlo en base al esquema que hemos presentado, el yo de Elisabhet se desvaloriza anthe el yo-ideal-Sue.
Como en Jeckyll y Hide, la progresiva tensión de las dos personalidades opuestas seguirá evolucionando hasta llegar a un punto de máxima tensión en la que por decirlo de una manera, el yo de Elisabhet sufre una escisión que deriva en dos identificaciónes que se contradicen, por un lado la identificacion con Yo-ideal-Sue, por el otro la identificación con Sombra-Elisabhet. Eso es lo que Elisabeth ya no puede controlar, que su excesiva identificación con Yo-ideal-Sue, la lanza al mismo tiempo con una mayor identificación con la sombra. alejándose cada vez más la una de la otra. Su yo está cada vez más escindido. Así hasta llegar al momento que Nietzsche nos dice, el del "odio par la imagen y el simil.
Así, y en el siguiente desequilibrio Sue se toma un día más de los siete, lo cual tendrá un efecto catástrofico para Elisabeth, quien retorna muy envejecida:
La escisión se manifiesta cada vez más, y así ante su disgusto la voz le propone dejarlo:
Voz: ¿Quieres pararlo?
Elisabeth: ¿Cómo?
Voz: Eres la matriz. Si no estás satisfecha puedes poner fin a la experiencia. Volver a ser tu sola. ¿Quieres pararlo?
Elisabeth: ¿Todo volverá ser como lo de antes?
Voz: Lo que se haya transferido no volverá, pero puedes pararlo ahora mismo. ¿Quieres pararlo? Volver a ser únicamente tú sola.
Y aquí es dónde observamos esa doble identificacion en la que a más entregada al yo ideal más abismada en la sombra. De hecho Elisabeth decide no pararlo al no poder sostener aquello que se ha convertido como Sombra-Elisabeth:
Elisabeth: No. no. no. no... No puedo pararlo... El equilibrio se debe respetar.
Voz: Pues respétalo (y cuelga el teléfono)
La voz vuelve una y otra vez a que son una, mientras Elisabeth y Sue se ven mutuamente "como otra distinta" y, ya no solo como otra distinta, si no que siguiendo las palabras de Nietzsche, el odio mútuo empiezanos a instalarse entre el ellas-una.
III. EL ODIO Y LA NECESIDAD.
Sin tregua se instala el odio entre ambas. Yo-ideal-Sue, en un programa de television habla del antiguo programa de Elisabeth con sorna y desprecio: "Ya sabes que no somos exactamente de la misma generación - risas -. Y hay que reconocer que era un poco anticuado: Fitness-Jurassic - más risas -.
El tercer desequilibrio de 7 días para cada una es ya muy grave. Después del episodio del apartamento, Yo-ideal-Sue al no querer entrar de nuevo en Sombra-Elisabeth extrae fluido estabilizador para más tiempo. Y así pasan 3 meses hasta que se le acaba el fluido y es ella quien entonces se desmorona... Como consecuencia debe entrar de nuevo en Sombra-Elisabeth, quien entonces retorna con un cuerpo monstruoso...
Y la historia se repite. Sombra-Elisabeth quiere terminar con la duplicación y destruir a Yo-ideal-Sue y, sin embargo, y llegado el momento, no puede hacerlo. Aparece la voz diciendo: "¿Estás segura? Cuando pares no podrás volver atrás. Simplemente te quedarás sola. ¡'Tú sola, sola, SOLA!!" Finalmente, vuelve a suceder que terminar a Sue es quedarse ella sola como la matriz, pero con todas las pérdidas que lo transferido a Sue comportan, es decir, quedarse sola como un monstruo. A pesar de todo el odio que siente por ella, a la vez la necesita: "No puedo, no puedo hacer esto. Te necesito porque ya no me soporto. Tienes que prepararte. Es nuestra gran noche. Vamos, les va a gustar mucho." Al final Yo-ideal-Sue despierta y se produce el encuentro entre ambas.
Encuentro terrible en la que Yo-ideal-Sue acaba matando a Sombra-Elisabeth poniendo de relieve la violencia que, en muchas ocasiones, el superyo o el autoconcepto, que se ve como yo-ideal, ejerce sobre la sombra, y viceversa y, finalmente a uno mismo.
IV. CUANDO LAS DOS DE NUEVO SON UNA: JUNTAS Y REVUELTAS.
Pero como las dos son una, con la muerte de Sombra-Elisabeth empieza el deterioro del Yo-ideal-Sue. En el gran momento de presentar el programa de fin de año, Yo-ideal-Sue se empieza a deteriorar pues ya no dispone, sin Sombra-Elisabeth, de estabilizador.
En su desespero, se inyecta el activador (la substancia) para obtener "una mejor version de sí misma". Sin embargo, al no ser ella la matriz, el resultado es ahora totalmente opuesto, deviene como un monstruo, o como se dice en la película: el monstruo ElisaSue.
Creo que es significativo que ese monstruo tiene un inconfundible parecido con. "El hombre elefante" de la película de David Lynch - 1980 - (pulsa aqui para ver el comentario de esta película), salvo que el sentido es distinto. Efectivamente, mientras en el hombre elefante lo que se oculta tras las deformidades es un alma sensible y bella, llena de delicadeza y sutilidad que reclama su humanidad, en el de ElisaSue no vemos más que la necesidad a todo trance de ser reconocida como la gran estrella de la television... Es impactante y grotesca cuando la vemos colocarse los pendientes y el largo vestido azul de fiesta para, finalmente, ocultar su rostro con el de una foto de Elisabhet.
El final de la película no solo representa al horror de ElisaSue perdida en su violencia y caos interno, si no también el horror de una sociedad que en nombre de las audiencias y del show más patético mercantiliza el cuerpo de la mujer. Es en este sentido que cabe entender la orgía de sangre final (que nos recuerda también la película de Carrie -(Brian de Palma - 1976 -), sangre que corresponde a la sangre exprimida de ElisaSue que se extiende por encima de tosdos los productores, consejos de dirección, accionistas, y también del público que sostiene todo este mundo de la imagen sin alma ni sentido, simplemente de pura explotación.
Y así, en el último momento, vemos el rostro de Elisabhet en el centro de una masa amboidal arrastrarse sobre la estrella de la fama alucinando su éxito y la fama...
V. SOBRE EL ESPERPENTO.
El esperpento fue un génerol literario popularizado por el novelista, dramaturgo y poeta Ramón María del Valle Inclán. Su característica principal es la exageracion o deformación grotesca de la realidad, o de algunos de sus aspectos, con un fín crítico en el orden social. Si lo reflexiónamos desde ciertas técnicas que se utilizan en psicotérapia, como la técnica de la exageración, su sentido es poner de relieve aquello que solo a través de su amplificación puede, paradójicamente, darnos una idea de su verdadera dimension, o como dicen algunos de sus comentaristas: Una de las reflexiones más importantes que plantea la creación esperpéntica es si se trata de una imagen deformada de la realidad, o si se trata de la imagen fiel de una realidad deforme. Generalmente, el esperpento iba acompañado de un cierto sentido trágico que caracteriza el destino de sus protagonistas, como es el caso de Elisabeth Sparkle. Bien puede aplicarse este concepto a la película que aquí comentamos, un ejemplo de lo que podemos ya llamar "el esperpento cinematográfico".
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David Lynch (1980)
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